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EL FIN DEL TRASVASE DEL EBRO

El Congreso convalida la derogación del trasvase del Ebro con gran bronca del PP

El decreto se tramitará como proyecto de ley a propuesta de Narbona y por acuerdo de los grupos

No hay precedentes en 27 años de la historia reciente de la democracia. El presidente del Congreso, Manuel Marín, toleró que 48 pancartas exhibidas por otros tantos diputados del PP, con la inscripción "Agua para todos", permaneciesen sobre los escaños durante toda la intervención de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, que defendía en la tribuna la convalidación del decreto-ley que modificó la ley del Plan Hidrológico y que, fundamentalmente, deroga el trasvase del Ebro. Sólo el PP votó en contra, pero 141 votos no impidieron que los 185 del resto de grupos apoyasen la decisión del Gobierno.

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Narbona anunció que si los grupos estaban de acuerdo, el Gobierno quería tramitar el decreto-ley como proyecto de ley para poder discutir e intentar el consenso. Pero advirtió que el consenso "es como el amor" que si uno no quiere no es posible. La mención al amor provocó grandes risas del Grupo Popular pero, al final, la Cámara votó, por unanimidad, que se tramite como proyecto de ley.

Las tres horas y media de debate estuvieron cargadas de tensión pero, especialmente, el comienzo de la sesión. Narbona subió al estrado y apenas había dicho "señoras diputadas, señores diputados", cuando una cuarentena larga de los setenta y tantos parlamentarios populares que, en ese momento, ocupaban sus escaños comenzaron a desplegar pancartas, y a corear el mismo lema que llevaban escrito: "¡Agua para todos!". Así se mantuvieron, y el presidente se limitó a pedirles "que guardaran silencio y dejaran exponer sus argumentos al Gobierno".

En legislaturas anteriores sólo Izquierda Unida había exhibido alguna pancarta en el hemiciclo -las últimas contra la guerra de Irak- pero la protesta sólo duraba algunos segundos y la entonces presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, instaba con firmeza a retirarlas.

Ayer se mantuvieron las pancartas desplegadas y, sobre todo, se sostuvo un clima de bronca, desde los escaños del PP, con interrupciones constantes del discurso de Narbona y gritos como "¡Eso es mentira!", "¡Esas mentiras las hemos leído!" y vuelta a entonar el "Agua para todos".

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De modo que ayer, el PP hizo suya la muletilla con la que, en tantas sesiones del final de la anterior legislatura trataba de minusvalorar al PSOE acusándole de "oposición de pancarta", en referencia a las manifestaciones contra guerra de Irak. Quizás eso dio pie al diputado socialista Álvaro Cuesta a dirigirse a alguien del PP y espetarle: "Quién te ha visto y quién te ve; tú, tan finolis".

La ministra Narbona aguantó impávida la marejada y sostuvo su discurso por encima de voces y de coros, defendiendo la racionalidad del nuevo proyecto y acusando de imprevisión y despilfarro al del PP.

Después se vio arropada por el resto de portavoces de los grupos, excepto, claro está, por la del PP, María Teresa de Lara, que arrancó su intervención asegurando que ayer era "un día triste para el Levante y el sureste español".

De Lara se fue a por la ministra de frente y por derecho, ni la más leve concesión a lo que se entiende por cortesía parlamentaria: la acusó de mentir en todas las formas y tiempos del verbo, la acusó de actuar "vergonzosamente" y, cuando quiso ser suave, le fue desgranando argumentos utilizados por Narbona tachándolos de "falsos".

El argumento político de fondo que utilizó en su intento de descalificar la actuación del Gobierno fue que todo obedecía al seguidismo de la "consigna de Maragall" -en referencia al presidente socialista e la Generalitat de Cataluña-; "ni una gota del agua del Ebro para Levante y Andalucía", añadió. Pero la portavoz popular fue mas allá y atribuyó la decisión gubernamental a "los intereses de un partido político y de su pacto de gobierno en Cataluña". En la réplica, tras la intervención de la ministra, De Lara volvió a insistir en la idea de que, tras escuchar a los distintos portavoces que apoyaban al Gobierno, se afirmaba en su idea de la "dependencia de Zapatero del tripartito", en clara alusión al Gobierno catalán.

La ministra de Medio Ambiente replicó que el Gobierno sólo se debe a los ciudadanos y, decidió colocar alguna banderilla política al responder a las exigencias de solidaridad asegurando que los Gobiernos del PP bajaron el gasto social en términos del PIB, o que la ruina que los populares aseguran para la Comunidad Valenciana y la de Murcia puede venir, de verdad, con proyectos como el de Terra Mítica o por dedicarse a "encementar" todo el litoral, lo que supone "la muerte de la gallina de los huevos de oro" del turismo.

El reproche de un 'experto'

Tan insólito fue el comportamiento de los diputados del PP que el portavoz de Izquierda Verde, Joan Herrera, no pudo sustraerse a comentar el espectáculo que ofrecían y en su intervención, quizás por la experiencia de pertenecer a un grupo muy aficionado a salir a la calle en distintas circunstancias y con pancartas, se dirigió a sus colegas del PP y, en tono de clara ironía, les dijo: "Bienvenidos a la cultura de la pancarta. He visto que ponían la pancarta, no como una pancarta, sino como un tapete. Lo que he visto es que se leía sólo 'para todos'. Se han descuidado en ponerla bien. Supongo que es falta de experiencia. Pues bien, en el 'para todos' podían haber incorporado el ladrillo, el cemento y no el agua que ustedes reclamaban. Lo digo porque a uno se le encoge el corazón al ver a tanta gente del Partido Popular poner la pancarta y durante tanto tiempo. La verdad es que es una gozada, un privilegio que tenemos en esta legislatura".

Emilio Olabarria, del PNV, en tono más serio, aseguró que era "un día triste para el parlamentarismo" porque tenía la impresión de "que el espectáculo que se ha dado esta tarde en este primer debate no ha sido particularmente edificante".

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