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Reportaje:

Terraza y barbacoa

Las ofertas para comer disfrutando del aire libre se multiplican durante los meses de verano

Son días de ensalada y asados, de jarras de cerveza y mesas y sillas de madera. Entre las actividades tópicas del verano (playa, aftersun y chiringuito; fiestas patronales, pañuelo al cuello y kalimotxo) hay una que resulta imprescindible para todas las edades y clases sociales: la comida al aire libre, bien pagando, bien en autoservicio. Y si alguien lo duda, que se lo pregunte a Georgie Dann, que se hizo millonario un verano de estos cantando su peculiar oda a la barbacoa.

En el territorio vasco hay algunos lugares imprescindibles para comer al aire libre. Empezando por la costa, la primera cita es Zierbena, en Vizcaya, con ese rosario de asadores y restaurantes que se reparten a todo lo largo del puerto y la playa de la localidad encartada. Lo mismo ocurre también en Plentzia, Bakio o Lekeitio, sin salir de territorio vizcaíno. Pero la referencia por antonomasia de esta parte de la costa vasca es, sin duda, Santurtzi y sus sardinas, las que le han dado fama en medio mundo. Aunque ya no se encuentran las parrillas de antaño, todavía se siguen asando sardinas en el Kai-alde y, sobre todo, en el Hogar del Pescador, situado en el mismo puerto de la localidad (tel. 94 4610211).

Y si las sardinas suponen el símbolo de Santurtzi, igual sucede con el besugo y la lubina en Orio. Los asadores de la localidad guipuzcoana son célebres por sus especialidades en la aristocracia del pescado blanco, pero el Xixario, justo debajo de la iglesia de San Nicolás, (tel. 943 830019) o el cercano Joxe Mari (tel. 943 830005) también trabajan con el pescado azul, como bien saben quienes han probado sus chicharros de temporada. La afición por el pescado a la parrilla llega también a la playa donde se puede acudir al Ardora, que funciona todo el año, y al Kresala y al Txalupa, en temporada.

Además de estos ejemplos costeros, la afición por disfrutar de una buena comida bien oxigenada también se vive en el interior de Euskadi. Ahí mandan las referencias alavesas, empezando por su capital, Vitoria, cuyo parque de la Florida es uno de los jardines urbanos más bellos del País Vasco. El restaurante que aloja, el Longo, cuenta con una terraza que permite disfrutar de esta naturaleza urbana a base de platos sencillos: ensaladas, pastas y arroces (www.longoflorida.com).

Volviendo a las brasas, cómo olvidarse de la leña por excelencia, la de la vid, el sarmiento, que resulta imprescindible para asar una buena ración de chuletillas de cordero o una ristra de chorizo riojano. Dentro de esta celebración del asado, la mejor recomendación pasa por la visita a una de las más de 200 bodegas de la Rioja Alavesa que acogen visitas con cita previa. Una buena referencia para ello es la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA): www.riojalavesa.com.

Además, el territorio sin salida al Cantábrico cuenta con un mar interior del que disfrutan por igual alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos. Son los pantanos del Zadorra, entre el parque de Garaio y Landa. En todas sus orillas, bien en zonas acondicionadas para el esparcimiento o bien en barbacoas improvisadas, el humo de la cocina de leña se vuelve constante en la que se convierte en una de las mayores celebraciones gastronómicas al aire libre.

Para terminar, algunos consejos que no son tan tópicos, como bien se comprueba agosto tras agosto. Además de la precaución a la hora de prender un fuego en plena canícula en medio de una zona boscosa, sí resulta necesario recordar que las altas temperaturas son malas acompañantes de los productos frescos. Así que, para evitar la desagradable salmonella, lo mejor es procurarse de una nevera portátil y de trapos e instrumentos de cocina bien limpios. No vaya a ser que por una bacteria no se llegue a disfrutar adecuadamente de la canción del verano.

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