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Reportaje:

India afloja las tuercas

El Gobierno amplía las posibilidades de inversión exterior en los sectores estratégicos

India vive estos días la ilusión de que el nuevo Gobierno mejore en nivel de vida sin frenar el crecimiento económico, un 8,1% en 2003. Una ilusión que también se podría hacer extensiva a los empresarios extranjeros. Se van a reducir del 20% al 5% los aranceles de maquinaria textil, y las tarifas sobre hierro, acero y otros metales bajarán un 5%. Además, se amplían las puertas de los sectores estratégicos a la inversión exterior.

El Corte Inglés compra en India 30 millones de euros anuales en ropa y está instalando una oficina en Nueva Delhi para aumentar los encargos
El límite de participación extranjera directa se eleva hasta el 49% en aviación civil y seguros y hasta el 74% en las telecomunicaciones

Con más de 1.050 millones de habitantes, India, el segundo país más poblado del mundo después de China, esconde un potencial indiscutible para los inversores. Es verdad que un cuarto de la población vive en la miseria y que, haciendo cálculos, casi un 80% vive con menos de dos euros al día. Pero el otro 20% se traduce en un mercado de 200 millones de personas, una clase media con ansia de consumir artículos adaptados a su mentalidad, al gusto indio.

Dado el bajo grado de apertura de la economía india, al PIB del país (572 millones de dólares en 2003) le afecta mucho menos el ciclo internacional de negocios que un buen monzón, puesto que las lluvias copiosas aseguran buenas cosechas y, por tanto, el despegue de la actividad en las demás industrias. Ahora, sin embargo, se abren a la inversión extranjera las puertas de los denominados sectores estratégicos: el límite de participación directa exterior en aviación civil y seguros se eleva hasta el 49% (en la actualidad es del 26% y 40%, respectivamente), y en sector de telecomunicaciones alcanzará el 74% (ahora es del 49%). Aunque es un país en vías de desarrollo, su tasa de inflación es discreta, alrededor del 5%, comparada con la de otros países en la misma tendencia.

España vende a India un 0,2% de su total de exportaciones, e importa un 0,5%. Vende maquinaria, productos alimentarios y proyectos de ingeniería, y compra prendas de vestir, pescados o muebles y joyas, aunque estos últimos sectores destacan por su opacidad. En 2003, el comercio bilateral se ha estancado ligeramente, las exportaciones españolas han bajado de 273 millones de euros a 243. Las importaciones españolas procedentes de India crecieron, en cambio, un 7%, totalizando 1.085 millones de euros. Muestra del relativo dinamismo de las importaciones españolas, el año pasado el saldo comercial deficitario ascendió a 842 millones de euros, frente a los 700,5 millones de 2001.

Otra mentalidad

Una empresa española que venga a India tiene que saber a qué se expone. Es verdad que la complicada burocracia y la corrupción son barreras que hay que saltar, pero los costes de mano de obra son muy baratos. Los horarios laborales dilatados y la ausencia de seguridad social juegan a favor del empresario. Y ya no hace falta un socio indio para instalarse, aunque el tener uno bueno es pieza clave para entenderse en un país que tiene sus propios códigos internos. "Es un mercado que dista de estar saturado en cualquiera de sus segmentos, ya sea el del sector del automóvil o la construcción", afirma José Antonio Bretones, consejero de la Oficina de Negocios de España en Nueva Delhi. "El inversor español tiene que venir con otra mentalidad", asegura.

De hecho, algunos fracasos han sido estrepitosos en el desconocido y a veces confuso mercado indio. Pero cuando un producto funciona, lo hace muy bien, como los caramelos de la firma catalana Joyco -ahora norteamericana-, que se convirtió en la segunda empresa de confitería del país después de la italiana Perfetti.

José Manuel Santamaría también puede hablar de éxitos. Inversor valenciano asentado desde hace casi diez años en India, participa o ha creado y participado en el capital de sociedades indias como Sojfood (de complementos nutricionales), Avisor India (de transformadores eléctricos) o la Compañía Europea del Agua (que fabrica filtros y sistemas de depuración). Al principio le fue mal, pero no se rindió. "Tuvimos problemas con la estrategia de marketing, con los plásticos que se derretían por el calor, pero fuimos mejorando. Este mercado es el futuro", explica. Ahora fabrica 14.000 filtros al año y piensa introducir la horchata en las tiendas: ya está probando con buenos resultados el cultivo de chufas en el sur del país.

