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Pie de foto / 16 de febrero de 2004 | ESTILO
Columna
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Respuesta para todo

Juan José Millás

No hay edición de Arco en la que no acabe en la basura una obra de arte que el servicio de limpieza confunde al final de la jornada con una inmundicia. Si durante una de esas frías noches de febrero se da usted una vuelta por los alrededores de los pabellones de Ifema, tropezará con sombras huidizas que hurgan ansiosamente entre la porquería de los contenedores. No son mendigos, son artistas que intentan recuperar la pieza que ha desaparecido de su exposición sin que nadie la haya comprado. A veces, si tenemos en cuenta que cada día aumentan las corrientes artísticas que utilizan la materia fecal como materia prima, estas piezas realizan un curioso viaje de ida y vuelta entre los estercoleros y las salas de exposiciones. Unos gamberros me aseguraron que habían colocado en un lugar estratégico una caca de cartón amparada por una etiqueta en la que ponía "escatología evidente" y que, ante la duda de si era o no una obra de arte, nadie se atrevió a retirarla hasta pasadas seis o siete horas.

La persona de la foto parece consumida también por la duda. Doy fe, sin embargo, de que lo que contempla es una obra de arte compuesta por cinco papeleras, una de ellas volcada, donde se almacenan desechos de material informático. Cabe suponer que, al no haber mezclado estos desechos con mondas de naranjas o raspas de sardinas, el artista ha querido decirnos que está, como las autoridades municipales, a favor del reciclaje. Lógicamente, y dado que estos desperdicios ocupan más espacio que los convencionales, ha ideado unas papeleras más grandes que las de toda la vida. Podemos asegurar, en fin, que se trata de un artista comprometido con el entorno (quizá un ecoartista o artista ecológico) y radicalmente a favor de la reutilización. Quizá no sea un compromiso en el sentido sartreano del término, pero quién sabe hoy de qué hablamos cuando hablamos de Sartre.

¿Por qué una de las papeleras aparece volcada? ¿Quizá para hacer más accesible su contenido al visitante? No es probable. Lo que el artista ha querido denunciar, siempre según mi propia lectura, es la inestabilidad de esos contenedores cuyo punto de gravedad está demasiado alto en relación al peso que han de soportar cuando el recipiente se llena. ¿A qué persona como Dios manda le gusta ver una papelera volcada? A ninguna. De hecho, cuando la gente pasaba cerca de esta instalación se separaba un poco para evitar el desagradable espectáculo. Sólo la mujer de la fotografía se atrevió a detenerse frente a la obra en la actitud perpleja que pueden observar.

Eso, claro, en el caso de que se tratara de una mujer de verdad, pues desde hace ya algunas ediciones proliferan en Arco unas estatuas de resinas sintéticas que reproducen cuerpos de hombres y mujeres a tamaño natural y en actitudes cotidianas. Su parecido con los cuerpos reales es tal que a veces no te das cuenta de que son de mentira hasta que tropiezas con ellos. No hemos conseguido averiguar si la chica era cierta o no. Pero de ser una estatua y formar parte, por tanto, de la instalación, tendríamos que considerar la posibilidad de que el artista haya querido lanzar un mensaje distinto, no necesariamente ecológico, que en estos momentos no se nos ocurre. No tenemos respuestas para todo.

ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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