Guerra por el liderazgo en Francia
Alain Juppé dimite como líder de la derecha en plena lucha entre Chirac y Sarkozy
El ex primer ministro francés Alain Juppé dimitió ayer como presidente de la UMP, el principal partido de la derecha francesa, cuatro meses antes de lo previsto. La renuncia se produjo en pleno combate entre el presidente de la República, Jacques Chirac, y su ministro de Economía, Nicolas Sarkozy, por el liderazgo del país.
"Seguiré en el Gobierno mientras el presidente tenga confianza en mi", dijo anoche Sarkozy ante cientos de militantes de su partido reunidos en la localidad costera de La Baule, prestos a aplaudirle cuando criticó a los que "chalanean con sus convicciones", fue el tono empleado para reaccionar a la amenaza lanzada por Chirac de destituir a todo el que "perturbe" al Gobierno.
Sin precipitarse a anunciar su candidatura para ocupar el vacío dejado por Juppé, personas cercanas al ministro de Economía confirmaron su estrategia: primero, cerrar el presupuesto del Estado para 2005; después, la decisión de ser candidato o no a la UMP. Con la reducción de gastos como caballo de batalla (en un país gravemente afectado por el déficit público), Sarkozy puede intentar la conquista de la UMP y jugar desde ahí con el apoyo parlamentario al Ejecutivo.
El vacío de poder en la UMP puede afectar a la estabilidad del Gobierno, porque este partido es el único apoyo que le queda a un primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, sin otra autoridad que la que pueda ejercer en nombre de Chirac. La UMP es ahora minoritaria en el país (16% en las elecciones europeas) y parece imposible aguantar así tres años más, hasta las próximas elecciones. Sarkozy es muy peligroso para Chirac y los suyos porque, si conquistara el partido, podría privar al Gobierno de parte de su apoyo parlamentario.
¿Teme Chirac que ese escenario se convierta en realidad? Juppé era el tapón de las tensiones, pero no ha podido soportar más tiempo la sangría de votos. La doble derrota electoral de este año (regional y europea) ha dejado claro que el invento no funciona y ha decidido marcharse sin esperar al próximo congreso, dando así vía libre a las maniobras que desgarran al chiraquismo.
Pero esta batalla francesa también puede tener trascendencia para Europa. Chirac ha decidido recuperarse presentándose como campeón de la defensa del sí en el referéndum sobre la Constitución europea. Sin embargo, los socialistas sienten la fuerte tentación de hacer campaña por el no, si esto les vale para librarse de Chirac de una vez, en la confianza de que Sarkozy también se desgastará en la batalla fratricida; así lo explica, en privado, un buen conocedor del Partido Socialista francés.
Nada puede molestar más a Sarkozy que el seco menosprecio al que Chirac le sometió el 14 de Julio: "Yo tomo las decisiones, él las ejecuta". El presidente francés dio rienda suelta durante varios minutos a su indignación contra los "perturbadores". Secamente confirmó que si "tal o cual ministro" se hace con la presidencia de la UMP, el electo "dimitirá inmediatamente
o yo le destituiré inmediatamente".
Y sin embargo, Sarkozy reaccionó anoche como una persona por encima de estas pequeñas politiquerías. Se dio un pequeño baño de multitudes en La Baule, localidad de la costa atlántica donde 800 militantes añadieron aplausos calurosos al tormentoso ambiente, en un salón demasiado pequeño para albergar, además, al ejército de periodistas que se presentó en el lugar. Sarkozy dijo que seguirá en el Gobierno mientras tenga la confianza de Chirac: "Nadie es propietario de su cartera, pero tampoco se le puede pedir a nadie que vaya contra sus convicciones".
En otras palabras: si el presupuesto estatal de 2005 no se aprueba como él cree que debe hacerse -"el presupuesto militar tampoco está libre de la moderación demandada a los presupuestos civiles", martilleó- se separará del Gobierno. Al margen de esa diferencia puntual, Sarkozy se libró anoche a una crítica sistemática del funcionamiento de la derecha, considerando "absolutamente sobrepasada" la época de una maquinaria política que vive simplemente para "asegurar la elección de un hombre", en un ataque a la unidad forzada de la derecha en 2002 para servir de plataforma a Chirac.
Si Sarkozy pierde la batalla, Chirac habrá demostrado su capacidad para dejar en la cuneta a todo el que osa cruzarse en su camino. Mientras, la izquierda se limita a contemplar el espectáculo de la guerra fratricida en el campo adversario, a la espera de que la fruta madure.
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