Bush nombra jefe de la CIA a un antiguo agente para corregir los fallos del espionaje
Los demócratas critican la designación de Porter Goss, congresista republicano de Florida
Porter Goss, congresista por Florida, experto en espionaje militar y antiguo agente de la CIA, fue propuesto ayer por el presidente George W. Bush para dirigir la Agencia en uno de los peores momentos de la organización, que ha recibido numerosas críticas por su papel antes del 11-S y de la guerra de Irak. Bush cree que Goss "está bien preparado para la misión esencial de dirigir la Agencia en los desafíos y amenazas de este peligroso nuevo siglo". A pesar de las reticencias demócratas, no se espera que el nombramiento encuentre obstáculos para ser confirmado por el Senado.
Lo que le ha hecho a Bush elegir a Goss es que "conoce la CIA de arriba abajo" y que es "el hombre adecuado para dirigir y reforzar la agencia en este momento fundamental en la historia de nuestro país", "un líder con una enorme experiencia en asuntos de espionaje y de lucha contra el terrorismo". La labor de la CIA, añadió el presidente en la breve ceremonia celebrada en la Casa Blanca, "es vital para nuestra seguridad". Porter Goss, de 65 años y considerado uno de los aspirantes con más posibilidades de dirigir la CIA desde la dimisión de George Tenet, hace dos meses, agradeció el encargo reivindicando con orgullo su paso por la Agencia y defendiendo a sus miembros: "De lo que muchos norteamericanos no se dan cuenta es de que tenemos un grupo extraordinario de gente en todo el mundo trabajando duro en situaciones peligrosas".
Goss entró en el mundo del espionaje en 1960, nada más concluir sus estudios en Yale. Trabajó durante dos años en inteligencia militar y entró después en la CIA, en donde estuvo 10 años, sobre todo en Europa y Latinoamérica. De sus actividades no hay casi ningún dato, pero él ha revelado que estaba destinado en Miami en 1962, durante la crisis de los misiles soviéticos en Cuba. Goss desembarcó en la política local de Florida y, en 1988, consiguió un escaño en la Cámara de Representantes, en la que ha estado los últimos 16 años. De este periodo, la mitad lo ha cubierto como presidente del Comité de Inteligencia.
Desde ese puesto, Goss vivió el 11-S y la guerra de Irak, cuando la CIA y otros organismos fracasaron a la hora de prevenir los atentados y al haber sido incapaces de determinar la verdad sobre los arsenales de armas de Sadam. También jugó un papel muy activo en el debate organizado por la comisión del 11-S, que concluyó que los atentados estuvieron precedidos por "profundos errores institucionales".
Bush aceptó -en contra de la opinión de varios miembros de su Gobierno- una de las recomendaciones de la comisión del 11-S, la de crear un puesto de director nacional de inteligencia y seguridad, alguien que coordine el trabajo de todos los organismos -más de una docena- que tienen que ver con el espionaje y el terrorismo. Ese puesto restaría relevancia al director de la Agencia. ¿Podría ser Goss el hombre que asumiera, además del cargo para el que fue designado ayer, esa tarea? El portavoz de la Casa Blanca no lo descartó.
Al proponer a Goss, además de elegir un perfil político claramente partidista, Bush ha optado por no esperar al resultado de las elecciones. Las sesiones de confirmación de Goss en el Senado coincidirán con la campaña, lo que reabre un debate polémico, el de la seguridad nacional, en el que volverán a surgir los errores de los últimos años. Varios congresistas demócratas expresaron ayer su inquietud por la nominación: "El hecho de que sea republicano no me molesta; lo que yo encontraría difícil de apoyar es a alguien que no apoyara las recomendaciones de la comisión del 11-S", advirtió Charles Schumer. El senador Jay Rockefeller se mostró "decepcionado" y anticipó que será crítico en las sesiones de confirmación, porque considera que Goss no tiene el perfil adecuado.
Por otra parte, la Asociación estadounidense de Abogados condenó el lunes los procedimientos del Gobierno en cuanto a los "detenidos extranjeros", la denominación que se aplica a los capturados en Guantánamo y en otros lugares sin las garantías habituales. Estos métodos, según la Asociación, "alimentan el terrorismo y dan la imagen de que EE UU es un país arrogante que se coloca por encima de las leyes". Los abogados criticaron "el extendido modelo de métodos abusivos de detención".
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