Eurovocabulario

Se escucha hace unos días en las noticias de la radio pública que se celebra el Día Europeo del Melanoma. En tal jornada se mantienen encuentros entre científicos y especialistas para tratar sobre la materia, se divulgan en los medios conocimientos sobre esta patología y se lanzan mensajes sobre prevención y recomendaciones para atajar esta dolencia.

Hasta aquí todo es razonable, saludable y hasta plausible. Pero uno se queda perplejo, si no paralizado, cuando escucha poco después al locutor hablar con toda naturalidad del euromelanoma, no sé muy bien si refiriéndose al propio mal o al día que se le dedica.

Cierto es que por la radio no alcanzamos a ver los colores, pero se adivina que lo dijo el locutor sin ningún tipo de sonrojo. Se adivina y lo confirma que, siguiendo con su relato, vuelve el locutor a citar el euromelanoma por segunda y hasta por tercera vez.

Desconozco si los melanomas de los europeos tienen su propio carácter y presentan distinta etiología o cursan diferente evolución que los que pueda sufrir un americano o un chino, pongo por caso.

Hasta ahora habíamos oído hablar de eurodiputados, euroescépticos, euroorden, eurocopa, por poner sólo unos ejemplos, y recientemente del euromillón, esa especie de lotería primitiva que tanto puede agraciar a un súbdito de Lorca como a uno de Aix-la-Chapelle.

No hay manera. En vista de que ni europarlamentos, ni eurocopas ni euromillones consiguen crear identidad europea, ni que los eurohabitantes se molesten en acercarse a las urnas cuando los escaños están en Estrasburgo y el Gobierno en Bruselas, los medios de comunicación van a intentarlo ahora por la vía de los euromelanomas. Quién sabe si pronto no lo harán por la de los euroeczemas o la de las europeritonitis.

Hombre, loable es el empeño europeizante, pero seguramente hay modos más apropiados que la masacre del idioma.