61 familias de Sallent abandonan sus casas, amenazadas de hundimiento
Los edificios se hallan sobre una antigua mina de potasa
El Gobierno de la Generalitat y el Ayuntamiento de Sallent han iniciado el proceso para realojar de forma urgente a 61 familias del barrio de la Estación de este municipio, que está construido sobre una vieja galería de potasa abandonada y sufre un proceso de hundimiento continuado. Los vecinos están siendo realojados después de que un informe aconsejara el abandono inmediato de los edificios.
Un informe técnico de finales de julio, firmado por el arquitecto César Díaz de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), concluye que los vecinos de siete escaleras de los bloques de Comamala Poal, del barrio de la Estación, deben ser desalojados "en semanas, mejor que en meses" a causa del avanzado deterioro de su estructura, "sentencia" que ha precipitado el cambio.
Hace nueve años que los vecinos habían denunciado el problema y sólo se había actuado en dos escaleras, hace un par de años, ante el peligro inminente. Los vecinos creen que entonces no se derribaron más edificios porque Sallent no tenía capacidad para albergar a más familias en pisos de Adigsa (empresa pública que gestiona las viviendas de la Generalitat), a pesar de que otras escaleras estaban "en las mismas o peores condiciones que los pisos entonces desalojados". La Administración justificó la limitación de los derribos.
Cuatro camiones de mudanzas iniciaron ayer el traslado de los enseres y muebles de las primeras familias desalojadas: cargaban los camiones y recorrían los escasos dos kilómetros que los separaban de los 40 nuevos pisos de Cal Sala, que Adigsa ha construido en Sallent, ya pensando en dar una solución a las personas residentes en estos bloques. En estos pisos se ha ubicado a los 38 propietarios que residían en los pisos de Comamala Poal, mientras que las 23 familias que estaban en viviendas de alquiler han sido trasladadas a otras poblaciones de la misma comarca: Avinyó, Balsareny, Santpedor, Manresa, Navàs y Súria, según explicó el secretario de Vivienda, Ricard Fernández.
El proceso ha sido rápido: con el informe en la mano, el Gobierno catalán instó a la constructora de los pisos de Cal Sala para que acelerara la finalización de los mismos; la semana pasada, el Ayuntamiento comunicó a los vecinos que les quedaban sólo días de residir en la Estación y el lunes sortearon las llaves de las nuevas viviendas mientras decidían cómo distribuir a quienes eran inquilinos y en qué condiciones se alojaba a las nuevas familias: una autorización de ocupación de los pisos a precario, con los gastos comunes a cargo de la Administración y los individuales (agua, luz y gas) a cargo de los ocupantes.
La alcaldesa de la población, Mireia Cortés (ERC), asegura que la urgencia vino dada por el informe técnico de la UPC y que como máxima responsable del municipio "debía decretar el desalojo" porque es su función "velar por la seguridad de los sallentinos".
Grietas al cielo
Los vecinos vivían ayer entre la tristeza de dejar una propiedad y la tranquilidad de salir de casas en las que se dormía viendo el cielo entre las grietas. El portavoz de la Asociación de Vecinos, Rodrigo García, explica que el traslado se ha realizado en un clima de serenidad y con un nivel de diálogo con la Administración actual, la municipal y la autonómica, que agradece, sobre todo después de años de duro enfrentamiento con la Generalitat y el gobierno local de CiU.
Era una muerte anunciada para los bloques sociales de Comamala Poal, una obra que se construyó entre el Ayuntamiento de Sallent y la parroquia del mismo municipio desde 1963 hasta 1971, a través de una cooperativa que pretendía aportar pisos a bajo precio para las clases sociales que no podían adquirir viviendas en las condiciones de mercado. Además de estos bloques, en el barrio hay unas 350 edificaciones más que tienen en el horizonte el mismo fin. Los técnicos aseguran que este terreno, donde también se ubicó recientemente el instituto de Sallent, sólo puede ser declarado zona verde.
En el barrio habían vivido unas 900 personas. Ahora quedan alrededor de 700, y en los próximos días, con el traslado de estas 61 familias, permanecerán poco más de 500 personas. Éstas, en su inmensa mayoría no viven en pisos sociales, sino en casas construidas con ahorros familiares de largos años de trabajo. En este caso, el principal problema no es sólo el realojamiento (se busca suelo disponible y seguro en Sallent para construir vivienda pública), sino que los propietarios desean que se les indemnice porque construyeron o compraron la casa sin que nadie les advirtiera del problema que se podía generar en el subsuelo.
El barrio de la Estación de Sallent está levantado sobre una vieja galería de potasa, que se explotó hasta mediados de la década de 1950 y que no se abandonó definitivamente hasta 1976, cuando los pisos que ahora no se mantienen en pie ya se habían construido. La presencia de agua dulce en el interior de la galería ha comportado un proceso de disolución de las capas salinas causando, a unos 200 metros de profundidad, una gran cavidad que podría albergar en su interior una catedral. La repercusión en superficie es un hundimiento continuado a un ritmo de entre uno y dos centímetros por año.
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