_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La vieja foto

Desgraciadamente, se repite la vieja foto: los obreros de astilleros atrincherados, enmascarados bajo pañuelos para no ser identificados, armados con tiragomas, -tiratuercas más bien-, enfrentados a la Ertzaintza en Sestao. Se trata de una foto que creíamos inservible, porque fuera innecesaria, después de aquellos tiempos en que se desmanteló Euskalduna. Al parecer, nada ha cambiado suficientemente. A pesar de que en el lugar donde estuvo Euskalduna ahora se encuentre un edificio moderno y grandioso, en cuyo seno se debate sobre asuntos del más allá o del futuro, lo que indica que nada es irreversible. A pesar de eso, más de 20 años después se repiten las escenas de los obreros guerreando contra las Fuerzas de Seguridad, antaño la Policía Nacional y ahora la Policía Vasca. Otro astillero en dificultades, amenazado de cierre, y miles de obreros que ven como la intranquilidad les roe los talones.

El recuerdo es inevitable, pero los análisis que se pueden y deben hacer, no pueden ser los de hace veinte años
La solución de los astilleros es difícil, pero tampoco es sólo una. Es tiempo de solidaridad y de cordura

La foto es inevitable, pero los análisis que se pueden y deben hacer, no pueden ser los de hace veinte años. Las preguntas son diferentes porque en aquella ocasión los protagonistas eran otros: España recién salía de la Dictadura y padecía sus secuelas, Europa nos pillaba demasiado lejos, el proceso autonómico aún no había mostrado más que intenciones, la Economía hacía aguas y Corea no era un contrincante tan brutal para la industria naval como ahora lo es. Por eso, el análisis debe ser bien diferente, a la hora de buscar responsables, a la hora de buscar culpables y a la hora de buscar soluciones.

No es lógico que el PP esté saliendo indemne de este debate porque él es el máximo culpable de que la crisis se haya planteado en este momento y, sobre todo, de haber prolongado una agonía por medio de engaños a las instituciones europeas, de ocultamiento de documentos comprometidos a las instituciones españolas y de desidia a la hora de abordar los cambios necesarios. No es lógico que se esté haciendo caer sobre el PSOE toda la responsabilidad del problema aunque, por ostentar el gobierno, si tenga en sus manos la máxima responsabilidad para buscar una solución.

Es preciso y necesario que el Gobierno vasco y su máximo partido representativo, el PNV, se comprometan con el Gobierno Español para buscar una solución satisfactoria. De no hacerlo, habrá que pensar que se está dedicando a sacar provecho de la crisis, es decir, utilizándola como un arma para desprestigiar a "Madrid": ese fantasma que tan bien utilizan para arrancar los votos de los vascos. Y ¡por qué no decirlo!, no es lógico que a los periódicos estén llegando informaciones referentes a personas del gobierno, tan poco consistentes, que niegan hoy lo que ayer afirmaron, y viceversa.

Por eso, de momento, es justo reconocer que las promesas del presidente Zapatero, por el hecho de ser el presidente, son las que han de ser tenidas en cuenta. El cumplimiento de dichas promesas es cuestión de tiempo, -aunque no mucho, teniendo en cuenta la situación-, pero también requieren que las personas y agentes sociales implicados las interpreten sin mala leche. ¿Imaginan ustedes cómo se hubieran desarrollado los acontecimientos si en lugar del actual presidente del comité de empresa, perteneciente a UGT, hubiera estado alguien de los sindicatos nacionalistas?.

Lo cierto es que la situación es complicada y urgente. Lo fácil es el dogmatismo de quienes proponen que el astillero debe seguir siendo público a toda cosa. Que eso lo digamos las izquierdas cabe, pero mueve a risa que eso lo estén aprobando también los partidos de derechas, -PNV y PP-, que son incapaces de mantener en el sector público los servicios sociales y son cada vez más proclives a privatizar la sanidad o la educación o las pensiones. La continuidad de los astilleros civiles en España pasa por engordar las carteras de pedidos, y eso requiere medidas que van mucho más lejos que la proclamación solemne de que tienen que seguir siendo públicos. Recientemente se han iniciado los primeros escarceos para entronizar la Constitución Europea. Debemos preguntarnos si la Europa que estamos completando es la idónea, porque preservar la libre competencia que proclaman los gurús de la globalización, debe estar supeditado a la defensa de los derechos de los trabajadores en todos los lugares del mundo. Que la defensa de los sueldos de miseria y el trabajo sin derechos en Corea, lleven al paro a trabajadores debidamente pagados y con derechos en España, debe mover a reflexiones serias.

La Europa de los ciudadanos se está construyendo a través de la representación de los Estados, pero los Estados no tienen por qué renunciar a la protección de sus ciudadanos en aras de ese liberalismo que sólo es económico. ¿Por qué no ha de poder un Estado, siquiera de forma transitoria, aplicar ayudas públicas a sectores fundamentales para su economía que atraviesen situaciones de crisis?

La solución de los astilleros es difícil pero es posible. La solución tampoco es sólo una. Se trata de solucionar los proyectos vitales de las personas, de los trabajadores, no de otra cosa. La voluntad del presidente Zapatero es la que debe contar. Si su voluntad fue considerada buena, ¿por qué no exigir también buena voluntad a los partidos políticos, gobiernos, sindicatos y, todos los ciudadanos en general? La vieja foto es extemporánea y puede que poco eficaz, ... aparte que abre viejas heridas muy difíciles de cicatrizar. Es el tiempo de la solidaridad y, sobre todo, de la cordura.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_