La Fundación Miró exhibe al Dalí convertido en azote de los "putrefactos"
El 'Manifest Groc. Dalí, Gasch, Montanyà y el antiarte' se centra en la cultura catalana
En marzo de 1928 se publicó, impreso sobre papel amarillo, el Manifiesto antiartístico catalán, conocido como el Manifest Groc. Lo firmaban el pintor Salvador Dalí, el crítico de arte Sebastià Gasch y el crítico literario Lluís Montanyà, que denunciaban "el grotesco y triste espectáculo de la intelectualidad catalana de hoy, cerrada en un ambiente recluido y putrefacto". El contexto en el que surgió, las víctimas de sus críticas y los creadores que reivindicaban centran la exposición que, dentro del Año Dalí, se presenta hasta el 26 de septiembre en la Fundación Miró de Barcelona.
Hacía un año que había sido expulsado de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y faltaba otro para que conociera a Gala y, se iniciara su salto a la escena internacional. Salvador Dalí tenía 24 años y en ocho meses, los que tardó en escribir junto a Gasch y Montanyà el Manifest
Groc, el artista pasó de menospreciar al surrealismo a convertirse en uno de sus máximos defensores. Fue un periodo clave en la evolución del pintor y el manifiesto en sí mismo es considerado "la proclama más importante que dio la vanguardia histórica catalana y una de las más importantes del vanguardismo español", según Joan Maria Minguet, comisario de la exposición.
La exposición, organizada por el centro Krtú de la Generalitat catalana, tiene el objetivo de explicar tanto la gestación del manifesto como el contexto en el que éste surgió. Tiene un formato pequeño -en el Espai 13 de la Miró, un espacio dedicado a la creación experimental-, pero está bien aprovechado. Comienza con los referentes del manifesto, con sendas pinturas de Le Corbusier, Amadée Ozenfant y Fernand Leger que desde la revista L'Esprit Noveau (1920-1925) defendían el nuevo arte surgido del desarrollo tecnológico. También, naturalmente, hay obras de Miró que, con su idea de "asesinar la pintura", influyó tanto en la poética del antiarte que defendía el manifiesto como en la misma práctica del joven Dalí, del que se exhiben algunos dibujos de influencia mironiana. Correspondencia entre los autores y los tres borradores del manifiesto completan esta entrada.
El espacio central, sin embargo, lo ocupan los pros y contras del manifiesto, que se despliega en vitrinas en las que pueden verse ejemplos de lo que denostaban -básicamente el tradicionalismo posnoucentista-, y de lo que defendían -la modernidad del cine, el gramófono y el jazz.- Así, por ejemplo, entre los primeros figuran el estandarte del Orfeó Català (al que achacaban una "sensiblería enfermiza"), pinturas de los paisajistas Joaquim Vayreda y Ramon Maratí Alsina ("pintores de árboles torcidos"), carteles de obras del autor teatral Àngel Guimerà o postales de la bailarina Áurea de Sarrà. Entre los segundos figuran cuadros de Picasso y Miró, un teléfono, un fonógrafo, una cámara de fotografías, un coche Bugatti de juguete, vídeos de filmes de Buster Keaton o de conciertos de jazz...
La modernidad que, de hecho, ha triunfado. No fue, según explica Minguet, un manifiesto apasionado fruto de una noche loca. Tardaron meses en escribirlo y discutieron cada palabra, pero, según el comisario, no hay duda de que el autor principal del documento fue Dalí. El público puede llevarse a casa el manifesto, que como indicaba Minguet tiene aún muchos puntos que serían de aplicación hoy día, pero lo más interesante es el libro-catalógo, editado para la ocasión por Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg, que recoge un amplio estudio del comisario sobre el manifiesto y también correspondencia epistolar entre sus autores que, en gran parte, no se había publicado hasta ahora.
Babelia
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