Suráfrica, naturaleza rebelde
De Johanesburgo a Ciudad del Cabo, por las tierras rojas del continente
Escribió J. W. Goethe que las obras de arte supremas nos muestran "naturalezas vivas altamente organizadas, caracteres, la capacidad de estar en reposo o movimiento, el ser ideal, la gracia y la belleza". El escritor alemán propuso el grupo escultórico del Laocoonte, en el Palazzo Belvedere del Vaticano, como ejemplo de tal dignidad artística. "A pesar del patetismo representado, se suaviza la tormenta del dolor", argumentó. Por ésa y por tantas razones, el mítico círculo del arte es capaz de habitar y descansar en países de naturaleza poderosísima como Suráfrica, aunque las serpientes de la enfermedad y la miseria se enrosquen y opriman, e incluso una de ellas muerda mortalmente, como hizo la del mito, después de haber sido provocada por la necia ambición humana.
Uno de los deportes favoritos del turista es contemplar de cerca y fotografiar a los Cinco Grandes, los Big Five, un término tomado de la jerga de los cazadores para referirse a los animales más peligrosos y ansiados para el trofeo. El león, el rinoceronte negro, el búfalo, el elefante y el sanguinario leopardo protagonizan escenas brutales sobre la sabana
En 1963, Nelson Mandela y otros siete activistas políticos fueron condenados por el Gobierno surafricano a cumplir cadena perpetua en Robben Island, una pequeña Alcatraz de máxima seguridad, cuyo principal peligro era una cantera de cal donde los prisioneros debían trabajar sufriendo daños en los ojos debido al polvo y al reflejo del sol en las paredes calizas
Como un relámpago fijado, como una ola petrificada que se aproxima a la orilla, la imagen que le queda al visitante de Suráfrica es la de una antorcha candente que ilumina la noche de los tiempos y su futuro, tan hermoso como inspirador. Suráfrica no sólo se comporta como una grácil escultura del ser ideal, es el padre Laocoonte, el sacerdote troyano que hirió al caballo de Troya y quiere liberarse y liberar a sus hijos de las ligaduras con violencia; él oprime a la otra serpiente, y ésta, irritada, lo muerde en la cadera y ahoga su grito.
El moderno Estado de Suráfrica, que surgió como una nación de paso para los comerciantes holandeses, los afrikáner, que en el siglo XVII reponían sus bodegas en El Cabo en el curso de sus largos viajes hacia Oriente, se desembaraza paulatinamente de los reptiles de la discriminación racial mientras se sube al carro de los descubrimientos tecnológicos y las sofisticadas infraestructuras con la rapidez de un jaguar. La opresión y el sufrimiento causados por los lúgubres años del apartheid proporcionaron mucho material para las artes. Suráfrica es el Tercer y el Primer Mundo dentro del mismo territorio. Un país cuya Constitución, nacida en 1996 de las primeras elecciones libres, cuenta con la carta de derechos más extensa del mundo.
La abundancia de recursos naturales de este país de tamaño equivalente a Francia y España juntas; la amabilidad de la gente, distribuida en ocho etnias, y la sorpresa de la diversidad de sus paisajes vírgenes garantizan al turista una experiencia sobrecogedora. Bajo una altísima bóveda azul se extiende una paleta de matices única en el mundo. Desde los paisajes lunares de dramática aridez del desierto del Namib hasta la costa boscosa de la Ruta Verde. Desde el seco Karoo del interior hasta el abrupto Drakensberg del este, la llamada pequeña Suiza; los tonos amarillos de Bushveld, cerca del Blyde Canyon y el parque Kruger; los extensísimos viñedos de El Cabo y los campos de flores primaverales de Namaqualand, y las marronosas ciénagas del cinturón costero de Kosi Bay.
Desde las sencillas cabañas hechas con alfombras, las colmenas zulúes, las llamativas casas ndebeles con sus motivos geométricos pintados sólo por mujeres, las chozas de los basoto, las arquitecturas del barroco holandés y las mansiones victorianas y georgianas, se asoma el enjambre de culturas ancestrales que componen Suráfrica, una nación única, que conserva los restos más antiguos del ser humano desarrollado, el Homo sapiens sapiens, hallados en Langebaan, y también la semilla del futuro desarrollo del continente.
