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Reportaje:

A las puertas del triunfo

El novillero Curro Sierra permanece ingresado en la UCI del Macarena después de sufrir una cogida el domingo

Manuel Planelles

El domingo su madre estaba en casa. Su hermana, en el tendido. Su banderillero, en el ruedo de la Maestranza. Fue un instante. Un pinchazo en el muslo al entrar a matar por segunda vez. La sangre salió a borbotones. El novillero sevillano de 17 años Curro Sierra perdió tres litros en apenas cuatro o cinco segundos.

"El pánico en un segundo eterno". Juan Cubero, su banderillero y preparador desde hace un año, se quitó la corbata e intentó hacerle un torniquete: "Toda la cuadrilla queríamos tapar la herida, con los dedos, con las manos...".

Su hermana mayor, Gracia Sierra, bajó a la enfermería y, calmada, avisó por teléfono a la madre que esperaba en casa. La madre, Gracia Japón, llegó a las puertas de la enfermería de la plaza sevillana y esperó, como ayer aguardaba en la sala de espera de la UCI del Hospital Universitario Virgen Macarena, donde Curro permanecerá ingresado todavía unos días.

"La batalla del domingo era salvarle la vida, y esa se ha ganado". El banderillero Juan Cubero sonrió un momento cuando, ayer a mediodía, le dijeron que Curro ya no tenía fiebre y estaba comiendo pescado. Pero, rápido, volvió a ponerse serio: "Desde el lunes, la batalla es por salvarle la pierna". Cuatro intervenciones, y la vida del novillero ya no corre peligro. En el último parte médico, difundido ayer por la mañana, se afirmaba que el paciente estaba "consciente" y que "el miembro inferior derecho" mantenía una "buena temperatura y coloración".

El asta del tercer toro de la tarde le rompió el domingo la arteria femoral, la terminal de la iliaca y el separador de la bifurcación de la iliaca. "Tiene muchos destrozos internos... Pero confiamos en el equipo médico", contó ayer el banderillero Juan Cubero: "De todas formas, estoy dispuesto a hacerle ver que hay cosas más importantes que la de ser torero, que puede estudiar o buscarse otra profesión".

Eso, posiblemente, es lo que le gustaría a su madre. Con los ojos todavía rojos de llorar, ayer se resignaba ante la elección de su hijo, "con carita de ángel": "Si lo primero que me preguntó cuando abrió los ojos fue cómo había ido el sexto toro...".

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Cuentan los vecinos de Coria del Río (Sevilla) que, cuando Curro era un mico de apenas cinco años, lo veían en el patio de su casa practicando toreo de salón.

Creció e intentó conseguir el sueño que su padre, Francisco Sierra, no había alcanzado: llegar a ser figura del toreo. Ingresó en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla donde, durante dos años, "fue uno de los alumnos más destacados", según Cubero.

El verano pasado, con 16 años, ganó el certamen de novilleros sin caballos en la Maestranza de Sevilla. El premio: un traje de torear blanco y oro, el mismo traje que estrenó el domingo con su primera cornada.

El triunfo en el certamen fue el 24 de julio de 2003. Un mes después, el 24 de agosto, llegó la tragedia. Su padre y uno de los banderilleros de Curro, Juan Pablo Sabroso, fallecieron en un accidente en una carretera de Burgos. El novillero había conseguido que le contratasen para una lidia en el municipio burgalés de Arauzo de Miel. El festejo era por la tarde, pero unas horas antes, la furgoneta en la que viajaban el padre de Curro, sus dos subalternos y el chófer se salió de la carretera a unos seis kilómetros de Arauzo.

Como es lógico, Curro Sierra no toreó aquella tarde. Se quedó sin poder enseñar, como cuenta Cubero, su toreo "tranquilo y sensible, profundo y muy sevillano".

El pasado domingo fue profeta en su tierra. "Al segundo capotazo, todo el público de la Maestranza estaba entregado". Cubero, su banderillero y "casi padre", no entiende por qué "cuando tenía el triunfo al alcance de la mano", cuando sólo faltaba rematar la faena, un toro le rompió a Curro la femoral y el éxito...

"Los toreros saben que, al final, todos riegan el ruedo con su sangre, pero nunca piensan que les va a tocar". Cubero ya había visto de cerca la tragedia antes del pasado domingo. El 30 de agosto de 1985, un toro le partió el corazón a su hermano José Cubero, Yiyo, en Colmenar Viejo. Él también formaba parte de su cuadrilla y vio como se iba su hermano desde el albero.

Cubero lleva 25 años como banderillero y sabe que esta vez, "dentro de lo malo, ha habido suerte": "Ahora, Curro ve la cornada como su primera medalla".

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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