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El jefe de los sindicatos alemanes exige un giro social al Gobierno

Michael Sommer asegura que no quiere derribar a Schröder

El presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer, de 52 años, aseguró ayer que no pretenden derribar al Gobierno de coalición entre socialdemócratas (SPD) y Los Verdes. En un encuentro con periodistas extranjeros en Berlín, Sommer afirmó que no apoya las manifestaciones de los lunes contra los recortes sociales porque algunos de los organizadores persiguen fines políticos ajenos a la protesta social.

Sobre su posición ante el Gobierno SPD-Los Verdes declaró: "No queremos derribar a ningún Gobierno, ni apoyarlo. Nos limitamos a llevar adelante una política de defensa de intereses. Siempre hemos dejado claro que no tenemos el menor interés en que la coalición rojiverde esté tan mal como está, pero exigimos otra política y ése es el punto de discusión".

No apoya la DGB las manifestaciones de los lunes contra el llamado Hartz IV, la reforma del seguro de paro en Alemania: "Hemos renunciado a convocar de forma centralizada las manifestaciones de los lunes y en el futuro tampoco lo haremos. Lo hemos decidido así porque decimos que la ira, la decepción y la indignación de la gente que sale a la calle está justificada, pero los que lo organizan, por lo menos una parte, son gente que persigue otros objetivos que la protesta contra Hartz IV. Tenemos una parte de ultraderechistas que se apoderan de esas acciones, una parte de partidos de ultraizquierda, sectas que yo creía muertas en Alemania, las sectas maoístas que había en los años setenta y que ahora se levantan para sembrar su terreno y también el PDS que lo utiliza para su campaña electoral ahora en el este de Alemania y la Unión Democristiana (CDU) que al principio no estaba segura de si conseguiría esconder a la gente que había participado en la legislación".

Reconoce Sommer la necesidad de reformas en Alemania, pero no comparte el camino seguido por su compañero de partido el canciller Gerhard Schröder: "En Suecia los sindicatos dijeron 'estamos de acuerdo en recortar un poco el modelo del Estado de bienestar para salvarlo para siempre'. Esto se hizo de acuerdo con los sindicatos. Aquí Schröder intentó hacerlo por su cuenta. La Agenda 2010 y su aplicación se orientaba a llevarla adelante con quien sea y en caso de duda también contra los sindicatos. Si se hubieran planteado los problemas en marzo de 2003 o en las elecciones de 2002 como tema electoral, cosa que nadie hizo, la relación entre el Gobierno y los sindicatos sería ahora más fácil. No habríamos podido negarnos a prestar apoyo".

Según Sommer, el verdadero problema económico de Alemania es "la coyuntura interior paralizada. Esto tiene dos componentes. La gente no consume porque algunos tienen mucho menos dinero que antes. Esto pasa en muchos sectores en los que la gente para conservar el puesto de trabajo hizo renuncias salariales. Otros tienen dinero, pero no consumen porque no saben lo qué le espera en el futuro". Y añade: "Si no conseguimos dar un cambio y devolver la confianza a la gente entraremos en la espiral de la crisis. Yo ya advierto claras tendencias deflacionistas en este país. No estamos aún en esa situación, pero puede llegar".

La fundación de un nuevo partido a la izquierda del SPD le parece a Sommer que "debilita a la izquierda en su conjunto. No sé si lo hará [el ex dirigente del SPD] Oskar Lafontaine. Ese partido debilitaría a la izquierda y no sería posible trabajar con ellos. Ante todo se pelearían con la izquierda. Ya tuvimos esta experiencia durante la República de Weimar". Sommer teme que en las elecciones de este domingo en dos Estados del este de Alemania, Sajonia y Brandeburgo, los decepcionados del SPD "no vayan a votar o fortalezcan a la derecha". Y remacha: "Ese nuevo partido de izquierda se convertiría en un receptáculo para sectarios de todo tipo. Creo que sería un error estratégico si se quiere realizar una política progresista".

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Sobre la polémica entre el este y el oeste de Alemania, dice: "En 1990 nos presentamos con la promesa de que lograríamos la unidad alemana. Se ha logrado en lo político, pero no en lo social. La gente que creció en un sistema socialista, que tenía un cierto carácter protector sienten que lo han perdido. Esto tiene graves consecuencias en la psicología de la gente. Hay que evitar convertirlo en un enfrenamiento Este-Oeste".

Michael Sommer, en Dortumund en 2002.
Michael Sommer, en Dortumund en 2002.ASSOCIATED PRESS

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