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Reportaje:TRASPASO DE PODER EN IRAK | La investigación en EE UU

La peor pesadilla de la Casa Blanca

La comisión del 11-S exige al vicepresidente Cheney que diga todo lo que sabe sobre la relación entre Al Qaeda y Sadam

Cuando George W. Bush accedió a la creación de una comisión independiente bipartidista para investigar los ataques terroristas del 11-S, el presidente pensó que su credibilidad como líder preocupado por la seguridad de sus conciudadanos saldría reforzada. Su razonamiento no carecía de lógica. Después de todo, el papel de la comisión no era otro que averiguar los fallos en los servicios de inteligencia y seguridad, evaluar la actuación de las autoridades a nivel federal, estatal y local, y proponer una serie de medidas tendentes a evitar una repetición de catástrofes similares.

Pero la Casa Blanca propone y los miembros de la comisión, cinco republicanos y cinco demócratas, disponen. Y su disposición a husmear todos los aspectos de los ataques terroristas y la respuesta gubernamental a los mismos se ha convertido en una verdadera pesadilla para la Casa Blanca, que lleva meses a la defensiva y que aguarda con inquietud el informe final de los comisionados, previsto para finales de julio, justamente el día antes del inicio de la convención que designará oficialmente a John Kerry como candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos.

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Las vistas públicas celebradas por la comisión no sólo han puesto de manifiesto ante el país los fallos flagrantes de la CIA, que han precipitado la dimisión de su director, George Tenet, y del FBI en la detección y prevención de los atentados, sino que han evidenciado, igualmente, el caos que se registró tras el impacto del primer avión en las Torres Gemelas por la falta de coordinación entre las autoridades civiles y militares, y la ausencia de comunicación entre los principales miembros del Gobierno.

Pero lo peor de la investigación, desde el punto de vista de los intereses de la Casa Blanca, llegó a finales de la pasada semana cuando un informe redactado por los ayudantes de los comisionados puso en tela de juicio la colaboración del régimen de Sadam Husein con Al Qaeda, uno de los pilares sobre los que Bush se apoyó para la intervención estadounidense en Irak. El informe afirma que "no existe evidencia creíble de que Irak y Al Qaeda cooperaran en ataques contra Estados Unidos". "Ha habido informes en el sentido de que se produjeron contactos entre Irak y Al Qaeda después del regreso de Osama Bin Laden a Afganistán [desde Sudán], pero [estos contactos] no parecen haber resultado en una relación de colaboración".

Aunque el informe redactado por los ayudantes de los miembros de la comisión no tiene por qué ser asumido literalmente por los comisionados, cuyo veredicto sólo se reflejará en las conclusiones finales, su publicación constituyó un torpedo a la credibilidad de la Casa Blanca, que inmediatamente se movilizó para contrarrestar su efecto, curiosamente con un virulento ataque de Dick Cheney no contra el informe en sí, sino contra la interpretación, en su opinión "escandalosa", de los medios, y especialmente de The New Yok Times. En una entrevista televisiva el jueves, el vicepresidente insistió en la existencia de contactos entre la red terrorista e Irak, e insinuó que, "probablemente", tenía más datos de esos contactos que los miembros de la comisión.

El resultado de esa insinuación fue inmediato. Tanto el presidente de la comisión, el ex gobernador republicano de Nueva Jersey, Thomas Kean, como el vicepresidente y ex congresista demócrata por Indiana, Lee Hamilton, han exigido a Cheney que ponga a disposición de la comisión cualquier dato adicional que pueda tener sobre la pretendida relación entre Sadam y Al Qaeda. En declaraciones a The New York Times, Kean manifestó que se sentiría "muy decepcionado" si la Casa Blanca no hubiera ofrecido a la comisión toda la información sobre Al Qaeda en su poder.

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