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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Isidoro Blaisten, escritor

El cartel que colgó a las puertas de la librería cuando bajaron las ventas y se vio obligado a cerrar el negocio, el que luego sirvió de título a uno de sus mejores libros de cuentos, pende desde el pasado fin de semana del ánimo de quienes eran sus amigos y de sus miles de lectores. Allí, en la mirada de todos ellos se lee: "Cerrado por melancolía". El pasado fin de semana, a los 71 años, cuando acababa de publicar su primera novela, la deslumbrante Voces en la noche, murió el escritor argentino Isidoro Blaisten como consecuencia de una enfermedad pulmonar

Era uno de los mejores cuentistas de su generación, el más leído y popular después de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Judío, porteño, tanguero, síntesis natural y cultural de las corrientes migratorias que poblaron los barrios de la ciudad, Isidoro o Ike, como le llamaban los amigos en la adolescencia, había nacido en Concordia, provincia de Entre Ríos, situada al noreste de Buenos Aires. Poeta, periodista, fotógrafo ambulante, librero, escritor. En 1965 publicó sus primeros poemas y recibió el Premio del Fondo Nacional de las Artes por Sucedió en la lluvia.

Admirador incondicional de Borges, en las tertulias de la época compartía mesas de café con Abelardo Castillo, Humberto Costantini, Conrado Nalé Roxlo, Abelardo Arias, Agustín Cuzzani y Ulises Petit de Murat.

Se dio a conocer como cuentista en la mítica revista literaria El escarabajo de oro. En 1968 logró, con tres relatos presentados bajo distintos seudónimos, los tres primeros premios del concurso latinoamericano organizado por la revista. Al año siguiente se publicó su primer libro de cuentos, La felicidad. En 1972 presentó La salvación y, en 1974, El mago. Sus textos breves, tocados de una fina ironía que se desencadenaban en escenas de humor, conquistaron a los lectores. Blaisten se consagró definitivamente como uno de los autores más vendidos con el libro de cuentos Dublín al sur, con el que obtuvo el tercer Premio Nacional de Literatura. Un periodista y compañero de entonces, Orlando Barone, recuerda que Blaisten no entendía "a la gente que escribe sin necesidad". Para Ignacio Zurzo, "Ike era el único entre todos que tenía esa locura superior, la del arte".

La librería del barrio de Boedo en la que Blaisten trabajaba y recibía a los amigos, situada precisamente en el cruce de las avenidas de San Juan y de Boedo, célebres por el tango Sur que las nombra, cerró definitivamente cuando el país atravesaba una de las recurrentes crisis económicas y dio título a otro de sus libros de cuentos, Cerrado por melancolía. Probablemente, escribía Blaisten, "escribir no sea más que una de las formas de organizar la locura".

En 1982 recopiló toda su obra dispersa en Cuentos anteriores y en 1983 desplegó nuevamente toda la paleta de colores de su formidable sentido del humor en el clásico Anticonferencias. Fue premio de Literatura con Carroza y reina en 1986 y Al Acecho en 1995.

Miembro de número de la Academia Argentina de Letras, traducido al alemán, al inglés y al francés, faja de honor de la Sociedad Argentina de Escritores, era Isidoro un escritor popular, dedicado a recoger palabras de la calle que luego devolvía a los lectores reconvertidas en un licor sutil y embriagador. Contaba desde el absurdo, desde la desesperación, desde la carcajada. "Lo tiene todo: ternura, penetración, dolor y piedad", decía de él la escritora Marta Lynch.

En los últimos días había reaparecido en público para presentar su primera novela, Voces en la noche, un texto de tono burlón, desopilante, una trama policial sobre las andanzas de un vendedor de lencería ambulante que persigue a los miembros de la corporación decidida a terminar con la literatura en estos términos: "Nosotros aprovechamos la fuerza de los futuros escritores para destruir la literatura. Son miles. Serán millones. Y no solamente escribirán, publicarán. Nosotros los publicaremos. La única condición será que ninguna novela baje de 820 páginas y que durante el transcurso el protagonista o la protagonista se detengan a meditar sobre el lenguaje".

Hace tres semanas el periódico La Nación le entrevistó en el marco de su serie, Los intelectuales y el país. Consultado entonces sobre la paradoja de un país que produce millones de toneladas de alimentos y no puede dar de comer sus habitantes, Isidoro Blaisten concluyó su extensa respuesta con una propuesta: encargar de la tarea de reparto y reparación a los poetas: "He descubierto que no hay gente más práctica que los poetas. Necesitamos, para empezar, cien poetas, un camioncito y una nutricionista".-

Isidoro Blaisten.
Isidoro Blaisten.

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