_
_
_
_
Reportaje:

La ultraderecha holandesa se desintegra

La lucha entre los herederos de Pim Fortuyn, el líder asesinado en 2002, termina con el divorcio del grupo parlamentario y del partido

Isabel Ferrer

La lucha por el legado político de Pim Fortuyn, el líder ultraconservador holandés asesinado hace dos años por un ecologista radical, se ha desatado. Después de meses de malestar y peleas internas apenas disimulables, el grupo parlamentario (formado por ocho diputados) ha roto con su propio partido, la Lista Pim Fortuyn (LPF), y busca nuevas alianzas. Las acusaciones de mala gestión, falta de claridad en las cuentas y hasta una posible quiebra del grupo, acosado por las deudas, han marcado la labor de los herederos del antiguo sociólogo metido a aspirante al Gobierno cuya muerte aún no ha sido digerida del todo en los Países Bajos.

Las diferencias entre los diputados y el partido son notorias y la distancia geográfica entre ambos contribuye a ahondarlas. Los parlamentarios trabajan en La Haya, sede del Ejecutivo holandés. El cuartel general del grupo sigue en Rotterdam, donde Fortuyn fundó su movimiento. Los parlamentarios se quejan de las luchas intestinas en la Lista y del amiguismo mostrado por los gerentes que administran sus fondos. En especial, les molesta el lastre que supone depender de los donativos de conocidos magnates de la propiedad inmobiliaria. Dos de ellos, Ed Maas y Chris Thunnessen, han dejado más de dos millones de euros en las arcas del partido y desearían influir en la toma de decisiones.

Desde Rotterdam, el partido asegura que las disputas son viejas y lo único cierto es que el grupo parlamentario no quiere seguir adelante con ellos, sino con Leefbaar Rotterdam, el primer grupo político que abanderó Fortuyn y que tuvo que abandonar por demasiado radical. Luego fundaría la Lista que lleva su nombre reclutando a toda prisa a sus compañeros. Para los analistas, ahí radica el problema. El líder no tuvo tiempo de conocer bien a sus más cercanos seguidores y formó un grupo de inexpertos incompatibles entre sí, pero con ansias de poder. El descalabro del partido demuestra que Fortuyn era el ideólogo, el guía y el partido mismo. Una fórmula infalible en unas elecciones, pero que acabó por destruirlo todo a su alrededor cuando desapareció.

Al principio las grietas no se notaron mucho. El eco de las ideas de Fortuyn sobre el freno a la inmigración y al Islam le valieron al LPF 26 de los 150 escaños en los comicios posteriores a su muerte. Salido de la nada, el partido formó coalición con los democristianos y los liberales en mayo de 2002. Los fortuynistas consiguieron las carteras de Sanidad, Economía y Transporte y una nueva y muy significativa, la de Inmigración e Integración. Apenas seis meses después de arrasar en las urnas, sus peleas provocaron la caída del Gobierno. En enero de 2003, la democracia cristiana retuvo el poder en unas nuevas elecciones. La Lista obtuvo sólo ocho escaños y desapareció del Gobierno. Un batacazo del que no se ha repuesto.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_