"El diálogo entre células sanas y tumorales es básico en la aparición de un cáncer"
Para que exista una célula tumoral es imprescindible la presencia de otra sana. Pero con eso no basta, tiene que haber diálogo entre ellas, un intercambio de información mediado por el espacio que las separa y que, según parece, podría condicionar la respuesta y el comportamiento de las células cancerosas. En opinión de Zena Werb, subdirectora del departamento de Anatomía de la Universidad de California, en San Francisco, el papel que ejerce el microambiente que rodea a las células puede ser determinante para explicar la aparición y posterior progresión de un tumor.
La idea que defiende Werb no es nueva. Siempre se ha creído que la llamada matriz extracelular, el espacio que separa una célula de otra en los tejidos, tiene una función relevante en el intercambio de información, pero nunca se ha visto con suficiente claridad hasta qué punto influye en el comportamiento de las células. Werb, que se refiere a ese entorno como "microambiente", está convencida de que si se lograra controlar de algún modo, se podría incluso llegar a frenar la progresión tumoral. En una visita reciente al Instituto de Investigación del hospital del Vall d'Hebron de Barcelona, auspiciado por la Fundación BBVA, propuso como ejemplo de este vínculo la cada vez más evidente relación entre cáncer y procesos inflamatorios.
El microambiente que rodea a las células parece ser clave para el desarrollo del cáncer
"Del mismo modo que el comportamiento de un niño depende del entorno en el que se eduque", señaló la investigadora, "lo mismo ocurre con las células, su ambiente particular las condiciona". Si ese entorno está dominado por células inflamatorias, añadió, existe una "alta probabilidad" de que el diálogo que se establezca entre ellas y las tumorales incorpore algún tipo de señal que favorezca de algún modo no sólo su supervivencia sino incluso su progresión.
Hay varios datos epidemiológicos que podrían corroborar al menos en parte esta hipótesis. El primero de ellos, dice Werb, tiene que ver con zonas específicas de algunos tejidos en los que se da una infección, una irritación crónica o una inflamación, como en el caso de heridas crónicas en mucosas. Pertenecer a un grupo de riesgo, como el de fumadores, guarda relación con un mayor número de casos de cáncer. En todos estos casos hay una presencia mayor de células inflamatorias que podrían liberar "alguna señal" que ayudara o promoviera la formación de un tumor.
Por otra parte, se ha visto que la incidencia de algunas formas de cáncer en personas que toman regularmente antiinflamatorios no esteroideos (aine) para aliviar el dolor y la inflamación puede reducirse hasta la mitad. "Pero no sabemos por qué", matiza Werb. "Si estos fármacos ayudaran a combatir el cáncer habría muchos menos casos". La sospecha, en cualquier caso, es que al modificar el entorno celular contribuyen de algún modo a bloquear alguno de los procesos que se activan en las células cancerosas.
En opinión de Werb, este tipo de respuesta podría estar mediada por la presencia de las metaloproteasas (MMP), una familia de proteínas liberadas por células sanas a la matriz extracelular y que están implicadas en la formación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis). Dado que el aporte de sangre es esencial para la supervivencia y progresión del tumor, muchos laboratorios se han lanzado en los últimos años a diseñar fármacos capaces de bloquear la acción de estas proteínas. Pero el resultado ha sido desigual. En algunos casos, incluso, contrario a lo esperado.
"Lo único que sabemos es que estas proteínas están presentes en el tumor y que no las producen las células cancerosas", insiste Werb. También se sabe que están relacionadas con los procesos inflamatorios. De ahí que controlar ese microambiente y el diálogo entre célula sana y tumoral pueda contribuir a establecer alguna terapia en el futuro.
En cualquier caso, Werb no cree que actuar sobre el entorno celular baste por sí mismo: "Hay que mirar un tumor como una entidad global". En esa globalidad deben incluirse los "múltiples mecanismos básicos" debidos a alteraciones genéticas, como los que inducen la proliferación celular, la invasión y destrucción de tejidos o las metástasis, además de factores externos, como las señales que envían las células vecinas y que parecen activar, en un momento dado, cualquiera de ellos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.