"La ciudad tiene que crecer hacia dentro"
El que la sigue la consigue. El arquitecto Vicente Guallart (Valencia, 1963) hace años que la sigue, y lleva camino de conseguir que unas ideas que hace unos años parecían meros ejercicios futuristas acaben siendo adoptadas por las administraciones públicas como la base del nuevo urbanismo a aplicar. No sin polémica, es cierto, tanto ciudadana como profesional. Guallart es, en cierta manera, la cabeza más visible de un colectivo de arquitectos afincados en Barcelona que se dio a conocer en 1998 con el nombre de Metápolis -integrado también por Manel Gausa, Willy Müller, Enric Ruiz-Geli y Ramon Prat, entre otros- que comenzó como un festival y ha acabado en un Instituto de Arquitectura Avanzada (Iaac) dirigido por Guallart y financiado por la Generalitat de Cataluña.
Está por ver aún cuál será la continuidad del Iaac -se creó como centro de docencia, investigación y divulgación en los últimos meses del Gobierno de CiU-, pero hasta ahora han presentado una costosa y espectacular exposición (Hipercatalunya, que pudo verse en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona) y varios libros, el último Geocat (Actar), en el que insisten en su idea de que hay que planificar todo el territorio, la geografía, como si fuera una sola ciudad. Guallart exhibe hasta el 1 de agosto sus proyectos -tres puertos en Taiwan y una "montaña" en Denia- en la galería Ras de Barcelona y en breve presentará en Valencia el plan urbanístico de Sociópolis, un proyecto presentado en la última Bienal de Valencia que va a materializarse en el barrio valenciano de La Torre con la construcción de 3.000 viviendas protegidas a partir de un concepto que define como "agrícola-digital".
Pregunta. En Taiwan proyecta tres puertos, en Fugee, Baoutz y Keelung, después de ganar sendos concursos internacionales. ¿Por qué irse tan lejos a construir?
Respuesta. Primero por la dificultad que tenemos los arquitectos jóvenes para trabajar en Barcelona y su entorno, porque los grandes proyectos se destinan sólo a los extranjeros. Por otra parte, estos países asiáticos como Taiwan, Corea o Malasia han pasado ya la fase de construcción masiva en los noventa, y ahora están buscando otorgar calidad al territorio. Barcelona y Cataluña son referentes internacionales de una transformación urbana que a ellos les interesa. Están como España en los años setenta, con autopistas cruzando las ciudades y escasos equipamientos, y ahora quieren empezar a crear espacio público para mejorar la calidad urbana. En Taiwan, además, quieren conseguir doblar el número de turistas con vistas a 2008, cuando se celebrarán los Juegos Olímpicos de Pekín, y por esto convocaron varios concursos de arquitectura para adaptar la isla a esta avalancha. Creo que lo que gustó del proyecto es que, con la ayuda del experto en turismo José Miguel Iribas, que defiende que el turístico es un urbanismo del tiempo más que del espacio, les presentamos un programa de usos pensado para distribuir la afluencia de turistas.
P. En Denia propone reconstruir, inspirándose en la forma geológica de la piedra, la montaña del castillo, cuya ladera está ocupada actualmente por una cantera. ¿Cree que la selección de este proyecto para la próxima Bienal de Arquitectura de Venecia apaciguará las críticas que ha recibido?
R. Lo espero. Aquí se han mezclado el debate político y el urbano. De momento el proyecto está parado a la espera de que se redefina el plan de usos tras el cambio en el gobierno municipal. Se criticó que en el proyecto participará la iniciativa privada que proponía un centro comercial y un hotel, además de un parking y un auditorio, pero creo que la idea urbanística sigue siendo válida. Pretende generar ciudad, crear más zonas verdes y contribuir a peatonalizar el centro. Las ciudades tienen que crecer hacia dentro, en el centro, y ésta era una manera de regenerarlo y contribuir a hacerlo más compacto, que es lo que lo hace sostenible.
P. Se criticó que se aprobara su proyecto antes de que estuviera listo el plan urbanístico de la zona, que también realizaba usted.
R. La ley valenciana lo permitía. El urbanismo y la arquitectura están demasiado separados, y en este caso se pensó que era mejor que el plan urbanístico se adaptara al programa de usos del proyecto ganador del concurso de arquitectura, que coincidió que fue el mío. Lo importante ahora es discutir el proyecto, porque quiero el diálogo con la sociedad civil, y espero que el hecho de que haya sido seleccionado por Kurt V. Foster para la sección oficial en Venecia demuestre que es interesante.
P. Pese a las quejas por la falta de apoyo, casi todos los proyectos en los que ha participado, desde Metápolis al Iaac o el proyecto Sociópolis, que comisarió en la Bienal de Valencia, han tenido un generoso apoyo financiero de distintas administraciones públicas.
R. Afortunadamente. En Europa el dinero para investigación viene del sector público, y creo que es en este campo en el que hay que continuar insistiendo con propuestas que analicen diversas posibilidades de futuro. Y esto no tiene que confundirse con que pretenda llevarse todo a la práctica, sino estudiar sin prejuicios las distintas posibilidades hasta el límite.
P. Es curioso que Sociópolis pase del museo a la realidad.
R. Llevamos muchos años investigando sobre cómo realizar una vivienda social adaptada a las nuevas necesidades, con espacios compartidos, edificios más ambiciosos que generen su propia energía, accesibles y que faciliten la interacción social a través de la tecnología de la información. Estoy realizando un plan urbanístico que integra el suelo agrícola como zona verde, porque ésta es la única manera de conservarlo. Se trata de que por una parte las ciudades se densifiquen, crezcan hacia dentro, y por otra se creen corredores verdes y naturales para evitar las macrociudades. Es lo que se denomina ciudad "disdensa" (discontinua y densa). Esto implica incorporar también la agricultura en el interior de la ciudad para generar una buena calidad ambiental. Con Sociopólis el objetivo es demostrar cómo se puede crear ciudad y proteger el territorio al mismo tiempo. Hay que reflexionar con ambición.
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