No queremos una central térmica
El autor explica el rechazo de los socialistas a la construcción de una central térmica en Valdemingómez por razones de salud y de reequilibrio territorial, medioambiental y cultural.
Durante los últimos 15 años, el gobierno del PP en la ciudad de Madrid, de forma deliberada, ha decidido que la zona de Valdemingómez, con una extensión de 300 hectáreas y situada en Villa de Vallecas, se convierta en el basurero de Madrid y soporte la mayor concentración de instalaciones contaminantes de España y una de las más importantes de Europa. En este ámbito se encuentran una incineradora con capacidad para 400.000 toneladas de basura al año, con un depósito de cenizas con capacidad para 30.000 toneladas al año; una central térmica de biometanización en el antiguo vertedero de Valdemingómez para aprovechamiento del metano que hay en los más de 20 millones de toneladas de residuos acumulados; un secadero de lodo con capacidad para 200.000 toneladas de fango de depuradora al año; una planta incineradora de animales con capacidad de 400 toneladas diarias; un vertedero de residuos urbanos (Las Dehesas) con capacidad de 1.200.000 toneladas de residuos sólidos al año; dos escombreras (Las Cumbres y Salmedina) con un movimiento de aproximadamente 3.000 camiones diarios de tierras, escombros, residuos inertes; y tres plantas de compostaje con 100.000 toneladas al año de capacidad. Múltiples infraestructuras y equipamientos medioambientales, denominados por el Ayuntamiento Parque Tecnológico Medioambiental, que han provocado la degradación del área y su entorno y un aumento de la contaminación en todo Madrid.
Este tipo de proyecto supone un paso atrás en lo que debería ser una ciudad sostenible
Parecen olvidar que la electricidad que se genera es introducida en la red nacional
Una ciudad alejada del espacio urbano y medioambiental que queremos para vivir y compartir con los demás. Una ciudad con un modelo insostenible en el que el aprovechamiento de las energías renovables y el fomento del ahorro y la eficacia son meramente testimoniales. Una ciudad con niveles de contaminación muy elevados y que incumple sistemáticamente los límites máximos de contaminación atmosférica fijados por las Directivas Europeas tanto en dióxido de carbono como en dióxido de nitrógeno y partículas, lo que ocasiona diferentes daños en la salud de la población. El SO2 y las partículas, aumentan la frecuencia y gravedad de enfermedades cardio-respiratorias; el NO2 aumenta la posibilidad de alteraciones respiratorias; los oxidantes irritan las mucosas y provocan tos y desasosiego, a la vez que el empeoramiento de los afectados por asma; y el CO2 disminuye la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, agrava las dolencias cardiovasculares y disminuye la capacidad de concentración.
En este contexto, donde recientemente la Comisión Europea enviaba una advertencia a España porque varias ciudades, entre ellas Madrid, además de superar los niveles de contaminación permitidos carecen de planes de reducción, aparece el deseo de dos empresas, Sufisa y Repsol, de construir en terrenos incluidos dentro del ámbito territorial del Parque Regional del Sureste, en zona E ( terrenos de destino agrario, forestal, recreativo, educacional y/o de usos especiales), una central térmica de ciclo combinado con el pretexto de satisfacer la creciente demanda energética de Madrid y con el beneficio socioeconómico para la zona, según la memoria del proyecto, de un fuerte impulso para superar la falta de desarrollo actual con la creación en la fase operativa de la central ( los próximos 25 a 30 años) de aproximadamente 35 a 45 puestos de trabajo. Parecen olvidar estos avezados expertos que la electricidad que se genera en cualquier parte de España es introducida en la red nacional y puede ser consumida en cualquier punto del territorio sin que nadie controle su destino. Y que con 30 o 45 empleos ni se consigue el pleno empleo ni desaparece la contaminación que provocan, por muy altas que pretendan construirlas, las tres chimeneas del recinto.
Este tipo de proyecto supone un paso atrás en lo que debería ser una ciudad sostenible, por los problemas de incremento de contaminación, ruidos y sobrecarga de una zona ya saturada de instalaciones de alto coste medioambiental. Pero, además, pretende situarse en el Parque Regional del Sureste, en el extremo norte de la ZEPA denominada Cortadas y candiles de los ríos Jarama y Manzanares, y en el área declarada Bien de Interés Cultural con categoría de zona arqueológica Terrazas del Manzanares.
La intención, por tanto, de construir una central térmica de ciclo combinado -alimentada con gas natural y gasóleo- en el distrito de Villa de Vallecas, cerca de la incineradora de Valdemingómez, en la finca La Torrecilla, cuenta con el rechazo de los socialistas madrileños. Un rechazo activo por razones de salud, de reequilibrio territorial, medioambiental y cultural, que vamos a trasladar al ámbito institucional y social. Y en los cuales esperamos contar con la participación activa del Gobierno de la ciudad, porque las soluciones a la problemática medioambiental deben llegar desde la adopción y puesta en práctica de decisiones políticas.
En el ámbito institucional, desde el Grupo Municipal Socialista vamos a presentar una moción para que, de forma unánime, el Ayuntamiento de Madrid en pleno se posicione en contra de la central térmica de ciclo combinado. Este posicionamiento busca evitar que el alcalde de Madrid modifique el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, donde se clasifica este suelo como "suelo no urbanizable de Protección Ecológica NUP2" incluido dentro del Parque Regional del Sureste. ¿ Desconfianza? No, aunque hay que recordar que siendo presidente de la Comunidad de Madrid, el 1 de marzo de 2001, calificó esta parcela para la implantación e instalación de una planta de tratamientos de lodos.