Por su parte, Jorge Mullor se queja a veces de que sus obreros no son polivalentes, no les puede cambiar de seleccionar a cortar pieles. En su factoría de Delhi, iniciada por su padre, ha visto caídas en la gestión y subidas en la producción, pero la empresa familiar de fabricación de prendas de ovino y bovino avanza. Sin contar con la de curtidos, la industria textil es la más grande de India, que genera un cuarto de las exportaciones totales del país. España ha importado el año pasado más de 68 toneladas de tejidos por valor de 360 millones de euros, de los cuales un tercio son prendas de vestir confeccionadas. El Corte Inglés compra aquí cada año 30 millones de euros en ropa y está instalando una oficina en Nueva Delhi con la intención de aumentar los encargos para sus centros de España y Portugal. Zara trabaja directamente con sus proveedores y hasta Mango abrió un par de tiendas en régimen de franquicia. El vencimiento del acuerdo multifibras en el próximo mes de enero beneficiará tanto a India como a China y se espera un incremento de la demanda considerable. La demanda de maquinaria textil para la industria local también crecerá.

Hablar del sector de la automoción supone bajar al sur del país, hasta Pune, en el Estado donde también se encuentra Bombay. Allí operan, fabricando componentes de automóviles, Tata Ficosa, Grupo Antolín o Cooperativa Mondragón. Un poco más abajo, en Tamil Nadu, se encuentra el grupo Irizar, fabricante de autobuses de lujo. El producto español, para ser competitivo, tiene que enfrentarse a la carestía de precios y a aranceles de importación que rondan el 39%. Con todo, el sector está en auge en India y una media docena de empresas españolas producen aquí con costes muy baratos para el mercado local y europeo. "Los que vinimos aquí nos estamos haciendo un hueco. Sólo hay que tener un poco de paciencia", explica Itziar Antonana, que trabaja para Rinder, de diseño de productos de iluminación para motos. Antonana destaca el movimiento de personal cualificado en el sector, así como las facilidades de distribución del producto.

Crecen las infraestructuras

Rinder, que emplea a 350 personas en dos plantas de producción, pasó de vender alrededor de medio millón de euros en 1997-1998 a 4,5 millones en 2003, con perspectivas de llegar a los ocho millones este año. "Entre el autobús Volvo, que vale un millón de rupias, y el indio, que vale 200.000, el comprador gasta un poco más y se queda con el nuestro, que es mejor que el local". Así explica M. Matra, responsable de la Cooperativa Mondragón en Pune, la estrategia de los autobuses Irizar, de los que venden unos 100 al año en India.

En el área de infraestructuras y material eléctrico todo crece en el país: los kilómetros de carreteras, el tráfico de mercancías en los trenes (creció un 5%), la generación de energía (3,7%), y con ellas, industrias como la de la electricidad. Los generadores -en India los apagones están a la orden del día- e interruptores y fusibles son altamente demandados.

El navarro José María Barasoain recuerda su primer gran proyecto con Cobra, del grupo Dragados: la electrificación de Cachemira hasta Punjab, dos líneas de alta tensión de 600 kilómetros. Emplearon a más de 6.000 personas. Ahora el reto está siendo la electrificación del metro que se está construyendo en Nueva Delhi. "Fue una sorpresa que no nos esperábamos", comenta. Como director de la zona Asia de Cobra, que factura unos 20 millones de euros anuales, destaca el abismo entre el obrero poco cualificado y los grandes profesionales locales. "Aquí un consejero delegado le puede dar mil vueltas a uno español, están muy bien preparados". Pero Barasoain, responsable de la mayor empresa española asentada en India, no lo duda: "Es un mercado con potencial. Con cuidado, se puede hacer dinero".

La industria textil genera una cuarta parte de las exportaciones del país.
La industria textil genera una cuarta parte de las exportaciones del país.

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