Un viaje por las posibilidades que ofrece la poesía de la diversidad, el arte y la política en un país que, sin pausa, desmantela la dominación y ahonda con audacia y generosidad de espíritu en su propio enigma. El premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee escribió: "Los nuevos hombres del Imperio son los que creen en nuevos principios, nuevos episodios, nuevas páginas; yo sigo luchando con la vieja historia, esperando que antes de que se acabe me revelará por qué llegué a creer que valía la pena el esfuerzo".
1 GOLD REEF CITY Y SOWETO
Ocho kilómetros al sur de Johanesburgo, Gold Reef City cuenta con la única mina del país donde se puede ver una demostración de cómo se funde el oro. Se trata de una alegre reconstrucción de la época en la que se transformó de campo minero a ciudad en torno al pozo 14, un inmenso hoyo que estuvo en funcionamiento entre 1887 y 1971.
A 10 kilómetros de la ciudad se encuentra Meadowlands, donde conviven unos cinco millones de personas. Los orígenes de esta histórica barriada se encuentran en Sophiatown, el llamado Bronx surafricano. Su ambiente estimulante lo diferenciaba de los demás townships porque guardaba los vestigios del glamour de los años cincuenta, cuando se desarrolló una cultura urbana negra que convirtió el lugar en un mito. En aquella sórdida barriada vivían algunos de los mejores talentos de Johanesburgo: artistas, diseñadores, músicos y periodistas, blancos y negros se reunían en los shebeens (bares ilegales).
Esa efervescencia duró muy poco, el Gobierno tardó cuatro años en trasladar a todos sus habitantes a un asentamiento sin personalidad en las afueras de la ciudad, hoy Soweto, para dejar paso al barrio blanco de Triomf. Hacia 1959, la mítica Sophiatown cambió la música de sus acordeones, armónicas, trompetas y clarinetes por el ruido de las cadenas de la opulencia.
2 EL VOLCÁNICO PARQUE NACIONAL DE PILANESBERG
A unos pocos kilómetros de la tranquila ciudad de Rustenburg se encuentra el genuino y apacible parque nacional de Pilanesberg, una inmensa llanura elevada donde hace millones de años bostezaba un furioso volcán del que hoy únicamente quedan tres anillos de pequeñas colinas de lava alrededor del céntrico embalse de Mankwue. Pilanesberg es el resultado del proyecto de reimplantación y repoblación más ambicioso de Suráfrica, y en él no es difícil que el turista, a bordo de un jeep, se tope con un elegante impala o una cebra descarriada de su grupo. Una opción popular para visitar este inmenso parque son las excursiones en globo, siempre que no haya viento. Pilanesberg también cuenta con numerosos alojamientos muy bien equipados, bungalós y parques de caravanas desde donde se avistan casi todas las escenas de El libro de la selva.
3 SUN CITY Y LA CIUDAD PERDIDA
Bienvenidos a la ciudad que nunca duerme, Las Vegas surafricana, la isla millonaria de un multimillonario sin complejos astrológicos, Sol Kerzner. En Sun City todo es posible. A media hora de coche desde Rustenburg y a dos desde Witwatersrand, esta ciudad fantasma -que antiguamente formaba parte de la cuasi independiente República de Bophuthatsuana, donde el juego, completamente prohibido en Suráfrica, era legal- recibe cada día miles de turistas, la mayoría de raza blanca, que se trasladan a sus lujosos hoteles directamente desde el aeropuerto de Johanesburgo, para convertirse en esclavos del oro y el neón. Entre bailarinas emplumadas y escenarios de cartón piedra que imitan a las películas de Indiana Jones -cada día, a las 18.00, un terremoto parte casi en dos el puente Elephant Walk, que lleva a la Ciudad Perdida-, el turista puede acceder entre exuberantes jardines al Kwena Gardens, con sus inquilinos estrella, los cocodrilos del Nilo. Desde Roaring Lagoon, en el exótico valle de las Olas -un oasis artificial con una playa que cada 90 segundos escupe olas de dos metros-, se divisa la mítica Ciudad Perdida, rodeada de una jungla de juguete y un inmenso campo de golf que encuentra en el hoyo número 13 la justificación de todo supersticioso: una charca de cocodrilos dispuestos a engullir las pelotas como si fueran palomitas de maíz.
