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Reportaje:

La quiniela del 'número dos'

El candidato demócrata de EE UU, John Kerry, anunciará esta semana el nombre de su compañero de candidatura

La incógnita sobre la persona que acompañará a John Kerry como candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos está a punto de resolverse. Según todos los politólogos del país, el aspirante demócrata a la Casa Blanca anunciará esta misma semana, quizás mañana martes, el nombre de su número dos para las elecciones de noviembre poniendo fin a las quinielas que han constituido el deporte favorito de los medios de comunicación y de las tertulias políticas en los últimos tiempos.

Aunque siempre es posible una sorpresa de última hora, la abultada lista de candidatos de hace unos meses ha quedado reducida a dos, ambos antiguos contendientes de John Kerry en la lucha para conseguir la nominación presidencial demócrata: el popular senador sureño por Carolina del Norte, John Edwards, y el veterano congresista por el Estado clave de Misuri, Richard Gephardt.

John Edwards levanta entusiasmos, y en los mítines es recibido al grito de "vicepresidente"
Kerry llegó a admitir que, si se veía obligado a retirarse, su candidato sería Richard Gephardt
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Otras posibilidades barajadas hasta el último momento han sido el gobernador de Iowa, Tom Vilsack; el senador por Delaware, Joseph Biden, un veterano del comité de Relaciones Exteriores del Senado; el ex comandante supremo de la Alianza atlántica, general Wesley Clark, y el antiguo embajador en Naciones Unidas y actualmente gobernador de Nuevo México, Bill Richardson. Este último ha debido intuir que la suerte estaba ya echada y ha preferido anunciar su retirada de la carrera antes de que Kerry anuncie su decisión.

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Pocas veces en la historia de este país el nombre de un candidato a la vicepresidencia ha despertado tanta expectación. Lo normal es que el interés se centre exclusivamente en la personalidad de los aspirantes a la presidencia, que, al fin y al cabo, son los que ganan o pierden las elecciones.

Pero, el práctico empate técnico que semana tras semana reflejan las encuestas entre el presidente George W. Bush y John Kerry convierten estas elecciones en un caso especial. Kerry sabe lo que se juega en la elección de su número dos y eso explica el mutismo absoluto que rodea su decisión final, que ni siquiera los primeros espadas del periodismo estadounidense con acceso directo al candidato demócrata y a su círculo íntimo han conseguido romper.

Pero la espera no puede prolongarse más porque la convención demócrata comienza el próximo día 26 de julio en Boston y la campaña necesita un mínimo de tiempo para presentar debidamente al país al compañero de candidatura de Kerry.

Según explicó recientemente el ex presidente demócrata Bill Clinton a la cadena de televisión CNN, el candidato a la vicepresidencia debe reunir dos cualidades prioritarias: "Estar preparado para asumir la presidencia", en el caso de fallecimiento del presidente, y "gozar de la confianza total

[del titular de la Casa Blanca] con el fin de que los dos puedan funcionar con la máxima compenetración". Es el caso de Bush y Dick Cheney, aunque en los últimos tiempos algunos sectores republicanos han comenzado a cuestionar la continuidad del vicepresidente.

Si John Kerry siguiera el patrón dibujado por Bill Clinton, no hay duda de que la elección recaería en Gephardt. Los dos comparten una larga experiencia parlamentaria, ideales similares en su visión política y una química que funciona. Incluso Kerry, en sus horas bajas cuando su candidatura a la nominación se desmoronaba a finales del pasado año, llegó a admitir que, si se veía obligado a retirarse, su candidato favorito sería Gephardt.

Desde el punto de vista de la rentabilidad política, el congresista de Misuri aportaría una casi victoria segura en su Estado natal y en limítrofes del Medio Oeste, así como el apoyo incondicional del mundo sindical. ¿Inconvenientes? Precisamente, ese apoyo total de los sindicatos, que retraería votos en el importante sector de los pequeños y medianos empresarios, unido a un carisma manifiestamente mejorable.

Justo lo contrario de lo que le ocurre a John Edwards, que levanta entusiasmos por dondequiera que aparece. Y aparece en todos los mítines a los que le invitan, donde es recibido a los gritos de "V-P, V-P [vicepresidente]". Su capacidad oratoria y de improvisación, su aspecto juvenil (a pesar de sus 51 años) y su marcado acento sureño, que garantiza el éxito inmediato en los Estados clave del sur, le convierten en el candidato preferido por los demócratas encuestados (72% frente al 64% de Gephardt).

En su contra juegan su falta de experiencia parlamentaria y en política exterior -éste es su primer mandato como senador-, su exuberancia, excesiva para algunos sectores del partido, y su descarada ambición para conseguir el puesto. Pero, sobre todo, según todos los analistas, Kerry no se siente cómodo en su presencia, quizás porque teme que el entusiasmo que despierta en las bases el senador sureño le acabe convirtiendo en la verdadera estrella de la candidatura demócrata.

De izquierda a derecha: el candidato demócrata, Kerry; el senador Edwards, y los ex presidentes Clinton y Carter.
De izquierda a derecha: el candidato demócrata, Kerry; el senador Edwards, y los ex presidentes Clinton y Carter.AP

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