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El asesino de la doctora Gloria Sanz, condenado a 17 años de prisión

Fernando Adalid, taxista barcelonés de 32 años, pagará por la muerte de la doctora Gloria Sanz con 15 años y 10 meses más de prisión, tras permanecer privado de libertad desde febrero de 2003. Así lo estipula el fallo de la Audiencia de Tarragona que condena a Adalid -autor confeso de lo que el jurado popular ha considerado asesinato por estrangulamiento de Sanz- a una pena de 17 años y 6 meses de prisión, además de una indemnización de 300.000 euros para la familia y la prohibición de acercarse durante cinco años Tarragona o al municipio donde residan los familiares de la víctima.

La sentencia admite un atenuante. Adalid, antes de iniciarse el juicio, depositó en la consigna judicial 300.000 euros en concepto de "reparación de daños", lo que le ha valido para que el juez no aplicara la máxima pena prevista por asesinato en el código penal, que es de 20 años. Sin embargo, el fallo judicial rebate los principales argumentos de la defensa y no admite ninguna circunstancia más que disminuya la condena.

Adalid alegó durante el juicio que mató a Sanz bajo un "trastorno mental transitorio" y aportó el testimonio de dos psicólogas que lo ratificaron, contradiciendo una versión opuesta de los médicos forenses. El juez entiende que "debe prevalecer" el criterio de estos últimos, por la exigencia de "neutralidad" de su profesión como médicos legales.

No cabe obcecación

También alegó "obcecación" como atenuante, pero el juez, basándose en sentencias del Supremo, afirma que la ruptura de un noviazgo no es un estímulo suficiente como para generar un estado de obcecación en el agresor. Adalid alegó asimismo en su defensa que confesó voluntariamente su crimen, pero la sentencia recuerda que la confesión se produjo 17 días después de la muerte de Gloria Sanz y en el aeropuerto de Amsterdam, cuando ya había sido detenido tras fugarse.

Así finaliza la historia de Fernando Adalid y Gloria Sanz, que comenzaron una relación de pareja en 2001. Sanz y su familia creyeron hasta la muerte de Gloria, en enero de 2003, que Adalid era profesor de inglés, cuando en realidad era taxista, y Gloria nunca conoció a sus amigos. La sentencia apoya la hipótesis de que Adalid, taxista, se sentía incómodo en su relación con una doctora y afirma que el condenado es una "persona introvertida, con baja autoestima y complejo de inferioridad".

Después de que Sanz rompiera la relación, Adalid regresó a su domicilio una semana después. Lo hizo con su taxi, cosa que no había hecho antes. Gloria le ratificó que no quería seguir con él y allí comenzó una discusión que terminó cuando Adalid la echó al suelo, luego sobre la cama, y la estranguló. El acusado metió el cadáver en el maletero de su taxi y lo arrojó en una zona boscosa de Vallirana. Días después, en lugar de acudir a su citación con la policía para declarar, se fugó en avión a Amsterdam.

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