4 DE WILDT, TERRITORIO DE LOS GUEPARDOS REY
Uno de los deportes favoritos del turista es contemplar de cerca y fotografiar a los Cinco Grandes, los Big Five, un término tomado de la jerga de los cazadores para referirse a los animales más peligrosos y ansiados para el trofeo: el león, el rinoceronte negro, el búfalo, el elefante y el sanguinario leopardo protagonizan escenas brutales sobre la sabana.
En la reserva De Wildt, muy cerca del fabuloso embalse de Hartbeespoort, lugar de culto de los surfistas de Johanesburgo y Pretoria, viven en cautividad los elegantes guepardos rey (el animal más rápido, hasta 110 kilómetros por hora). La imagen de estos felinos de piel imposible es uno de los más bellos recuerdos. Además de los guepardos rey, De Wildt desarrolla programas con las temibles y matriarcales hienas, los wild dogs o perros salvajes, los buitres, los avestruces, los impalas y los nialas. Las visitas son en grupo y hay que hacer la reserva con antelación.
- www.dewildt.org.za.
5 LAS CASAS DE COLORES DE SIYABONGA
Lesedi es un gran poblado donde conviven de forma artificial diferentes culturas de influencias ancestrales. En esta pequeña Suráfrica multicultural, lo primero que llama la atención es el colorido de las casas y los atuendos de sus moradores. Es el Cape Coloured, que con sofisticados ritos de danzas como la apabullante Giant Engoma da la bienvenida al gris europeo y muestra sus casas de juncos (hardbieshuisie) como pequeñas cúpulas o iglús hechos de alfombras. Colmenas zulúes; las casas tapizadas de los nómadas jonia; las cabañas xhosa, de barro, decoradas con coloristas motivos geométricos; las casas de los basoto, construidas con bloques de barro o piedra, o las caleidoscópicas de estilo ndebele, las más elaboradas.
- www.lesedi.com.
6 BIG HOLE Y EL POBLADO MINERO DE KIMBERLEY
Impresionantes grúas dominan el paisaje de las afueras de Kimberley, donde se encuentra el Big Hole, el hoyo artificial más grande del mundo, una enorme garganta de un kilómetro y medio de perímetro y casi un kilómetro de profundidad. Desde 1870, cuando se descubrieron chimeneas de kimberlita con diamantes, el Gran Agujero atrajo a cientos de miles de mineros que trabajaron durante casi 50 años con poco más que picos y palas para extraer un total de 15 millones de quilates de diamantes. El despiadado financiero Cecil John Rhodes se convirtió en el empresario modelo de Suráfrica, compró las minas, montó un holding y atrajo a este pequeño poblado a los magnates de todo el país.
Hay una réplica del diamante Cullinan, la piedra preciosa más grande del mundo, en el Kimberley Mine Museum, un curioso poblado dispuesto alrededor del Big Hole formado por calles adoquinadas flanqueadas por edificios históricos decorados con muebles originales. Está la iglesia luterana de Saint Martin, la casa de compraventa de diamantes De Beers -con el despacho original de su fundador, Alfred Beit-, el saloon y la bolera, la farmacia y la licorería, la consulta del médico y la casa de agua mineral Sullivan's.
7 LOS PINGÜINOS DEL CABO
En Simon's Town, capital de la Marina surafricana, en las afueras de Ciudad del Cabo, se encuentran las Boulders, enormes rocas de granito que dan protección a sus habitantes, los pingüinos. Un paseo por la playa entre Boulders y Seaforth conducirá al visitante a calas pequeñas y apartadas donde campan a sus anchas miles de aves con frac a las que les gusta curiosear entre los bolsos de los turistas. Los pingüinos de Ciudad del Cabo son muy vulnerables, las aves rapaces de la zona les roban los huevos y algunos mueren devorados por los tiburones y orcas. Pero no se confíen, también ellos saben defenderse con su poderoso pico si se les molesta durante su periodo de incubación y cría.
8 ROBBEN ISLAND, LA PRISIÓN DE NELSON MANDELA
Esta isla plana y rocosa se encuentra a 11 kilómetros de Ciudad del Cabo y desde 1936 sirvió de colonia penitenciaria a los gobernantes europeos para encerrar a los jefes rebeldes xhosa. En 1963, Nelson Mandela y otros siete activistas políticos fueron condenados por el Gobierno surafricano a cumplir cadena perpetua en esta pequeña Alcatraz de máxima seguridad, cuyo principal peligro era una cantera de cal donde los prisioneros debían trabajar al menos durante seis horas sufriendo daños en los ojos debido al polvo y al reflejo del sol en las paredes calizas. Hoy, Robben Island cuenta con un Museo para la Joven Democracia Surafricana y un instituto para la conservación del patrimonio natural de la región, aunque, se ha de decir, ninguno de los árboles de la isla es autóctono. El faro de esta isla se asemeja a un cíclope de cuento.
