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Un tribunal francés concede la extradición a Italia de un izquierdista de los 'años de plomo'

Cesare Battisti está acusado de cometer dos asesinatos a finales de los años setenta

Para unos, es un paso hacia la unidad judicial de Europa; para otros, esencialmente personas de la izquierda francesa, se trata de un retroceso intolerable. Un tribunal de París acordó ayer la entrega a Italia de uno de los militantes de la extrema izquierda reclamados por crímenes cometidos durante los años de plomo de finales de los setenta. El afectado es el novelista Cesare Battisti, condenado dos veces a cadena perpetua en su país, cuya entrega depende ahora de un decreto que debe firmar el primer ministro. El escritor tiene derecho a un recurso.

El abogado del escritor alegó la doctrina sentada por François Mitterrand en 1985, que ofreció asilo a los que renunciaran a la violencia. Las palabras del ex presidente no fueron tan claras como sostiene la defensa del novelista; Mitterrand aseguró que "todo crimen de sangre por el que se nos demande justicia justifica la extradición hacia el país que sea, y particularmente a Italia". A renglón seguido precisó que no serían extraditados los "trescientos" italianos integrados en la sociedad francesa que "de modo evidente han roto con el terrorismo"; pero se refirió a aquellos de los que no hubiera evidencias de participación en hechos de sangre, según lo publicado en Le Monde el 24-25 de febrero de 1985.

Battisti puede entrar de lleno en esa doctrina. Pero los magistrados no entran en la interpretación de lo que dijo Mitterrand: salen del paso afirmando que "los compromisos políticos anteriores" no les conciernen, en virtud del principio de la separación de poderes. Battisti no ha podido defenderse en su país, pero esto no les parece un obstáculo para la extradición, ya que renunció a comparecer en los juicios celebrados contra él.

Hasta 2002, ningún Gobierno francés entregó a Italia a militantes de extrema izquierda italiana. Este criterio cambió tras la victoria de la derecha, cuando el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin entregó a un condenado por complicidad en el asesinato del general Ligio Giorgiere. Sin embargo, ese crimen fue cometido en 1987: faltaba saber qué iba a ocurrir con las extradiciones por crímenes anteriores a la doctrina Mitterrand.

La respuesta es la vía libre dada ayer a la entrega de Battisti, un hombre perfectamente integrado en la sociedad francesa, donde ha alcanzado relevancia pública como autor de novelas policíacas de éxito. Pero Italia le considera el autor directo de dos asesinatos, además de cómplice en otros dos. Antiguo miembro del grupo Proletarios Armados por el Comunismo, Battisti huyó en 1981 de una prisión italiana y se instaló en Francia a comienzos de los noventa, después de transitar por México.

Gran parte de la izquierda y de los intelectuales franceses se habían movilizado a favor de Battisti; desde el líder socialista, François Hollande, hasta las decenas de personalidades que protagonizaron -el sábado pasado- un acto a favor del extraditable. El escritor Bernard Henri-Lévy se sublevó contra la extradición a un país donde el primer ministro "escapa de los jueces por otros medios", en alusión a Silvio Berlusconi. También estuvieron presentes el cineasta Bertrand Tavernier y el cantante Georges Moustaki.

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Contra este clamor se alzó anoche el dirigente socialista Manuel Valls, quien advirtió a su partido de que se equivoca de batalla: "Italia es una gran democracia, los italianos han conocido años de plomo marcados por el terrorismo y la izquierda italiana no comprende la posición de la izquierda francesa en esta cuestión".

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