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Pujol y Mas evitan la autocrítica y cierran filas en el primer congreso de CDC en la oposición

La dirección impide que prospere una enmienda contra la Constitución europea

El 13º congreso de Convergència Democràtica (CDC) avitualló ayer a sus militantes para la travesía del desierto. Por primera vez en 23 años, el partido que preside Jordi Pujol celebra un congreso sin estar en el poder. Por ello, el objetivo principal del cónclave es cerrar filas, prepararse para el retorno al poder y reforzar el liderazgo del secretario general, Artur Mas. En esta línea, el informe de gestión presentado ayer estuvo prácticamente exento de autocrítica, lleno de justificaciones para con los errores cometidos y fue solidario a la hora de repartir culpas entre los demás partidos.

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El congreso fue generoso con un Artur Mas visiblemente emocionado al ser vitoreado por sus compañeros de partido con gritos de "President!". Cierre de filas total, pues, con un Jordi Pujol no sólo dispuesto a dejar el camino expedito, sino a a llevarse el pasivo de los errores y las culpas que CDC haya podido acumular en 23 años de gobierno. Los casi 2.000 delegados convergentes reunidos este fin de semana agradecieron el gesto a su "mítico", según Mas, presidente con la aprobación, con tan solo cuatro votos en contra y 21 en blanco, del informe de gestión. En la exposición se turnaron Pujol y Mas.

El secretario general se esforzó en buscar las razones -todas ellas disculpables- al lento pero constante declive electoral de Convergència i Unió (CiU), que la ha hundido en unos índices similares a los de 1979. Un dolido Mas echó la culpa a los tres partidos de izquierda -especialmente a los republicanos de Josep Lluís Carod-Rovira- de haber "dividido el nacionalismo catalán". Por ello, el secretario general de Convergència no es, tras haber ganado las autonómicas en número de diputados, quien preside la Generalitat. Al tiempo, reconoció que Convergència había desatendido en estos últimos cuatro años -tiempos de acuerdos con el PP- a sus hermanos de Esquerra. Pero a renglón seguido explicó que en 2002 le ofreció un pacto de gobierno a Carod para el resto de la legislatura y para la actual. Y el líder de ERC no aceptó, dijo el secretario general de CDC. Pujol también fue crítico con los republicanos por su "comedia" negociadora con socialistas e Iniciativa per Catalunya para configurar el Gobierno catalán y por no "frenar" la penetración de las tesis "españolistas" del tripartito.

El PP también fue objeto de crítica, pero Pujol y Mas pasaron de puntillas por el acuerdo por dos legislaturas entre CiU y el partido que lideraba José María Aznar. Ambos situaron a un mismo nivel el desgaste político que para su formación supusieron los pactos con el PP (1996- 2003) y con el PSOE (1993- 1995). "Era una relación en parte obligada si queríamos conseguir cosas para Cataluña y gobernar bien", subrayó Mas. Pujol remachó el clavo y reiteró la voluntad de CiU de contribuir a la gobernabilidad de España. "No es nada seguro que esa colaboración haya sido equivocada", subrayó Pujol.

La militancia de CDC puso a la dirección en un brete al aprobar una enmienda que obliga al partido a oponerse a la Constitución europea y a promover una campaña en contra, si se celebra el referéndum. Los militantes convergentes entienden que la Constitución no reconoce suficientemente el catalán. Finalmente hubo una transacción entre militantes y dirección y el partido convocará un congreso extraordinario cuatro meses después de firmada la Constitución para definir su postura.

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Artur Mas, a la derecha, aplaude a Jordi Pujol durante el Congreso de CDC en L'Hospitalet.
Artur Mas, a la derecha, aplaude a Jordi Pujol durante el Congreso de CDC en L'Hospitalet.SUSANNA SÁEZ

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