_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Denuncia en claroscuro

"Búsquese un trabajo serio", le espeta el entonces gobernador de Tejas, George Bush Jr., al pegajoso Michael Moore que lo interpela, a lo Caiga quien caiga, en las primeras imágenes de este Fahrenheit 9/11. Y vaya si se ha procurado Moore un trabajo serio: nada menos que la construcción de un objeto mediático, el filme que nos ocupa, capaz de poner políticamente contra las cuerdas al mismo que le instó a ocuparse de algo "serio". Con su descarado empleo de las estrategias de discurso propias del documental, la en ocasiones insufrible presencia del propio realizador ante la cámara (estamos ante el máximo ejemplo de "egodocumental", esa vertiente de la afirmación del Yo a partir de la personalización extrema del discurso cinematográfico; y tan extrema resulta, en el caso de Moore, que los problemas del filme comienzan y acaban en él mismo), pero también con su impresionante eficacia como demoledor discurso contra un adversario poderoso que no es otro que el propio Bush, Fahrenheit 9/11 presenta algunos grandes logros, pero también no pocos problemas para cualquier espectador con un mínimo sentido cívico.

FAHRENHEIT 9/11

Director: Michael Moore. Género: documental. EE UU, 2004. Duración: 123 minutos.

Más información
La sátira de Michael Moore llega a 180 salas

Porque si bien es cierto que la manipulación -de la imagen, del sentido, del sonido- es una de las más aquilatadas conquistas del documental de montaje, y éste lo es más que ninguna otra cosa, no es menos cierto que los límites éticos para tal manipulación existen y deben ser respetados, so pena de invalidar la denuncia. Y justo ahí es donde surgen las dudas. Porque está claro que, aunque su intención no sea otra que convertirse en un instrumento de denuncia que se haga oír por encima del conformista tono general de los grandes medios, no lo es menos que Moore no parece confiar demasiado en la capacidad de sus compatriotas para entender su discurso.

De ahí el tono, en ocasiones groseramente manipulador, como por ejemplo, en la peculiar secuencia que establece entre los atentados del 11-S y la repatriación de saudíes importantes, entre ellos varios miembros de la familia Bin Laden, para mejor subrayar lo que ya había sido dicho, y con mucho énfasis, hasta entonces: que los Bin Laden tenían negocios privilegiados con la rapaz camarilla de allegados y sostenedores del propio presidente Bush. O el discutible racismo que se filtra por su discurso cuando se mofa de los países que forman la coalición por su escaso peso estratégico internacional. O el ocultamiento de que otros países, estos sí mucho más importantes, como Gran Bretaña, Polonia o Italia, estaban formalmente en la misma coalición aportando sus tropas.

Pero más allá de eso, no cabe duda de que si se ha de juzgar la eficacia del filme por la contundencia de su denuncia, ésta es sencillamente impresionante, y sorprenderá sobre todo a quien, al menos en España, no haya seguido muy de cerca los avatares de la guerra de Irak y de la lucha pretendidamente global contra Al Qaeda. Porque Moore no hace otra cosa que poner, en ocasiones en negro sobre blanco, como en la secuencia del ubicuo expediente militar del presidente, y en impactantes imágenes hábilmente manipuladas, un discurso que, en líneas generales, resulta ya conocido, aunque así ordenado, desenmascara para siempre las debilidades de Bush y sus compinches.

Y al mismo tiempo, refuerza algunos de los procedimientos que Moore puso en práctica desde su primer documental importante, Roger & me: la persecución del (o de los) personaje público al que busca desenmascarar; el recordatorio de que en una sociedad de clases siempre hay alguien que se aprovecha de la debilidad económica de los desfavorecidos, las verdaderas víctimas de todas las guerras; la personalización del discurso en individuos anónimos, para reforzar la identificación del espectador, como en la serie de secuencias que protagoniza esa mujer, primero ardiente patriota, luego desengañada madre de un marine muerto en Irak, que resulta impresionantemente efectiva. Astuta, valiente y atrevida, pero también vulgarmente manipuladora, la película quedará para la historia del cine más como un ejemplo sociológico de impacto mediático que como un documental riguroso, adulto y equilibrado.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_