Ética liberadora de las religiones
El autor subraya la importancia del IV Parlamento
El IV Parlamento de las Religiones del Mundo, celebrado en el Fórum Barcelona, constituye un hito en la vida cultural y religiosa de nuestro país, que tiene una larga historia de religión y cultura únicas, expresada en el aforismo teológico "fuera de la Iglesia no hay salvación" y en la fórmula concordataria de 1953 "la religión católica, apostólica, romana sigue siendo la única de la nación española". Creo que el Parlamento ha superado el peligro que tenía de convertirse en un mercado de religiones, y ha sido realmente un encuentro de religiones y culturas plurales en un clima de respeto y de diálogo. Ha servido para confirmar el cambio de paradigma que se ha producido en España, con el paso de la religión única, mayoritaria o, al menos, privilegiada, al pluralismo religioso, de las guerras de religiones a la convivencia pacífica entre las distintas creencias e increencias. Ya no hay marcha atrás. "Ustedes no pueden fracasar" -decía proféticamente el presidente de la Generalitat, Pascual Maragall, a los parlamentarios reunidos en el Auditorio del Fórum de las Culturas-, "porque si ustedes fracasan, fracasamos todos". Y llevaba razón. Si los casi 5.000 millones de seres humanos vinculados a las religiones se ponen en pie de guerra son capaces de convertir el mundo en un coloso en llamas. Pero no era ése el espíritu de los miles de personas reunidas en el Parlamento de las Religiones. Se congregaban bajo el lema Senderos de paz: el arte de saber escuchar, el poder del compromiso.
No podemos, empero, quedarnos en la fácil apologética de las religiones. Es necesario mantener una actitud autocrítica y aceptar la crítica que viene de fuera, porque no es oro todo lo que reluce en ellas. Hay mucho oropel y no poca perversión de los mensajes originarios de los fundadores. A los hechos me remito: terrorismo y espiral de violencia por motivaciones religiosas, fundamentalismo, dogmatismo, sexismo, intolerancia, alianzas con el poder, falta de democracia interna, transgresión de los derechos humanos, manipulación de la palabra Dios, etcétera. La crítica de la religión no es nueva. Se inicia con los profetas de Israel, continúa con Epicuro y Demócrito, sigue con Lucrecio y llega hasta nuestros días de la mano de los lúcidos "maestros de la sospecha", como llama certeramente Paul Ricoeur a Marx, Nietzsche y Freud.
Pero a la crítica tiene que acompañar la propuesta, la alternativa, que ha de traducirse éticamente. La ética es el lugar de encuentro entre las religiones, y más en concreto entre las teologías de la liberación y la teología del diálogo interreligioso, protagonistas en el Parlamento de las Religiones. Las teologías de la liberación, desarrolladas en el Tercer Mundo y también en ámbitos de exclusión y marginación del Primer Mundo, se mueven en el horizonte de la razón práctica, y no en el de la razón pura. Por eso, siguiendo a Lévinas, me gusta hablar de la ética como teología primera. A su vez, el diálogo interreligioso no puede limitarse a una larga conversación de sobremesa entre personas ociosas para hablar de lo divino y de lo humano, pasando por los problemas sociales como por brasas.
Ahora bien, ¿qué modelo ético es el lugar de encuentro entre las religiones y sus respectivas teologías? El modelo predominante hoy es la ética neoliberal y sustentada en un monoteísmo del mercado, excluyente e insolidario, con nuevas tablas de la ley que, inspirándome en Ricardo Petrella, resumo en los siguientes preceptos:
1. No puedes resistirte a la globalización de los capitales, los mercados, las finanzas y las empresas. 2. No puedes resistirte a la innovación tecnológica. Deberás innovar para reducir gastos y mano de obra, y mejorar los resultados. 3. Deberás liberalizar los mercados, renunciando a la protección de las economías nacionales. 4. Transferirás todo el poder al mercado, y las autoridades políticas se convertirán en meras ejecutoras de las órdenes del mercado. 5. Tenderás a eliminar cualquier forma de propiedad pública, dejando el gobierno de la sociedad en manos de empresas privadas. 6. Deberás llegar a ser el más fuerte, si quieres sobrevivir a la brutal competitividad actual. 7. Renunciarás a defender la justicia social, superstición estéril, y a practicar el altruismo, actitud cuasirreligiosa igualmente estéril. 8. Defenderás la libertad individual como valor absoluto sin dimensión social alguna. 9. Defenderás la prioridad de la economía sobe la ética y sobre la política. 10. Practicarás la religión del mercado con todos sus rituales, sus libros sagrados, sus personas sagradas.
Este modelo ético no es ni puede ser el horizonte de las religiones. Las distintas tradiciones espirituales comparten una ética liberadora, que resumo en los siguientes principios o imperativos:
1. Ética de la liberación, en un mundo dominado por múltiples opresiones; imperativo moral: ¡libera al pobre, al oprimido! 2. Ética de la justicia en un mundo estructuralmente injusto; imperativo moral: ¡actúa con justicia ante tus semejantes y trabaja en la construcción de un orden internacional justo! 3. Ética de la gratuidad, en un mundo donde impera el negocio, el interés, el beneficio; imperativo moral: ¡sé generoso! Todo lo que tienes lo has recibido gratis. No hagas negocio con lo gratuito. 4. Ética de la compasión, en un mundo en el que impera la insensibilidad hacia el sufrimiento humano y medioambiental; imperativo moral: ¡sé compasivo! ¡Ten entrañas de misericordia con los que sufren! 5. Ética de la alteridad, de la acogida y de la hospitalidad para con los extranjeros, los refugiados y los sin papeles; imperativo moral: ¡respeta y acoge al otro como otro, como diferente! La diferencia te enriquece. 6. Ética de la solidaridad, en un mundo donde impera la endogamia; imperativo moral: ¡sé ciudadano del mundo! Trabaja por un mundo donde quepamos todos. 7. Ética comunitaria fraterno-sororal, en un mundo patriarcal, donde predomina la discriminación de género; imperativo moral: ¡colabora en la construcción de una comunidad de hombres y mujeres iguales, no clónicos! 8. Ética de la paz, inseparable de la justicia, en un mundo de violencia causada por la injusticia del sistema: imperativo moral: ¡si quieres la paz, trabaja por la paz y la justicia a través de la noviolencia activa! 9. Ética de todas las vidas, de los seres humanos y también de la naturaleza; de la vida de los pobres y oprimidos, constantemente amenazada; imperativo moral: ¡defiende la vida de todo ser viviente! Vive y ayuda a vivir! 10. Ética de la incompatibilidad entre Dios y el dinero, en un mundo que compagina la adoración a la divinidad y al oro del becerro; imperativo moral: ¡comparte los bienes! Tu acumulación genera el empobrecimiento de quienes viven a tu alrededor.
Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacuría, de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del Consejo Asesor del IV Parlamento de las Religiones.
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