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Elecciones Europeas

La derecha francesa llama al "voto útil" para evitar una nueva derrota del Gobierno

El líder socialista Hollande pide "un castigo justo, legítimo y necesario" al Ejecutivo de Chirac

Como casi todos los Gobiernos europeos, el de Francia también sufrirá mañana un voto de castigo, si se cumplen los pronósticos. Dominique de Villepin, Nicolas Sarkozy y otras figuras de la derecha han brillado por su ausencia en la campaña europea, esperando salir intactos a efectos de la política interna. Están en juego el liderazgo de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y quizá el cargo de primer ministro, cuyo titular, Jean-Pierre Raffarin, llama al voto útil para no verse guillotinado de nuevo. Hace apenas tres meses la derecha francesa perdió de forma abrumadora las elecciones regionales.

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En Francia está en juego todo, menos Europa. El contraste resulta apabullante. De las playas de Normandía a las reuniones del G 8, el presidente, Jacques Chirac, ha vivido jornadas de auténtico protagonismo exterior, mientras el sindicato CGT multiplicaba los sabotajes en la red eléctrica del país que, sólo el lunes pasado, provocaron la paralización de 250 trenes y afectaron a 500.000 viajeros. Ante hechos semejantes, reivindicados tranquilamente por sus autores, el Gobierno se ha limitado a lamentarlos, sin duda por miedo a desencadenar una reacción preelectoral.

Los 41 millones de votantes están invitados a escoger 78 eurodiputados entre 169 candidaturas. Son nueve diputados menos que en la Cámara precedente, donde la representación francesa ya estaba fragmentada en grupos diversos. Esa dispersión constituye el único argumento europeísta de Chirac y del primer ministro, cuyo mensaje a los electores consiste en que mandar a Estrasburgo una representación nacional tan dividida hará que no se le escuche en una Cámara de 25 países.

Además de apelar al patriotismo, Raffarin pide la concentración de los votos de la derecha en las candidaturas de la UMP, el partido que le sostiene en el poder, y ofrece un argumento a escala europea: en Estrasburgo también hay mayorías, como en cualquier otra Cámara, y sería lastimoso que la derecha europea perdiera la que ya tiene a causa de las disputas franco-francesas. Lo que se pretende realmente con estos llamamientos es reducir las consecuencias políticas nacionales de un desastre en las urnas.

Las encuestas asignan a la UMP el 18% de los votos, un resultado mejor que el obtenido en 1999, cuando la lista conducida por Sarkozy no alcanzó el 13%; pero lejos de la brillante mayoría absoluta conseguida en 2002 en el Parlamento nacional. El partido centrista Unión por la Democracia Francesa (UDF), de François Bayrou, sueña con rebasar ahora el 10% y un conjunto de movimientos antieuropeos muerde otro 10%, entre las listas del soberanista Phillippe de Villiers, el Partido de los Cazadores (opuesto a las reglamentaciones europeas) y veteranos como el ex ministro Charles Pasqua, siempre en busca de la eterna oportunidad. Sin olvidar a la ultraderecha de Jean-Marie Le Pen, también en torno al 10%.

La división es enorme incluso en el seno de la UMP, donde la minoría liberal está organizándose contra los neogaullistas. Por eso el dirigente liberal Alain Madelin ha pedido el voto para Philippe Morillon, candidato de un partido distinto al suyo (la UDF), a costa de denunciar que su propia candidata, Roselyne Bachelot, había apoyado a Sadam Husein.

Tampoco la izquierda ha conducido una campaña de ambición europea, con la destacada excepción de Los Verdes, influidos por el franco-alemán Daniel Cohn-Bendit, que apoya decididamente el proyecto de Constitución de la UE. Toda la izquierda ataca sin piedad al Gobierno por sus "planes antisociales", esperando servir así de vehículo al voto de castigo de los afectados por las reformas en marcha, entre ellas el recorte de prestaciones del seguro de enfermedad o el proyecto de privatización del gigante eléctrico EdF, motivo de los sabotajes sindicales citados.

El líder socialista, François Hollande, pide "una sanción justa, legítima, necesaria" al Gobierno y sugiere la dimisión de Raffarin en caso de que así sea. "Sin cuestionar en nada la legitimidad del presidente de la República ni de la mayoría surgida de las elecciones de 2002", esa victoria "privará de credibilidad y de capacidad de actuar al equipo de Gobierno saliente", según Hollande.

Entre sus filas, el portavoz parlamentario socialista, Jean-Marc Ayrault, ha dicho una gran verdad: Francia es "la gran muda de Europa", y los franceses se sienten cada vez más inquietos respecto a la Unión Europea. "El proyecto de Constitución [de la UE] es un verdadero avance", se atrevió a defender ante sus correligionarios, muchos de los cuales critican la Constitución porque les parece que cristaliza la Europa liberal.

Jean-Pierre Raffarin (centro), junto a Wilfried Martens y Alain Juppé, en un mitin en París.
Jean-Pierre Raffarin (centro), junto a Wilfried Martens y Alain Juppé, en un mitin en París.AP

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