Helen Lane, traductora literaria
La traductora literaria Helen Lane falleció el 29 de agosto en Albuquerque, Nuevo México, a la edad de 83 años, a causa de un derrame cerebral. En el mundo anglosajón, tan reacio a la literatura traducida, Helen Lane consiguió forjarse un renombre insólito por sus traducciones de autores como Juan Goytisolo, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa, y contribuyó enormemente a crear un lectorado para sus autores: raras veces faltaba su nombre en la portada de los libros, todo un símbolo de exactitud y belleza de la palabra traducida. Como comentario sobre toda su obra, vale la pena citar lo que dijo la Publishers Weekly acerca de su traducción de Yo, El Supremo, de Roa Bastos: "El lenguaje es un triunfo tanto para la traductora como para el autor: espléndidamente imaginativo, vitriólicamente brillante y vituperativo, rabelasiano en sus extravagancias".
Helen Lane dominaba siete idiomas pero prefería trabajar con el francés, el italiano, el portugués y el español: a lo largo de su vida tradujo más de noventa obras. Nació en Minneapolis y cursó estudios en la UCLA y en la Sorbona. Hizo su aprendizaje como traductora y correctora en los años cuarenta con la administración civil de los Estados Unidos, pero la década de los sesenta fue decisiva para ella, cuando trabajó para la editorial Grove Press en Nueva York. Allí preparaba entre 100 y 150 informes cada año sobre los libros que recibía de la editorial y tradujo a Duras, Perec e Ionesco, entre otros.
Desde 1970 trabajó por libre y se instaló en una granja en la Provenza, donde le encantaba recibir a sus autores y hablar hasta bien entrada la noche de los retos que sus textos le planteaban, hasta que tuvo que trasladarse a Albuquerque en busca de un clima más benigno para la osteoporosis que padecía.
Helen Lane era una mujer a la vez modesta y combativa en relación con su arte. Guardaba sus manuscritos en los sótanos de su granja provenzal, donde los roían la humedad y los ratones, mientras que su correspondencia con los autores y los editores se amontonaba dentro de cajones más sólidos en tierra más firme. Sin embargo, era capaz de llevar a juicio a las editoriales que querían cambiar un título que ella había elegido por uno más blando, de acuerdo con la opinión de un departamento de ventas mas preocupado por la publicidad. Afortunadamente para los que quieren aprender de su arte traductor, sus manuscritos más recientes se conservan en archivos universitarios. Merecen destacarse los que reflejan su colaboración con Ronald Christ en relación con la traducción de la novelista chilena Diamela Eltit. Con Christ había empezado a preparar una biografía de la escritora y mecenas argentina Victoria Ocampo.
El primer premio que recibió fue por la traducción de El manifiesto surrealista de André Breton, y luego se le otorgarían el National Book Award (Corriente alterna, de Octavio Paz), el US Pen Award for Translation (El conde Julián, de Juan Goytisolo ). En el 2000 fue galardonada con el Lifetime Achievement Award, el premio que concede la Asociación de Traductores Literarios Americanos.-
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