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VISTO / OÍDO
Columna
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Misterios del Parlamento

Entre diplomáticos de alto nivel se decía, cuando tenían delante un asunto irresoluble, "formemos una comisión". Cuando esa comisión se reunía, decidía dividirse en comités, los cuales elegían compromisarios. Ésta es la historia del mundo desde que se formaron las Naciones Unidas y, antes, la Sociedad de Naciones de Ginebra. Así iban transcurriendo los grandes acontecimientos: las anexiones alemanas, la guerra de Etiopía y, ay, la de España, ante la cual decidieron la "no intervención", y nombraron un Comité que se multiplicó en comisiones y en observadores. Estaban satisfechos de su obra cuando se retiraron las Brigadas Internacionales de la República, pero se mantuvieron las tropas y la aviación de Alemania y de Italia, hasta el final. De la ONU lo sabemos todo: lo estamos viendo. Ahí está Bush, asumiendo el papel conjunto de Hitler y de Mussolini, y nosotros enviando tropas a Afganistán, la Abisinia (Etiopía) de hoy, con Irak. No iba a esto, sino a la Comisión de Investigación del Congreso sobre el atentado en Atocha, que mantiene muchos misterios. Uno: el martes por la mañana habían decidido terminar las sesiones, lo cual hubiera sido vergonzoso pero hubiera evitado seguir con el teatro parlamentario y, a última hora de esa mañana, decidían seguir adelante y pedir más comparecencias. ¿Qué había ocurrido para eso? Que yo sepa, nada más que la borrascosa entrevista de Zapatero con Rajoy. He dicho borrascosa, y no estoy seguro de que más allá de los aspavientos, terrores, palabrotas y descalificaciones que forman parte del atrezzo del PP en sus apariciones públicas, haya habido acuerdos o guiños de ojo, quizá algún pacto o alguna promesa, un intercambio de no se qué. Rajoy salió salvando su cara y su mala educación de partido (un hombre que parecía bien educado por las monjas, más que por los curas) y quizá el personaje recurrente de la tragedia, Aznar, reaparezca en sesiones matinal y de tarde.

Para mí será un goce, en tanto que mi verdadera profesión es la de crítico de teatro, pero no da de comer y hay que doblarla con ésta, que es la televisión (y tampoco). Es un personaje característico: poco a poco ha ido adquiriendo el perfil del malo de la película: si lo que se persigue es quién mintió desde el 11 de septiembre, él es fundamental. Pero tampoco estoy seguro de que sea eso. En realidad, la comisión persigue no resolver nada. Pero hay que hacer mucho para conseguir no ver lo patente, lo evidente.

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