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Las dos Coreas ponen fin a medio siglo de guerra de propaganda

Desconectados los cientos de altavoces que 'bombardeaban' con mensajes al enemigo

La guerra de Corea (1950-1953) terminó hace más de medio siglo, pero desde entonces ambos países se castigan con una aburrida batalla propagandística que ayer tocó a su fin. Los cientos de altavoces que a lo largo de los 248 kilómetros de frontera común bombardeaban a los sufridos vecinos con propaganda sobre las bondades del Norte y del Sur callaron para siempre, en un nuevo gesto del acercamiento entre los dos Gobiernos de la península coreana.

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El acuerdo para apagar los altavoces se alcanzó el pasado día 4, durante la reunión mantenida por las delegaciones de Corea del Norte y Corea del Sur para reducir la tensión entre los dos países, técnicamente en guerra, puesto que al final de la contienda no firmaron ningún acuerdo de paz. En esa reunión, el régimen de Pyongyang aceptó, por primera vez, cuatro propuestas de carácter militar del Gobierno de Seúl para evitar choques entre las Armadas de ambos países. A cambio, Seúl aceptó apagar los altavoces que transmitían principalmente mensajes religiosos, políticos y culturales, además de los cientos de carteles luminosos propagandísticos, que como los altavoces pueblan la frontera común.

El último mensaje difundido por Corea del Sur en la medianoche del lunes al martes (ocho horas menos en la España peninsular) llamaba a "la paz, la reconciliación y la cooperación", según informa la agencia France Presse. El Norte apagó los suyos sin más explicaciones, y a partir de hoy comenzará a desmantelar los más de 200 carteles gigantes que alaban el régimen comunista y protestan contra la política estadounidense.

La fecha elegida para cortar las emisiones se corresponde con el cuarto aniversario de la primera cumbre entre los dirigentes de los dos países, cuando se inició un lento camino hacia la normalización de sus relaciones.

En contraste con el incremento de los intercambios comerciales y económicos, en estos años apenas hubo contactos militares directos, de ahí la necesidad de relajar la tensión existente a lo largo de la frontera común, protegida por minas, alambradas y 1,7 millones de soldados -incluidos 37.000 norteamericanos-, lo que la convierte en la frontera mejor guardada del mundo. Corea del Sur está muy interesado en romper el aislamiento del Norte para evitar sus devaneos con las armas nucleares y sostiene, frente a su mejor aliado, Estados Unidos, la conveniencia de "atraer al redil" a su vecino a través de ayuda económica en lugar de sanciones, que radicalizarían aún más el único régimen estalinista que existe en el mundo. China, con estrechos lazos con Kim Jong Il, sostiene la misma posición que Seúl en cuanto a la necesidad de impulsar la apertura del Norte.

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Soldados surcoreanos vigilan la frontera en la zona desmilitarizada.
Soldados surcoreanos vigilan la frontera en la zona desmilitarizada.REUTERS

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