El problema de los sombreros
La identificación errónea de los cadáveres de 30 militares españoles fallecidos en el accidente del Yak-42 constituye un "desbarajuste" en términos humanos, pero también en términos matemáticos. Según los expertos consultados por EL PAÍS, las matemáticas cuentan con un problema clásico para referirse a esta situación. Se denomina el problema de los sombreros y su enunciado es, aproximadamente, como sigue:
"Treinta hombres entran en un bar y cuelgan sus sombreros, todos idénticos, en el perchero. Tras haber ingerido una considerable cantidad de alcohol, se marchan, recogiendo cada uno un sombrero. ¿Qué probabilidades hay de que ninguno coja el suyo?".
El problema se resuelve en términos estadísticos. Por puro azar hay un 37% de posibilidades de que ninguno de los 30 salga con su sombrero. La probabilidad de que sólo uno se lleve el que le corresponde es la misma (37%), mientras que se reducen al 26% las posibilidades de que haya más de un acierto. En otras palabras, "si vemos a cinco de ellos salir con su propio sombrero, podemos sospechar que no todos estaban borrachos".
En el caso del Yak-42, los generales españoles tenían un 37% de posibilidades de errar en la identificación de todos los cadáveres y un 63% de acertar en uno o más de los casos si se limitaron a distribuirlos a voleo.
"El resultado que obtuvieron es perfectamente compatible con el hecho de que la adjudicación de las identidades a los cadáveres se hiciera al azar", afirman los expertos consultados.
No fue eso, sin embargo, lo que se dijo en su momento. Cuando EL PAÍS yEl Heraldo de Aragón publicaron, el 2 de marzo pasado, el informe de la fiscalía turca que ponía de manifiesto que 30 cadáveres estaban sin identificar pocas horas antes de su repatriación a España, el entonces ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, rechazó "rotundamente" que se cuestionara la "profesionalidad impecable" de los generales que firmaron la identificación de los cuerpos y lamentó que "un asunto tan doloroso haya sido objeto de un tratamiento informativo tan poco riguroso y con muy poco respeto a la intimidad de los afectados".
Ante la petición de explicaciones por parte del PSOE, el entonces presidente Aznar le espetó: "¡Dejen a los muertos en paz!"
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