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61ª MOSTRA DE VENECIA

Mike Leigh deslumbra con una oscura joya sobre el aborto

'Ovunque sei', del italiano Michele Placido, recibida con abucheos

Enric González

Hay películas de apariencia simple que permanecen prendidas en la memoria para madurar y crecer con el tiempo, y siguen rezumando significado horas después de la palabra end. Vera Drake, de Mike Leigh, es una de esas películas. Una pequeña joya oscura, un drama amargo que se endulza con el recuerdo. La obra de Leigh pertenece a un universo cinematográfico inmensamente lejano al de Ovunque sei (Donde estés), el otro filme presentado ayer a concurso en la Mostra de Venecia: un disparate del italiano Michele Placido que provocó abucheos y carcajadas sarcásticas.

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Ricos y pobres

Mike Leigh es un excelente artesano y un cineasta reconocido. Topsy-Turvy (1999) obtuvo dos oscars y Secretos y mentiras (1996) fue premiada con la Palma de Oro en Cannes. Sus argumentos suelen girar en torno a la familia y en esta ocasión quería hablar del aborto. Decidió, para ello, trasladarse al Londres de 1950 y entrar en un hogar obrero y feliz; todo lo feliz que se podía ser en la pobreza y en lo más lóbrego de la posguerra inglesa, el periodo oscuro que se abrió con el último bombardeo alemán y se cerró con la coronación de Isabel II. Vera Drake, la madre, limpia a domicilio y es la más servicial de las vecinas; su marido es mecánico, el hijo mayor es ayudante de sastrería, la hija prueba bombillas en una factoría. Vera Drake, además, practica abortos clandestinos a quien no puede pagarse la vía legal, reservada a las clases pudientes. No lo hace por dinero. Sólo quiere ayudar.

Basta este punto de partida para intuir que Vera Drake no resulta una pieza de consumo fácil. Se trata de una historia invernal, encerrada en ambientes claustrofóbicos y fotografiada en colores mates, interpretada con una sencillez y una profundidad dramática que encogen el estómago y oprimen el corazón.

El tema, el aborto, no se aborda desde el punto de vista de la mujer embarazada, sino de la abortista. El terrible dilema moral se observa de forma oblicua y distante, como reflejado en un espejo. Y obliga a pensar. Vera Drake no es una película para ver antes de acostarse.

Dicho esto, conviene insistir en que la desolación que transmite el relato no es gratuita: germina en esperanza. Los personajes, sobre todo el de Vera, espléndidamente interpretado por Imelda Staunton, una gran dama del teatro británico, permanecen vivos cuando aparecen los títulos de crédito y se encienden las luces de la sala. Uno se va a casa con Vera Drake en la cabeza. E impregnado de decencia obrera, la única descubierta hasta la fecha.

Ovunque sei, la otra obra presentada ayer en la Mostra dentro de concurso, es otra cosa. Digamos que se trata de un error. Cuesta creer que un actor tan veterano como Michele Placido, ya curtido en las tareas de dirección y autor en el pasado de películas meritorias, haya perpetrado un filme tan errático como éste. No vale la pena desvelar el argumento, que gira en torno a la sensación de la muerte. Llegado a un punto, muy cercano al comienzo, da ya igual si los personajes están vivos o muertos, si se enamoran o se van de vacaciones. La proyección de Ovunque sei en el Lido veneciano estuvo pespunteada de silbidos, abucheos y risotadas, y culminó en jocoso escándalo con la escena final, un desnudo de Stefano Accorsi y Violante Placido tan necesario como un abanico en Alaska.

Mike Leigh e Imelda Staunton en la Mostra.
Mike Leigh e Imelda Staunton en la Mostra.ASSOCIATED PRESS
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