Los mandos de EE UU dieron vía libre a los malos tratos, según 'Der Spiegel'
Los mandos de los servicios secretos militares de Estados Unidos dieron mano libre a las torturas en Irak, según se desprende de documentos en poder de la revista Der Spiegel. Al mismo tiempo, el sargento Ivan Frederick, de 37 años, reconoció ayer en parte su culpa por las torturas en la cárcel de Abu Ghraib. Sus abogados negociaron una reducción de pena para Frederick en el curso de las diligencias judiciales en la base militar de EE UU en Mannheim (Alemania) para decidir si sigue adelante el proceso contra siete presuntos militares torturadores.
Gary Meyers, defensor de Frederick, declaró ayer en Mannheim que en la cárcel reinaba "una atmósfera criminal" con continuos atentados contra los derechos humanos: "En Abu Ghraib había una quiebra absoluta de la disciplina y la autoridad".
En un mensaje electrónico del verano de 2003, citado por la versión de Internet de Der Spiegel, el capitán William Ponce junior, destinado en el servicio secreto del cuartel general de EE UU en Heidelberg (Alemania), advierte de que existe una diferencia entre "combatientes" y los "ilegales", elementos "criminales" a los que no se aplica la Convención de Ginebra. Añade Ponce que los destinatarios del mensaje deben ponerse en contacto con los especialistas en interrogatorios de sus divisiones. Hasta el 17 de agosto tenían que tener una "lista de peticiones" sobre los métodos de interrogatorio deseados.
Ponce concluye su mensaje: "En lo referente a estos presos ahora habrá que calzarse los guantes de seda. El coronel Boltz ha dejado claro que hay que quebrar a esos individuos. Nuestras pérdidas aumentan y tenemos que empezar a reunir informaciones para proteger a nuestros camaradas de posteriores ataques". En el momento en que fue enviado ese mensaje el coronel Steven Boltz era el segundo jefe de los servicios secretos del V Cuerpo del Ejército estadounidense. El mensaje termina con el lema: "El servicio secreto militar, siempre en primera línea".
En la vista ante el tribunal de Mannheim los defensores argumentaron ayer que sus clientes eran el último eslabón de una cadena de mando y cumplían órdenes para romper la resistencia de los presos. El juez militar, coronel James Pohl, rechazó la solicitud de citar como testigo al secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, y su segundo Stephen Cambone, pero no excluyó la posibilidad de llamar como testigos a oficiales de alto rango de los servicios secretos.
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