Comparación injustificable
La viñeta de Romeu publicada en EL PAÍS de ayer (página 32) establece una comparación insostenible y moralmente injustificable entre el gueto de Varsovia y la valla de seguridad que construye Israel -"el muro de Sharon", según el autor-.
No es la primera vez que su periódico publica viñetas que transgreden el límite entre la crítica legítima a una política o actuación determinadas de tal o cual Gobierno de mi país y la pura calumnia antisemita. La viñeta publicada ayer en su diario es una infamia contra el pueblo y el Estado de Israel, cargada del más puro antisemitismo.
La caricatura provoca indignación y repulsa a todos los que tienen una mínima sensibilidad por los horrores del holocausto y unos mínimos conocimientos sobre su magnitud y características, así como a quienes mantienen una actitud ecuánime ante las circunstancias del conflicto entre Israel y los palestinos.
Como es sabido, el confinamiento de los judíos en el gueto de Varsovia fue la antesala a su aniquilación en Auschwitz como parte de la "solución final" de los nazis, la cual tenía como único objetivo el exterminio de todos los judíos (niños, mujeres, hombres y ancianos) por el mero hecho de serlo. En el holocausto fueron asesinados 6.000.000 de judíos, entre ellos más de un millón de niños. El holocausto es un episodio singular de la historia de la humanidad y la página más oscura de la historia de Europa. Establecer paralelismos con cualquier situación actual es una falacia, una ofensa a las víctimas y un intento de banalización del holocausto.
La valla de seguridad, que no muro (el 95% de su trazado lo constituye un sistema de alambradas y sensores electrónicos y sólo un 5% es muro de cemento), tiene como único objetivo defender a los ciudadanos de Israel de la brutal oleada de atentados terroristas palestinos, que sólo en los tres últimos años se han cobrado la vida de más de 900 personas. La comparación no merece respuesta, pero sí plantea algunos interrogantes sobre las intenciones: ¿se pretende criminalizar a Israel?, ¿banalizar el holocausto?, ¿lavar la culpa europea?...
Negar, reducir su magnitud, relativizar, en suma, banalizar y trivializar el holocausto es lo que hacen desde hace décadas los negacionistas nazis (o neonazis). Relativizar la magnitud y la trascendencia histórica del holocausto es una perversión de la verdad. Por lo tanto, a la hora de hacer crítica política, los intelectuales y creadores de opinión deben tener especial cautela para no caer en la trampa de minimizar el holocausto.
Todo esto hace pensar hasta qué punto es importante que en Europa, y tal como se acordó hace ya algunos años en Estocolmo, se enseñe, se explique y se recuerde el holocausto. En esta labor, los medios de comunicación también tienen una parte de responsabilidad, y no deben dar cabida a opiniones que banalicen el holocausto como la aparecida ayer en EL PAÍS, un periódico que, por cierto, ha demostrado en diferentes circunstancias su sensibilidad por el holocausto y el antisemitismo.
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