La Constitución europea divide a los socialistas franceses

El Partido Socialista (PS) francés se muestra dividido sobre la conveniencia de respaldar la Constitución europea que debiera entrar en vigor en 2009. La dirección del partido, reunida en París, estimó que era urgente... esperar y elaboró un texto de valoración en el que pospone la toma de cualquier decisión. El ex primer ministro Laurent Fabius, aspirante a la candidatura a la presidencia de la República, se dice dispuesto "a decirle no a la Constitución" porque "no contempla avance alguno en un punto que es fundamental: lo social".

El primer secretario, François Hollande, en nombre del "espíritu de responsabilidad", subraya que "en el plano institucional el texto supone un paso adelante"

. El PS, vencedor en Francia de las recientes elecciones europeas, hizo campaña a favor de "una Europa social".

La opción de Fabius, número dos de los socialistas franceses, se hizo pública pocas horas antes de que Hollande reuniese la cúpula del PS y sin duda pesó en el comunicado final. Fabius parece convencido de que el no es mayoritario en el seno del PS. "Dudo muchísimo de que los socialistas y los franceses voten a favor", dijo Fabius.

Para el actual número cuatro del partido, Manuel Valls, el texto aprobado en Bruselas por los 25 países europeos "es una victoria para el Reino Unido". Los socialistas franceses no perdonan que los británicos hayan logrado que sea necesaria la unanimidad para tomar cualquier medida de política fiscal o social, así como para reformar la propia Constitución. Hace pocos días el antiguo presidente de la Comisión, Jacques Delors, dijo que "los británicos debieran preguntarse si quieren seguir en la Unión Europea".

Las dos corrientes minoritarias del PS, encabezadas por Henri Emmanuelli y Arnaud Montebourg, hacen campaña por el no y fuerzan a Hollande a efectuar un referéndum interno. "Tiene que hacerse en octubre pues de lo contrario lo organizaremos por nuestra propia cuenta", amenazan. Hollande acepta y afirma que su "obligación es convencer, no imponer una solución". "Mi opción será la más útil para Europa".

La idea de "voto útil" y de "sacrificio" de los intereses partidarios en el altar de otros superiores evocada por Hollande se topa con la hábil utilización que Fabius hace de la reciente historia electoral de Francia. "No creo que haya que votar siempre a favor de Chirac", dijo refiriéndose al dilema que llevó a los socialistas a tener que elegir, en las presidenciales del 2002, entre Chirac y el ultraderechista Jean Marie Le Pen.

Hollande intenta ganar tiempo atacando también a Chirac: "En Bruselas, al mismo tiempo que veíamos como Blair maniobraba o como algunos pequeños países obtenían concesiones, no vimos que el presidente se moviera para que Francia y Europa salieran reforzadas". Para Hollande la pelota está en el campo de Chirac que "debiera decirnos cuál es el modo de ratificación [referéndum o Parlamento] y la fecha elegida" para los ciudadanos se manifiesten.

La decisión de Fabius de hacer públicas sus reticencias tiene una triple dimensión. Por un lado le resitúa en el interior del PS, liberándole de la rémora de aparecer como el Blair francés; por otro traduce el sentimiento de que la mayoría sociológica francesa, siendo europeísta, lo es si la construcción de la UE se hace desde la voluntad de crear un bloque para competir con EE UU y el Asia emergente; por último plantea un reto al conjunto de la izquierda europea, que se interroga sobre la conveniencia de seguir apoyando una Unión concebida como un mero gran mercado.

Próximos a Hollande, el presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, Jean Marc Ayrault, los ex ministros Pierre Moscovici, Elisabeth Guigou y Martine Aubry, así como el alcalde de París, Bertrand Delanoë, creen que hay que respaldar la Constitución "a pesar de sus defectos".