Interior admitió con 10 meses de retraso que Casablanca fue un primer aviso
"Los riesgos derivados de la posible actuación de células vinculadas al terrorismo internacional se mantienen. Los atentados ocurridos en Casablanca contra intereses españoles y los últimos sufridos el pasado día 11 de marzo en Madrid han puesto de manifiesto que nos encontramos claramente ante una amenaza grave a la seguridad de nuestro país". Ésta es la justificación que, a modo de preámbulo, encabeza el plan de "medidas adicionales de prevención" aprobado el 17 de marzo por el Gabinete de Crisis.
Con diez meses de retraso, el Gobierno de José María Aznar vino así a reconocer que los atentados integristas de Casablanca, y especialmente el ataque contra la Casa de España en la ciudad marroquí, el 16 de mayo de 2003, suponían una "amenaza grave" y un precedente del 11-M.
El objetivo del plan (cuyo nombre, "medidas adicionales", se escogió para no dar la impresión de que hasta entonces no se había hecho nada) era "establecer un dispositivo de seguridad para contrarrestar las agresiones provenientes de elementos terroristas, de origen nacional o internacional". Pese a mencionar el "terrorismo nacional", la medidas estaban dirigidas contra el integrismo, como prueba la cita a "la detección de grupos fundamentalistas y dirigentes extremistas en los lugares de concentración de inmigrantes (mezquitas, zocos, etc.)".
Papel del Ejército
Las medidas del plan se agrupaban en cuatro categorías. Las preventivas, como "la protección de lugares de afluencia masiva de personas" y la vigilancia de "objetivos de interés estratégico"; las "medidas de interdicción, basadas en la actividad de controles que abarquen los ámbitos fronterizo, fiscal, marítimo, vías de comunicación, etc"; y las medidas de reacción, "en el caso de que la agresión se cometiera o su comisión fuera inminente".
Entre los lugares de concentración de masas mencionaba las estaciones de autobuses y ferrocarril, puertos y aeropuertos, grandes superficies comerciales y espectáculos deportivos. Entre los objetivos estratégicos, las líneas férreas, complejos petroquímicos, centrales nucleares, depósitos de combustible, redes de agua o centros de comunicaciones.
Una de las novedades del plan fue la incorporación de las Fuerzas Armadas. Al Ejército de Tierra le encomendó la Defensa NBQR (Nuclear, Biológica, Química y Radiológica) y la protección de líneas férreas mediante patrullas móviles y helicópteros. Al Ejército del Aire, la defensa del espacio aéreo, y a la Armada, de las aguas territoriales.
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