Un alto mando advirtió de los errores de identificación el mismo día del funeral
Bono reveló ayer en el Congreso que el 28 de mayo de 2003 se celebró una reunión en el Ministerio de Defensa, preparatoria del funeral celebrado en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) esa misma tarde, en la que "un alto mando militar propone que sólo se entreguen los cadáveres que están identificados de manera positiva y se trasladen los demás a un tanatorio a la espera de que dicha identificación se produzca. Pero no se sigue el consejo de ese alto militar".
Del relato de Bono se deduce que los responsables de Defensa ya eran conscientes de que los cadáveres no estaban bien identificados, como han demostrado los análisis de ADN realizados por el Instituto de Toxicología de Estambul (Turquía), según los cuales en 22 de los 39 casos analizados los cuerpos entregados a las familias no se corresponden con los de sus parientes.
El ministro también esgrimió ayer el testimonio, recogido en acta, de un comandante médico desplazado a Trabzon quien explicó que los forenses turcos impididieron trabajar a los miembros del equipo enviado desde España, que se limitaron a actuar como observadores, hasta que, a las 2.20 de la madrugada del 28, les hicieron entrega de los cadáveres.
"Las autoridades turcas", explicó el ministro, "entregaron a las españolas 30 cuerpos sin identificar, previsiblemente los que más dificultad presentaban, pero que fueron identificados por las españolas en sólo tres horas y 25 minutos".
El mismo comandante reveló a Bono que "hubieran necesitado más tiempo [para identificar los cadáveres pero] sabían que había un funeral el día 28 por la tarde y que los cadáveres tenían que estar en el funeral".
"Tengo la impresión de que se quería cumplir con un horario disparatado por la rapidez que se quiso imprimir al proceso. Probablemente los médicos recibieron la orden de ultimar la identificación de los restos y, con toda seguridad, [recibieron la orden] de tramitar con urgencia el regreso de todos ellos". Aunque no lo citó, Bono estaba parafraseando al entonces ministro, Federico Trillo-Figueroa, en su intervención en el Congreso del 4 de junio de 2003.
El ministro reveló también que las actas de defunción se firmaron antes de su inscripción en el registro consular de Turquía y que el juez de Torrejón se negó a autorizar las inhumaciones, por lo que tuvo que hacerlo un juez militar de Zaragoza. "Se equivocaron al minimizar las consecuencias de aquel proceder. Pero ese error no fue el único, hubo otro que fue no rectificar, perseverar en el error", resumió Bono.
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