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Reportaje:

La herramienta para la felicidad

La Generalitat recibe medio millar de correos electrónicos de ciudadanos sobre cómo quieren que sea el nuevo Estatut

Francesc Valls

El paro, los derechos nacionales de Cataluña, la homofobia o la gestión de Cercanías de Renfe son algunos de los argumentos que aparecen en los casi 500 correos electrónicos que la dirección general de Participación Ciudadana ha recibido desde que se inició a principios de julio la campaña L'Estatut és de tothom. Parla. "Las aportaciones, en su gran mayoría, no son espectaculares", explica el director general de Participación Ciudadana, Quim Brugé. Contrariamente al temor que algunos comentaristas albergaban, la ciudadanía no pide el metro en la puerta de casa ni el aeropuerto en la esquina.

Los ciudadanos hacen, en general, propuestas más razonables que algunas promesas electorales o determinadas resoluciones de los recientes congresos de los partidos catalanes. Quieren que el Estatut sea expresión de sus deseos de felicidad. Y no desaprovechan la oportunidad para dar a conocer su opinión. Algunos no se andan por las ramas a la hora de sacar a pasear sus fantasmas: "Quiero decir que sois unos ladrones acabados". Pero buena parte de los correos electrónicos hacen referencia a los derechos nacionales de Cataluña y propugnan diversas formas de articulación, o no, con España. Que el Estatut recoja el derecho de autodeterminación es uno de los temas favoritos de la ciudadanía. Se trata de un asunto que se convertirá en un quebradero de cabeza para los políticos, pues en el texto estatutario -de aceptarse la idea- deberá buscarse una acepción cuyo significado sea el mismo pero sin mencionar el término. La opacidad del lenguaje ajustado al derecho eclipsará, a buen seguro, la frescura coloquial.

"Luché para tener Estatut. De eso hace más de 20 años. Entonces estaba en el paro, ahora también"

"Derecho del pueblo catalán a la autodeterminación y configuración de un Estado catalán dentro de una federación española", reclama un ciudadano, que sitúa su petición como quinta necesidad, después de pedir "papeles para todos los inmigrantes", igualdad para las parejas gays, lesbianas y heterosexuales o promoción de los servicios públicos "aunque sea a costa de subir los impuestos". Otro e-mail propone avanzar hacia un federalismo "solidario pero soberano". Un tercero no concreta tanto la fórmula nacional pero es claro: "Pienso que el nuevo Estatuto debería poder contemplar la posibilidad de que el pueblo catalán vote, el día que lo decida, el derecho a ser libre".

Entre tantos deseos a modo de carta a los reyes estatutarios no faltan dosis de duro realismo: "Tengo 53 años. Luché activamente por las libertades y para tener Estatut. De eso hace más de 20 años. Entonces estaba en el paro, ahora también. En todos estos años lo único que ha cambiado es el rótulo de la oficina en la que estoy inscrito: eso sí, soy catalán y tengo un Gobierno de progreso...". El ciudadano se pregunta si el nuevo Estatut traerá el pan de la justicia social bajo el brazo.

Entre la autodeterminación y el fin del paro, entre el deseo y el milagro, queda un espacio muy amplio: cómo reflejar la nueva realidad social que poco a poco se abre camino. Un estudiante universitario se pregunta, tras los ataques homofóbicos habidos en los últimos meses en Barcelona, cómo se puede corregir "lo cavernario que somos en la sociedad catalana ante la homosexualidad".

Otros prefieren aterrizar en el pragmatismo puro y duro; eso sí, partiendo de los grandes principios. Un ciudadano apela al "derecho universal a la movilidad" para pedir que la gestión de Cercanías de Renfe sea traspasada a la Generalitat. En el terreno lingüístico, un paciente catalán se explica en catalán: "Es la segunda vez que escribo porque creo que se podría hacer una campaña en castellano sobre el Estatuto para los castellanohablantes, para que aporten sus ideas. Creo que nos sorpenderíamos de los resultados".

Otros, en castellano, no ven nada claro el asunto: "No creo que la reforma del Estatuto sea una prioridad, cuando existen cosas mucho más relevantes para los ciudadanos en las que los políticos deberían centrar su trabajo: por ejemplo educación, ayudas a la familia, seguridad, vivienda". El mismo fondo es el del siguiente e-mail: "Pienso que el nuevo Estatuto es un conejo que se han sacado de la chistera para marear al personal; es decir, creo que no es necesario un nuevo Estatuto y menos aún si el objetivo es diferenciarnos un poco más del resto de España".

Necesario o no, los promotores de la campaña están satisfecho de la respuesta popular que se está recibiendo. El autobús del Estatut recorre el territorio catalán desde el pasado 5 de julio, y Participación Ciudadana ha organizado una treintena de conferencias y talleres. Los resultados son tan razonables como la síntesis efectuada por un ciudadano de Lleida: El Estatut debería ser "una herramienta para conseguir la felicidad".

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