Algarabía musical
Tres mil músicos vencen a la lluvia en un pasacalle que termina en el muelle barcelonés
Mala suerte: llovió. El mal tiempo ensombreció anteayer el espectáculo Sistema de Señales, una singular propuesta del Fòrum Ciutat que pretendía llenar las calles del centro de Barcelona de acordes musicales y buen rollo. Inscrito en el Festival del Mar y la Fiesta de la Música 2004, el acontecimiento festivo constaba de dos partes. La parranda sonora debía iniciarse con El hilo armónico, un pasacalle animado por 600 músicos que tenía previsto partir a las 20.00 horas de la plaza de Catalunya. Un engorroso aguacero estuvo a punto de echar a perder la convocatoria. La organización prefirió esperar. Gracias a su perseverancia, la marcha pudo arrancar una hora más tarde.
Pequeñas bandas musicales, en su mayoría formadas por niños y adolescentes, recorrieron entonces el paseo de la Rambla en dirección al Moll de la Fusta, lugar en el que se celebraría el fin de fiesta. Las agrupaciones interpretaron la partitura creada para la ocasión por Xavier Maristany, una composición inspirada en música tradicional catalana. No fue fácil para Maristany dirigir aquel batiburrillo de instrumentos.
Poco a poco, el pasacalle -seguido por unas 30.000 personas según la Guardia Urbana- se fue animando a medida que la gente se añadía al jolgorio. Aunque no se acercó ni de lejos al seguimiento masivo del Sambódromo de Carlinhos Brown, las ganas de pasarlo bien de los asistentes alegraron el ambiente. No importó que el recorrido se interrumpiera frente al mercado de la Boqueria para dejar pasar a un acelerado par de camiones de bomberos. Al contrario, sus sirenas de alarma parecían un ingrediente más de aquella celebración estruendosa.
Con la llegada de la marcha al Moll de la Fusta, comenzaba a las 22.00 horas la traca final. A los músicos del pasacalle, se les agregaron otros compañeros hasta sumar 3.000 intérpretes, cifra que incluía a los cantantes de las agrupaciones corales. Se cumplía así uno de los objetivos del acto: congregar la mayor big band del mundo. Desde una grúa, Maristany dirigió un concierto en el que 400 voces entonaron la palabra paz en 70 idiomas. Como la propuesta se basaba en el rechazo al uso de amplificadores electrónicos, muchos no pudieron oír los fragmentos cantados. Tras el concierto, llegaba el turno de la segunda parte del acontecimiento, protagonizada por Naumaquia, un experimento musical del compositor valenciano Llorenç Barber en el que se escenificaba un combate sonoro entre las sirenas de los barcos anclados en el puerto, las campanas de iglesias cercanas como la de Santa Maria del Mar o la de la Mercè, las notas de los grupos instrumentales y los explosivos fogonazos de unos cuantos cañones del ejército español. Tampoco faltó algo de pirotecnia para dar al evento un poco de vistosidad fugaz.
La tentativa desconcertó. La gente no sabía adónde mirar, porque el espectáculo pecó de dispersión y las bromas de los asistentes menudearon.
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