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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Novela a la deriva

Como tantos escritores de los nuevos países de la Unión Europea, Pavel Kohout (Praga, 1928), el autor de teatro más representado de Chequia, es poco conocido en España. Se publicaron, a partir de los años ochenta, varias novelas del compañero de disidencia de Václav Havel sin apenas repercusión, y casi toda su obra dramática quedó sin traducir. Parece que eso está cambiando desde la publicación, en 2003, de La hora estelar de los asesinos, su novela más aclamada, un excitante thriller policial situado en la Praga ocupada por las tropas de Hitler. Kohout supera las limitaciones del género y recrea, con inusual viveza, un capítulo oscuro del pasado reciente, a través de la visión matizada del testigo que rehúye los maniqueísmos.

LA LARGA OLA TRAS LA QUILLA

Pavel Kohout

Traducción de Fernando

de Valenzuela

Alianza. Madrid, 2003

375 páginas. 18,20 euros

El conocimiento profun-

do de las heridas abiertas por la Segunda Guerra Mundial, su implicación política -fue coautor de La Carta del 77 y mediador cultural bilingüe entre Austria, Alemania y Chequia-, predestinan a Kohout a malear los temas candentes de la historia centroeuropea contemporánea. Uno de ellos es el conflicto no resuelto entre checos y alemanes de los Sudetes, la minoría asentada durante mil años en Moravia y expulsada salvajemente en 1945, en el que se basa la trama de La larga ola tras la quilla. Pero con la elección del tema se agotan los méritos del libro. Lo que fue originalmente un guión cinematográfico, no cuaja en novela ni por el argumento, sobrecargado y tontorrón, ni por los procedimientos narrativos, de una dejadez irritante.

El trasfondo histórico se rebaja a mera amplificación de la tensión dramática del previsible romance, en un crucero de lujo, entre un Adonis de culebrón y su despampanante presa, apodada cariñosamente, en buena tradición machista, "la alazana". La vulgaridad del imaginario amoroso compite con la ordinariez de la mirada del narrador (que no de sus personajes): "Siegfried quedó preso entre los pechos de sus dos vecinas, como entre dos airbags que acabaran de dispararse". En vez de "las muchas caras y aristas" de la historia europea, sugeridas en el texto de solapa, la narración ofrece tópicos y anécdotas de una jet-set marina de dudoso humor. Y mientras el crucero sigue con suntuosidad postiza su rumbo por los mares del Sur, la novela se hunde en los antípodas.

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