Los cinco grandes de la UE quieren que sus policías puedan actuar más fuera de sus fronteras

Los cinco grandes países de la UE apostaron ayer por una mayor integración de sus sistemas de lucha contra el terrorismo internacional. Los ministros del Interior del Reino Unido, España, Alemania, Italia y Francia hicieron votos en especial por una mayor participación de las policías de sus países en operaciones más allá de las propias fronteras y a favor de un intercambio sistemático de información, la potenciación de Europol como instrumento operativo, mayor coordinación en el control de los grupos islamistas y seguir trabajando para crear una base de datos europea sobre delincuencia.

Los ministros se reunieron el lunes en Sheffield y ayer en Hassop, una villa del condado de Derby, en el centro de Inglaterra. Las conversaciones entre los ministros de los cinco grandes países de la UE, que suscitarían una tormenta política si los reunidos fueran los representantes de Exteriores o los de Economía y Finanzas, se están convirtiendo en un instrumento esencial para marcar la agenda e impulsar los trabajos del mastodóntico Consejo de Ministros europeo de Interior y Justicia, en los que se citan medio centenar de ministros de ambos ramos.

La de ayer fue la cuarta reunión del G-5 en 18 meses. La próxima se celebrará a principios de otoño en Italia. En dos días de encuentro informal, con el británico David Blunkett como anfitrión, el alemán Otto Schily hizo hincapié en la necesidad de convertir en norma la creación de equipos policiales conjuntos, algo con lo que se declararon de acuerdo todos ellos.

El español José Antonio Alonso puntualizó que la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal hace que eso sea ya legalmente posible en España y puso énfasis en que investigaciones conjuntas de ese tipo deben estar siempre bajo la autoridad del juez instructor y el liderazgo de la policía del país en cuestión. Alonso puso también el acento en la participación no sólo de los servicios de inteligencia, sino también de la inteligencia policial en la lucha contra el terrorismo, y en la necesidad de afrontar el auge del radicalismo islamista. Algo especialmente complejo en un mundo intercomunicado y dinámico, que permite a los grupos islamistas captar a un joven radicalizado y convertirlo en un agente operativo en apenas 48 horas.

El francés Dominique de Villepin coincidió con Alonso en la necesidad de "distinguir entre islam e islamistas" y defendió la política de mano dura "con quienes incumplen las leyes de la República Francesa".

Una mano dura que hizo extensiva a todo tipo de delincuencia internacional, lo mismo el terrorismo que la inmigración ilegal, contra la que defendió la herramienta de las expulsiones forzosas. El francés evocó en particular la necesidad de mejorar el control de las fronteras exteriores de la UE y la importancia de hacerlo de manera concertada.