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52º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

'Conociendo a Julia', un elegante y seductor filme de István Szabó

Xu Jing Lei presentó una nueva versión de 'Carta de una desconocida'

Ángel S. Harguindey

El festival entró ya en su última etapa y lo hizo con la proyección de tres filmes de muy distinta calidad y condición: dos adaptaciones literarias, Conociendo a Julia y Carta de una mujer desconocida, y Mi padre es ingeniero, con guión original, para su desgracia cabe añadir.

Más de 100 años después de comercializado el invento todo parece indicar que la colaboración con la literatura, con las adaptaciones de novelas, sigue siendo imprescindible. Ni ha muerto la novela ni el cine acabó con la literatura para desdicha de los agoreros. Conociendo a Julia, basada en la obra Teatro, de W. Somerset Maugham, espléndidamente adaptada al cine por Ronald Harwood y bien dirigida por István Szabó, es un gran regalo para su protagonista, Annette Bening, que recibió ayer su merecido Premio Donostia, y para los espectadores. Unos estupendos Jeremy Irons y Miriam Margoyles (la Fly de Babe, el cerdito valiente) y un elegante Bruce Greenwood arropan con su gran oficio a la dueña y señora de la pantalla.

En el Londres de 1938, el mismo en el que triunfaban las obras de Somerset Maugham, asistimos a los difíciles momentos en los que Julia Lambert (Annette Bening), triunfadora absoluta del teatro, comienza a sentir los primeros indicios del declive como la gran seductora que siempre había sido. Dicho en argot fisiológico: comienza la menopausia. Y cuando está a punto de tirar la toalla en el escenario, surge el amor de un joven que encubre su arribismo en la falsa adoración. El rebrote de la pasión reafirma su capacidad seductora y estimula de nuevo sus ganas de vivir, que en su caso son también las ganas de actuar. Tras constatar que el amor del joven no era sino una prosaica coartada de su ambición, y superada la depresión inicial, la actriz lleva a cabo una demoledora venganza llena de inteligencia y sabiduría vital. Un atractivo papel que la Bening desempeña a la perfección y que explícita o implícitamente la convierte en abanderada de todas la mujeres que tienen que soportar el injusto trato que la autosatisfecha sociedad adjudica a las mujeres maduras, Hollywood incluido, tan distinto al que concede a la madurez masculina.

Cínico cosmopolitismo

Conociendo a Julia es un filme comercial que honra a la industria y que suele ser despreciado por la crítica más combativa y radical. Sin embargo, su productor, Robert Lantos, lo ha sido también de tres largometrajes de Atom Egoyan y del inquietante Crash, de David Cronenberg, entre otros. Al encanto que desprende la pareja protagonista, Bening e Irons, hay que añadir una cuidada ambientación, decorados y vestuario y, sobre todo, un alarde de cínico cosmopolitismo en los diálogos al que tan aficionados y dominadores han sido los escritores sibaritas del Reino Unido de entreguerras del pasado siglo. Los Fosters, Somerset Maugham, Waugh, etcétera, esos grandes observadores de la alta sociedad.

El segundo largometraje de los exhibidos ayer, Carta de una desconocida, adaptado del relato homónimo de Stefan Zweig por su directora y protagonista, la china Xu Jing Lei, tiene en su haber el ser literalmente respetuoso con un excelente texto literario, enmarcado en el Pekín de 1948, y en su debe el que no supera en ningún momento la primera adaptación al cine que realizó Max Ophüls 56 años atrás, también en 1948. No deja de ser una osadía el que el segundo largometraje de la actriz china sea la adaptación, dirección e interpretación de un clásico de la literatura y el cine, pero lo cierto es que encara y aprueba el reto con corrección. El ritmo narrativo es lento, muy lento, y sin embargo se acepta por la sutileza de la mirada, el gusto por el detalle y una estupenda fotografía de Li Ping Bin.

La tercera película de la sección oficial del certamen, Mi padre es ingeniero, del francés Robert Guédiguian, es la demostración de que no siempre lo original es mejor que lo adaptado, que las ideas propias o son estupendas o es mejor recurrir a las ajenas, y de que el cine no siempre es verdad, pues si el padre (de la criatura) fuera efectivamente ingeniero se habría dedicado a su oficio en lugar de realizar una película tan pretendidamente redentora y lúcida como ególatra y ramplona. "Desde Ce dernier été", explica Guédiguian, "relato la crónica de un mundo en vías de extinción. Al describir cómo todo se detiene, sigo adelante. La voluntad de seguir es la voluntad de ser a pesar de que desaparezcan ciertas cosas de donde hemos salido. En Mi padre es ingeniero he conseguido retomar todos los grandes motivos de mi biografía y darles una nueva forma y buena salud. En el fondo soy un seguidor del repertorio: es posible trabajar siempre con los mismos temas". Lo dicho: mejor la ingeniería.

Xu Jing Lei, directora y protagonista de <i>Carta de una desconocida.</i>
Xu Jing Lei, directora y protagonista de Carta de una desconocida.JESÚS URIARTE

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