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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vísperas del silencio

J. Ernesto Ayala-Dip

Podría darse el caso de que algunos lectores entendieran Diario de una abuela de verano como la crónica de un mes estival. El día a día del bullicio de los niños, el ir y venir en la cotidiana intendencia, la naturaleza de cada uno de los que forman la familia, todo ello bajo la batuta casi invisible de una directora paciente y generosa. Una crónica. Pero como todos los buenos libros, ésa es sólo una de sus interpretaciones. La que va apuntando página tras página, sin embargo, es más sutil. Es un hilo fino el que separa los recuerdos de una reflexión en torno a los recuerdos. Entre esas dos instancias bascula este libro. La profusión de acontecimientos que se describen corre pareja a una necesidad de hablar sobre ellos en su aspecto más filosófico, con ese tono entre encendido y crepuscular que empleaban los pensadores romanos.

DIARIO DE UNA ABUELA DE VERANO

Rosa Regàs

Planeta. Barcelona, 2004

270 páginas. 19 euros

Diario de una abuela de verano es el relato de un mes estival. Exactamente de julio de 2003. Es el mes acordado desde hace más de una década para que la abuela Rosa Regàs acoja a sus nietos. Los niños ya están instalados, la intendencia comienza a funcionar a todo rendimiento. Los que hayan leído La canción de Dorotea encontrarán semejanzas, entre otras cosas porque la masía de la novela es la misma que se describe en este diario, una construcción del siglo XVIII en Llofriu, además de la presencia callada del jardinero Mohamed. Es verdad que el libro recoge experiencias equivalentes de años anteriores. Es un libro donde los recuerdos no se suman, se iluminan unos a los otros. Pero su dimensión familiar no le quita una cierta impronta de urgente historicidad. Es el año de la terrible canícula, el año de las expectativas electorales en Cataluña, incluido el triunfo de la izquierda. En este tenor se deslizan en el libro opiniones políticas donde no faltan un cierto maniqueísmo y un antinorteamericanismo sin matices, matices creemos más necesarios cuando la autora las vierte pedagógicamente a sus nietos. (En esta materia aconsejo la lectura de los artículos de la autora recogidos en El valor de la protesta. El compromiso con la vida, editados por Icaria). Diario de una abuela de verano concluye en el mejor estilo proustiano. Cuando se acaba el acto de recordar y pensar, cuando se releen las notas, comienza la escritura del libro que el lector tendrá ante sus ojos. Pero además este hermoso libro es el testimonio de un ser humano que ve pasar la vida desde su independencia. Es el libro del presente horaciano. Se van los nietos, la casa queda en silencio. Es el momento en que hay que enfrentarse a la soledad. "La vida mira siempre hacia delante".

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