La OSCE no enviará observadores a las elecciones de Afganistán

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que participa habitualmente en la supervisión de procesos electorales, ha renunciado a enviar observadores a las presidenciales que se celebrarán en Afganistán el próximo 9 de octubre. La decisión se apoya en un informe que cuestiona la viabilidad de su trabajo e incluso su pertinencia. Podría ser un "arma de doble filo", advierte.

El documento, al que ha tenido acceso la cadena británica BBC, hace especial hincapié en la inseguridad reinante, como el gran obstáculo para la correcta supervisión del proceso de votación. "Las condiciones actuales y anticipables en Afganistán quedan sustancialmente por debajo de las que la OSCE considera como mínimo necesario para cualquier observación electoral significativa", concluyó el equipo exploratorio enviado al país en el mes de julio.

Las restricciones a la libertad de movimientos, que incluyen extensas áreas vedadas a la comunidad internacional, se añaden a la "considerable amenaza" que representa para cualquier persona la creciente sucesión de muertes violentas: más de 20 en los últimos cinco días. Ante tantas limitaciones, la decisión de la organización ha sido enviar al país un simple equipo de apoyo electoral, que, a diferencia de los auténticos observadores, evitará pronunciarse sobre la conducta registrada en la votación.

La retirada de la OSCE agrava la insuficiencia de personal extranjero para la observación de los comicios, anticipada por numerosos analistas de Kabul. La UE ha aportado un pequeño equipo de expertos que se abstendrá igualmente de toda valoración, y la Asia Foundation, con sede en EE UU, mandará una misión de menos de 50 empleados. El total de observadores no alcanzará probablemente el centenar, en contra de las expectativas de los promotores del proceso, el Gobierno afgano y la ONU. "Unas elecciones libres y justas no vienen determinadas por el número de observadores", replicó Manoel de Almeida e Silva, portavoz de la ONU.

La OSCE advierte además del riesgo de que la supervisión electoral se transforme en un "arma de doble filo" y perjudique la confianza pública si identifica fallos sustanciales en el proceso. Algunos organizadores de los comicios han contestado desde el anonimato que tras estas precauciones hay un perfeccionismo excesivo basado en la aplicación de estándares occidentales a un país de organización política tan precaria como Afganistán.