Bush, al rebote
George W. Bush llega fuerte a la Convención Republicana que se abre mañana en Nueva York, en busca de un rebote,
un despegue que no le dan las encuestas. También lo intentó Kerry en la suya en Boston y no lo consiguió. Desde hace semanas hay un empate técnico, aunque las últimas encuestas sitúan a Bush ligeramente por delante de su adversario. Cuenta con un partido unido tras él como casi nadie lo tuvo antes. Pero también el Partido Demócrata hace piña en torno a Kerry. El número de votos decididos está prácticamente fijo, y el rechazo hacia el contrincante, a un nivel sin precedentes.
Ante esta profunda división en dos campos irreconciliables de la sociedad americana, es la batalla por ese 4% a 5% de indecisos la que quiere asegurarse Bush. Sus estrategas, y los errores del adversario, han logrado que durante tres semanas el debate se centrase sobre el pasado de Kerry en Vietnam, más que sobre el suyo propio o sobre Irak. Incluso Bush se ha presentado de perdonavidas al considerar que Kerry "no miente" al respecto.
Bush cuenta con la ventaja de ser el presidente. Pero también es el que ha metido al país en la guerra de Irak. Los informes oficiales sobre las torturas a presos en Abu Ghraib -apuntan al Pentágono, pero Rumsfeld no dimite- y el goteo de cadáveres y heridos no le favorecen, aunque en un giro táctico haya empezado a admitir que cometió "errores de cálculo" sobre la posguerra iraquí. Pero nada parece hacer mella sobre sus votantes, mientras sigue agitando la bandera de la "guerra contra el terrorismo" y la estrategia del miedo. Cuenta con su imagen de comandante en jefe, además de un calor humano que Kerry no logra transmitir, y que pesa tanto como la supuesta competencia o incompetencia de cada uno de ellos.
En cuanto a la economía, el paro ha bajado, pero el número de pobres ha subido por tercer año consecutivo -1,3 millones más en 2003, con un total de 35,9 millones- y el de personas sin protección médica ha aumentado en una cifra similar hasta 45 millones. No es en estos ámbitos donde va a calar el nuevo discurso de Bush sobre la "sociedad de la propiedad": la casa, el coche o las acciones.
A nueve semanas de las elecciones, un problema central de Bush es que no ha dado a conocer qué agenda propone para su segundo mandato ni de qué gente se rodeará. Bajar impuestos y luchar contra el terrorismo no basta, aunque en esta campaña no se discuta aún a fondo de sanidad, educación u otras cuestiones sociales. Pero de esta convención y del discurso de aceptación de Bush el jueves debería salir al menos un apunte, y quizás alguna sorpresa.
A las puertas del tercer aniversario del 11-S, los republicanos eligieron Nueva York para realizar su convención. Pero la Gran Manzana es una ciudad mayoritariamente hostil a los republicanos, e incluso Wall Street ya no está tan claramente con el presidente y su política económica. La cita ha hecho confluir a manifestantes que hoy demostrarán su oposición a Bush, a la guerra de Irak y a los recortes en las libertades. Escenificarán el rechazo frontal de una parte de los ciudadanos a Bush, pero si la manifestación degenera en violencia, los republicanos pueden sacar provecho de ello. Lo más probable es que esta convención no resulte decisiva, y la elección se juegue en los debates en televisión entre los dos candidatos, y en unos pocos Estados de la Unión, a sabiendas de que cualquier error puede ya resultar fatal para cualquiera de los contendientes.
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