Atropello

¿Qué pensar de una empresa que siente un desprecio absoluto por sus

trabajadores y que comete atropello tras atropello sin importarle las consecuencias? Esa empresa existe y se llama Consejería de Educación de la Junta de Andalucía. Desde hace tiempo, los profesores venimos padeciendo las consecuencias de las frivolidades de la consejería, más preocupada por no perder los votos de los padres de los alumnos que por defender una educación de calidad.

Este curso estamos viviendo dos claros ejemplos de la consideración que los trabajadores de la enseñanza le merecemos a la Junta: el primero es el poner las pruebas extraordinarias en junio en contra del criterio casi unánime de los claustros de los centros. Pero ahí no queda la cosa, no contentos con establecer unas pruebas dos días después de terminar el curso, apoyándose en unos argumentos que pretenden disfrazar el empeño político de llevarle la contraria al anterior Gobierno de Madrid, se obliga a los profesores a elaborar un "exhaustivo" informe individual para el alumno que haya suspendido con unos requisitos laboriosos e inútiles que en nada benefician a dicho alumno si no es por la presión para que se le apruebe, porque de todos es sabido que la culpa de que los alumnos suspendan es siempre del profesor que intenta inculcar un mínimo de conocimientos en lugar de limitarse a una labor de guardería de niños, sin más.

Dicho profesor está siempre bajo sospecha; el alumno, por muy vago, irresponsable e impertinente que sea, nunca, ¡angelito! A la Administración -y a muchos padres- sólo le interesa el porcentaje de aprobados, no lo que hay detrás, de ahí que el objetivo sea entretener a los niños sin preocuparse de si aprenden o no.

El segundo ejemplo es la fecha de presentación para las oposiciones de este año: el 25 de junio, día en el que, gracias a la genial ocurrencia de poner las citadas pruebas extraordinarias en junio, en la mayoría de los centros hay sesiones de evaluación, tarea clave de nuestra labor docente. Convocar a los opositores en ese día es un desprecio absoluto a esa tarea: miles de profesores deberán estar fuera de sus centros, la mayoría de ellos interinos a los que se les obliga a presentarse en esa fecha sin mayor consideración hacia su labor en los centros y hacia sus posibilidades de estudio...

La lista de agravios podría seguir para insistir en la desconfianza absoluta que generamos en la Administración, porque, claro, a pie de aula se viven realidades que molesta oír y que dañan esa falsa imagen de modernidad y cosmopolitismo que la señora consejera quiere transmitir a través de unos cuantos privilegiados centros TIC, mientras hace oídos sordos a los verdaderos expertos en educación, los profesores que nos enfrentamos a la dura realidad día a día y pretendemos realizar nuestro trabajo con dignidad.