Al mismo tiempo, en coordinación con los municipios que de alguna manera pueden verse afectados por esta construcción (Getafe, Rivas-Vaciamadrid, Arganda, San Martín de la Vega, Pinto y Leganés) y con el Grupo Parlamentarios Socialista de la Asamblea de Madrid, vamos a instar a la Comunidad de Madrid a no llevar a cabo el Plan Especial de infraestructuras, necesario para implantar la central térmica, con el objetivo de evitar su puesta en funcionamiento. Junto a lo anterior, frente al dejar hacer de la derecha que gobierna la ciudad y la Comunidad de Madrid, hay un gobierno, el de la nación, que apuesta por un modelo de ciudad basado en la sostenibilidad y corresponsable con los grandes objetivos medioambientales del planeta. Un gobierno y un ministerio que conoce la situación de la zona y no permitirá que se incremente su deterioro.
Pero no se cambia la sociedad con decretos. En el ámbito social, partiendo de la premisa de que la construcción de la ciudad es una tarea compartida donde es imprescindible articular y garantizar los cauces de participación ciudadana, las líneas de actuación pasan por recuperar la ciudad para los ciudadanos, informándoles de qué significa esta central térmica para su entorno y actuando conjuntamente para evitar que la búsqueda del máximo beneficio, por parte de unas empresas, acabe perjudicando la calidad de vida en nuestra ciudad.
El derecho a la protección de la salud está reconocido, y compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública. Una instalación de este tipo aumentaría aún más los niveles de contaminación, elevando el riesgo para la salud de los ciudadanos y especialmente el de aquellos de las zonas más próximas a esta instalación, que ya de por sí sufren sobrecarga de instalaciones que conllevan riesgos medioambientales.
Pero en este deseo empresarial nos encontramos también un nuevo ejemplo de desequilibrio territorial, que perjudica a las zonas con menor poder adquisitivo y más desfavorecidas de Madrid. Nos encontramos con un Madrid dual, donde existen ciudadanos de primera, con derecho a la calidad de vida y la salud, y ciudadanos de segunda que no los pueden disfrutar, ni ahora ni en el futuro, al condicionarse aún más su desarrollo socioeconómico.
Porque la degradación del entorno urbano, la contaminación atmosférica, los vertidos y residuos son elevados pero no iguales para todos los madrileños. Si eres uno de esos más de 700.000 habitantes que viven en la zona sureste, en Villa de Vallecas, Perales del Río o cualquier otro de los municipios que se pueden ver afectados, estás más expuesto a las consecuencias nocivas de estas instalaciones que si vives en otras zonas de la ciudad con más renta y sin este tipo de infraestructuras medioambientales.
La calidad del aire, las aguas superficiales, el propio paisaje se verán afectados. Frente a una central integrada por tres grupos de 400 MWe de potencia nominal por grupo, módulo de generación de potencia, calderas de recuperación, parque eléctrico de potencia, transformadores principales y auxiliares, generador diesel de emergencia, tanque de almacenamiento, agua cruda, agua desmineralizada, combustible auxiliar, planta de tratamientos de agua, planta de tratamiento de efluentes, sistemas de combustible, estación de regulación y medida de gas natural, sistema de bombeo agua de aportación, sistema contra-incendios, sistema de almacenamiento y distribución de combustible auxiliar, torres de refrigeración, edificio eléctrico y de control de la central, edificio de administración y almacenes y talleres... los ciudadanos tenemos derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
Y como es deber de los poderes públicos velar por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva, el Ayuntamiento de Madrid tiene la obligación de liderar las iniciativas para que Madrid transite hacia un desarrollo sostenible, respetuoso con el medio ambiente y la salud de los vecinos.
Esto significa poner en marcha un Plan Ciudad de mejora ambiental. Esto significa realizar el Plan Energético de Madrid (PEM) comprometido en el programa del PP en el que se anunciaban la realización de una auditoria energética de la ciudad y medidas para la aplicación de energías renovables. Esto significa cumplir la ordenanza aprobada en marzo de 2003 sobre energía solar que obliga a los edificios nuevos o rehabilitados a instalar paneles solares. Esto significa realizar la Estrategia Local para la mejora de la calidad del aire, poner en marcha la siguiente fase de la Agenda 21 y establecer campañas de sensibilización dirigidas a los ciudadanos.
Y como no existe esponja para lavar el cielo, como escribió Benedetti en Otro Cielo, en el ámbito de la Comunidad de Madrid tampoco debemos caer en la tentación de este tipo de infraestructura, porque la solución a los problemas energéticos requiere, antes de dar el visto bueno a la implantación de una central térmica, la elaboración de un plan energético regional, que parta de un diagnostico riguroso, donde se contemplen todos los aspectos relativos a la energía y a sus emisiones contaminantes. Ante el posible incremento de la demanda de energía y sobrecargas en la red que pudieran provocar restricciones de consumo puntuales, hay que desarrollar tres aspectos: políticas preventivas, actuaciones correctoras y sensibilización y participación ciudadana.
En definitiva, no queremos la construcción de la central térmica de ciclo combinado y nuestra voluntad es trabajar para conseguir este fin. La ciudad es gente, la ciudad es vida. Los ciudadanos, Valdemingómez, Madrid, España y el planeta merecen una oportunidad.
Óscar Iglesias es portavoz adjunto del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Madrid y Secretario de Acción Electoral y Desarrollo Programático del Partido Socialista de Madrid.
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