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Reportaje:

Una antena 'non grata'

Vecinos de Comares reclaman la retirada de un repetidor que el alcalde prometió trasladar hace un año

Juana Viúdez

Una torreta de telefonía móvil lleva de cabeza a los vecinos de la localidad malagueña de Comares. La antena, ubicada a 700 metros de altura en la parte alta del pueblo, da cobertura a la comarca de la Axarquía desde hace diez años. Quienes viven cerca de ella se quejan del ruido y el deterioro paisajístico que supone y temen sus posibles influencias sobre la salud pública. El año pasado el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, aconsejó al Ayuntamiento que la retirara como medida preventiva. El alcalde, Manuel Robles (PP), se comprometió a hacerlo en un pleno municipal, aunque no prevé que pueda conseguirlo hasta dentro de dos años.

Comares (1.400 habitantes) es uno de esos pueblos donde todos se conocen. Sus calles empinadas conducen al lugar donde se encuentra la antena desde 1994. No comenzó a incordiar hasta 2002, fecha en la que el Ministerio de Ciencia y Tecnología advirtió de que en diversos puntos del casco urbano se superaban "ampliamente" los niveles permitidos de emisiones electromagnéticas.

El alcalde afirma que no está demostrado que la antena sea nociva para la salud

El alcalde, que gobierna en el pueblo desde la transición, convocó un pleno extraordinario al que acudió el jefe provincial de telecomunicaciones, Andrés Mira. Aquel 15 de marzo, muchos vecinos acudieron al salón del plenos. Mira aseguró que las mediciones estaban equivocadas y que había un nuevo informe que certificaba el cumplimiento de la legislación. El grupo socialista municipal pidió "el desmantelamiento inmediato" de todas las empresas conectadas sin autorización, y que el Ayuntamiento diera los pasos necesarios para retirar la antena. Al finalizar la sesión, el alcalde abrió un expediente para revocar el acuerdo firmado con Telefónica, por el que recibía 541 euros anuales por la cesión del terreno, y propuso llevar la antena fuera del pueblo.

Dos años después, Ramos se encuentra en una encrucijada. Consciente de que en condiciones normales una localidad tan poco poblada no dispondría de un repetidor de telefonía, observa que si retira la antena dejará a muchos vecinos sin cobertura para móviles ni Canal 2 Andalucía. El 1 de junio la compañía de teléfonos advirtió de ello en una carta en la que se podía leer que "no se podrían garantizar los servicios mínimos de voz, ni otros de interés especial como el servicio 112 o de emergencias, ni telefonía rural". El término municipal abarca 25 kilómetros, y gran parte de los vecinos viven diseminados.

Además de encontrar donde reubicar la torre de comunicaciones, de 42 metros de altura, el municipio debe asumir los gastos del traslado y la compra de los nuevos terrenos. El Ayuntamiento alquiló los 88 metros cuadrados que ocupa por 50 años. "En Frigiliana pagaron unos 90.000 euros por el cambio de otra antena, así que tendremos que sacrificar el presupuesto de obras de un año", cuenta Robles, que reconoce que se trata de una instalación "muy fea" estéticamente pero insiste en que no está demostrado que sea nociva.

La asociación de vecinos La Maragata espera ansiosa el traslado. Ellos informaron al Defensor del Pueblo Andaluz de la situación y consiguieron hace dos meses que reabriera el caso. Según su portavoz, José Antonio Gómez, tienen más de 500 firmas que presentarán en breve a la Subdelegación de Gobierno de Málaga para que se quite la torre cuanto antes. "Hay ocho casos de cáncer declarados, pero aquí nadie que quiere mojarse y hacer un estudio epidemiológico", cuenta José Antonio. En la noche de San Juan pensaron quemar una antena de cartón en una hoguera, pero no obtuvieron permiso municipal.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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