Democracia tutelada
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los populares, en su afán de criticar a su principal contrincante, el PSOE, llegaron a dudar de su legitimidad democrática hasta el punto de reclamar observadores internacionales para velar por la limpieza de las elecciones, lo cual no dejaba de ser todo un escándalo. Ahora vienen a estar en la misma tesitura al solicitar que sea la Junta Electoral la que haga un seguimiento expreso del desarrollo de la campaña de las Europeas, que ya de oficio hace, ante la previsión, el próximo jueves, de la reunión de la comisión mixta de transferencias, en la que se formalizará el pago de los 2.500 millones de euros a Andalucía. Se trata, en todo caso, de una pintoresca iniciativa que dice mucho del estado de desesperación de sus autores por los efectos políticos que puede tener la conclusión de este largo contencioso, así como del particular concepto que tienen de nuestra democracia.
Será todo un acontecimiento. Por fin se salda una vieja deuda con esta tierra que se había contraído por parte del anterior Ejecutivo del PP y que muy bien pudieron haber resuelto en la anterior etapa. Sin embargo, serán ahora los socialistas los llamados a sacarle la máxima rentabilidad a esta iniciativa que ellos tuvieron al alcance de la mano. Guste o no, con Junta Electoral o sin ella, no van a impedir que la ciudadanía asuma el significado de lo que se cierra este jueves y que no es otra cosa más que todo un triunfo de la sociedad andaluza, uno más, ante las incomprensiones y obstáculos que les plantean los de siempre.
Y difícil será poner sordina a este logro que, por lo demás, les deja en evidencia, por mucho ruido que hagan alrededor del mismo. Los reflejos de los socialistas, acusando al mismo Javier Arenas, el presidente del PP, de querer boicotear el pago de esa importante cantidad de dinero, ha hecho que, de inmediato, éste trate de cambiar de discurso, dando ya por inevitable el hecho y abriendo, ahora, otro debate sobre el reparto del dinero a ver si levantando algunos localismos se consigue algo más positivo. Con todo, lo que quedará será un político al que le será muy difícil desembarazarse de la imagen de ser él, precisamente, uno de los principales culpables de que esta importante partida económica no estuviera antes en las cuentas de la Junta.
A pesar de ello, se justifica por parte del líder de la oposición tanta beligerancia con el asunto ya que es conocedor de que esos 416.000 millones de las antiguas pesetas pueden dar para mucho. Sin duda se van a convertir en una poderosa arma política para la Junta que, a partir de ahora, deberá hilar muy fino para que su distribución sea lo más equitativa posible.
No obstante, si para ello aplican el criterio territorial estrictamente antes que otros más genéricos y equilibradores, seguro que se entrará en una absurda espiral de difícil manejo. Ahí está para comprobarlo el papel que está jugando la misma presidenta del Parlamento, la socialista Mar Moreno. Parece que incómoda aún en su papel de segunda autoridad de la Junta, va por ahí prometiendo trato de privilegio para determinadas provincias en el reparto de las inversiones. Se supone que cuando acuda a otra provincia dirá lo mismo, como si ella formara parte del Gobierno de Manuel Chaves. Si fue capaz de ver cosas positivas en la etapa de la pinza, que tanto dolores de cabeza dio a sus compañeros de partido, seguro que seguirá protagonizando más tardes de gloria dado que, tal y como ella advirtió, no se va a quedar como si fuera un jarrón chino en la política andaluza.
A propósito de tensiones territoriales, el miércoles la ministra de Cultura, Carmen Calvo, se reúne en Sevilla con Chaves. En cartera importantes asuntos a tratar como la disputa surgida por la capitalidad cultural a la que aspiran para el 2016 tanto Córdoba como Málaga, o el traspaso de la titularidad de los museos. Son temas cuya resolución está inmersa en cierta polémica e, incluso, una notable confusión, máxime después de lo manifestado en relación a ellos por parte de su sucesora, Rosa Torres, quien parece no tener claro todavía cuál debe ser la línea a seguir en estas cuestiones.
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