- www.robben-island.org.za.
9 CABO DE BUENA ESPERANZA
El portugués Bartolomeu Dias bautizó en 1487 esta península como cabo de las Tormentas. No sólo era el punto de confluencia entre el océano Atlántico y el océano Índico, también abría la esperanza de un nuevo camino hacia la India. Reserva natural, cementerio de grandes barcos y buques de vapor como el Thomas T. Tucker o el Kakapo, con sus cascos fantasma que han servido de plató para rodar grandes producciones de Hollywood, el cabo es uno de los más bellos lugares de peregrinaje del turismo europeo, con la carretera de Chapman's Peak como principal arteria que traza la ruta panorámica en la cara del acantilado. Las olas rompen sin cesar contra las rocas de cabo Agulhas, el punto más extremo del sur del continente. El faro Kommetjie se enfrenta impertérrito a las turbulencias y uno se siente un ser insignificante entre tanta belleza que, por poderosa, ablanda el espíritu.
10 TABLE MOUNTAIN, VISTAS SOBRE CIUDAD DEL CABO
Esa sensación de pequeñez se repite desde las cumbres de Table Mountain, una bellísima meseta erosionada por el viento y las temperaturas extremas que antes había sido una península sumergida en el mar. Por los numerosos senderos que suben a la cima, el monte Table ha de recorrerse con el alma en vilo y un ojo en la nuca, pues a cada paso uno tiene la sensación de que va dejando atrás una postal única.
La mejor ruta es la Platteklip Gorge, aunque también se puede ascender en teleférico cuando el día no es ventoso o con niebla, y alcanzar las insuperables vistas de la meseta, una sana alternativa a la religión. Cae el sol sobre la presa Hely-Hutchinson y de Black Table, con Flase Bay y Cape Point al sur. Si miramos hacia Sea Point, en dirección oeste, veremos la singular Lion's Head recostada sobre un anillo verde, una colina con forma de cabeza leonina que reposa su agresividad para siempre y parece convencida de la necesidad de la inteligencia de los delfines que se avistan ahí abajo.
GUÍA PRÁCTICA
Datos básicos - Prefijo telefónico: 00 27 - Población: 38 millones de habitantes. - Capitales: Pretoria (administrativa), Ciudad del Cabo (legislativa) y Bloemfontein (judicial).- Embajada de Suráfrica en Madrid: 914 36 37 80.- Información turística: en el teléfono 831 23 23 45, en www.southafrica.net y www.tourism.org.za.Cómo ir - Iberia (902 400 500; www.iberia.com) vuela directo entre Madrid y Johanesburgo por 975 euros más tasas (a veces hay ofertas especiales).- British Airways (902 111 333; www.ba.com). De Madrid a Johanesburgo, vía Londres, por unos 1.120 euros, tasas incluidas.Dormir- The Palace of the Lost City (145 57 30 00). En Sun City. Un hotel lujoso que recrea un antiguo templo africano. La doble, unos 65 euros.- Diamond Protea Lodge (538 31 12 81; www.proteahotels.com). En Kimberley, muy cerca del Big Hole, el agujero humano más grande del mundo. La habitación doble, unos 60 euros.- Tshukudu Lodge (157 93 24 76; www.tshukudulodge.co.za). En Pilanesberg. Junto a un abrevadero al que acuden los animales del parque. En pensión completa, 152 euros. Incluye una excursión diaria por la zona.- A Room With a View (114 82 54 35).Una romántica casa de huéspedes en Johanesburgo bautizada en honor a la novela de E. M. Forster. Unos 70 euros la doble. - The Lord Milner (235 61 30 11; www.matjiesfontein.com). En Matjiesfontein, un pueblo histórico victoriano a 250 kilómetros de Ciudad del Cabo. La habitación doble, unos 58 euros.Actividades- Pingüinos en el parque nacional Boulders (217 86 23 29; www.cpnp.co.za/brochboulders.html). Abierto todos los días de 8.00 a 17.00. La entrada al parque cuesta dos euros.
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