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LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

La policía vigiló a un jefe del 'comando' del 11-M hasta un mes antes de los atentados

El seguimiento a El Tunecino llevó hasta otra media docena de futuros autores de la matanza

La Brigada Antiterrorista de Madrid investigó desde febrero de 2003 a febrero de 2004 a un grupo de radicales islamistas que en su mayoría integrarían, un mes después, el comando que cometió los atentados del 11-M, según reflejan informes internos y sumariales. La falta de agentes -cuatro de los ocho policías fueron destinados en febrero pasado a tareas de vigilancia relacionadas con la boda real- y de medios materiales -balizas para seguir vehículos y micrófonos para captar conversaciones- impidió el éxito, a pesar de que la vigilancia llegó hasta semanas antes de la masacre, según fuentes de la brigada.

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190 muertos y más de 1.400 heridos. Entre los radicales presuntamente vinculados a los atentados del 11-M a los que la Brigada Provincial de Información de Madrid vigiló o detectó a lo largo de estos doce meses -bajo autorización del juez Juan del Olmo desde julio de 2003- figuraban los siguientes:

Sherhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, muerto en Leganés y presunto jefe del grupo que atacó los trenes y cuya foto hablando por un móvil fue tomada durante dicho seguimiento en julio de 2003; Basel Ghayoun, preso como autor material de los atentados y persona de confianza, al igual que Fouad el Morabit -también investigado entonces y hoy preso por colaboración con banda armada-, de Rabel Osman el Sayed, El Egipcio, autodeclarado inspirador de la matanza; Mohamed Almallah Dabas, en libertad tras haber sido detenido y a quien sospechaban vinculado al atentado de Casablanca; y Said Berraj, huido, presunto autor material.

El seguimiento de elementos como El Tunecino llevó a los agentes un mes antes del 11-M hasta las mismas puertas del domicilio en Madrid -calle de Litos, número 13, escenario de reuniones para los preparativos de la masacre- de otros dos integrantes de la célula terrorista, los hermanos Rachid y Mohamed Oulad Akcha, ambos muertos en el suicidio colectivo del piso de Leganés tras integrar el comando de muerte. El escondite de Leganés fue descubierto tras el 11-M gracias al rastro del coche de El Tunecino, un Golf 9018CRR identificado meses antes por aquellas investigaciones previas.

Los agentes también detectaron en agosto de 2003 a Jamal Zougam, detenido como coordinador y autor material de los atentados, durante el seguimiento a Mohamed Almallah, quien acababa de recibir una denuncia de malos tratos a una mujer.

Toda esta intensa labor de campo previa -pinchazos, domicilios, conexiones- aceleró las pesquisas policiales tras el 11-M.

El informe de la Brigada de Información de julio de 2003 enviado al juez Juan del Olmo no dejaba dudas sobre el fin de aquella investigación: los "diversos sistemas para conseguir fondos con los que ejecutar sus actividades, así como otras tendentes al establecimiento de grupos estables encargados de la infraestructura y apoyo a España de individuos y grupos afines a estas organizaciones, y especialmente a los integrantes de la denominada red Al Qaeda".

Los informes apuntaban más peligros del grupo investigado. "Son los encargados de la captación de nuevos miembros para su posterior envío a otros países, en donde adquirirán preparación militar para actuar como muyaidines en conflictos armados o en acciones terroristas".

A renglón seguido, la policía solicitaba el pinchazo de diversos teléfonos de Mohamed Almallah Dabas y de su hermano Moutaz, así como de sus esposas, y posteriormente de El Tunecino. Y citaba sus actividades: "Uno de los sistemas que podrían utilizar para lograr fondos es la sustracción de vehículos alquilados, que posteriormente venden, y la falsificación de documentos, utilizando especialmente la denuncia por sustracción o pérdida de pasaportes legítimos para su posterior modificación". El Egipcio se jactaba en sus charla de la facilidad para comprar pasaportes en España.

"Las actividades de estos individuos consistirían, además de recaudar fondos para la organización, en crear en España una infraestructura humana y material que permitiese llevar a cabo sus objetivos y dar apoyo a los miembros en Madrid. Además, por las investigaciones sobre las personas referidas, se ha podido constatar la existencia de vinculaciones a nivel internacional en países centroeuropeos". La investigación sobre Mohamed Almallah descubrió un local, en la calle Virgen del Coro número 11, alquilado por su hermano, que servía para "mostrar diversas cintas relacionadas con la actividad de campos de entrenamiento militar, así como charlas de líderes radicales islámicos".

La policía apuntó al juez la sospecha de su implicación en la matanza de Casablanca. "Realizó dos viajes a Marruecos, en fechas posteriores, pero recientes con los atentados de Casablanca, regresando a Madrid y permaneciendo en su domicilio sin salir durante algunos días, mostrando una actitud evasiva o de ocultación". La vigilancia sobre el citado centro de proselitismo sumó nombres a la investigación: El Tunecino y Ghayoun.

El primero fue descrito así en julio de 2003 al juez: "En su domicilio se suelen realizar reuniones de estos individuos, al igual que en el local de Virgen del Coro y un ático sin determinar del barrio de Lavapiés [ya apuntaba la pista del locutorio], pudiendo ser junto a los hermanos Almallah responsable del paso de musulmanes hacia Europa". Posteriormente, la policía llegó a pedir datos sobre las empresas para las que supuestamente trabajaba El Tunecino, por considerarlas una mera tapadera, y en su seguimiento llegó en febrero de 2004 hasta el domicilio de los Oulad, y detectó a otra media docena larga de radicales que luego resultaron implicados en el 11-M.

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