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Columna
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Violencia de género o en general

Primero se llamaba "crimen pasional". Pero eso daba a entender que el crimen era por amor, lo que presuponía una cierta comprensión con el asesino. Se cambió por "violencia doméstica". Aunque eso es inexacto, porque en numerosas ocasiones el crimen no se comete en el domicilio. Entonces se sustituyó por "violencia de género". Ahora, según leo en EL PAÍS, la denominación puede volver a cambiar. La Real Academia Española acaba de proponer que se denomine "violencia doméstica o por razón de sexo". La expresión, según los académicos, "identifica la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su sexo, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de estructura patriarcal". (Me gustaría saber si en las escasas sociedades del mundo de estructura matriarcal no se dan este tipo de agresiones).

Por si hiciera falta, diré que cualquier acto de violencia (ya sea contra mujeres, hombres o niños) me parece detestable y espero que cualquiera que lo cometa se pudra en cárcel. Pero no me parece lógico distinguir el sexo de la violencia, porque eso da a entender la idea absurda de que no hay violencia de lesbianas hacia sus parejas, que los gays no matan por celos o que no hay torturadoras y asesinas de maridos. Sí, claro, las estadísticas hablan de muchos más hombres que cometen este tipo de delitos. Pero el número no puede ser un argumento. También son extranjeros la mayoría de los ciudadanos que hurtan en La Rambla y a nadie se le ocurre distinguir los delitos según la raza del delincuente. ¿Alguien vería normal que para explicar los robos en la autopista por parte de bandas peruanas hablásemos de "violencia latinoamericana contra los europeos"? ¿O de "violencia indígena contra los blancos"?

El caso es que, se le llame de una manera o de otra, en la práctica la denominación se usa para catalogar la mayoría de los actos violentos cometidos por hombres heterosexuales contra sus familias. El mosso d'esquadra de Lliçà de Vall que presuntamente asesinó a su mujer y a su suegra cometió, según los periódicos, "violencia de género". El hombre que quemó la casa donde dormían sus dos hijos, su ex mujer y un amigo de ésta cometió, según los periódicos, "violencia de género". Y por si fuera poco, la Coordinadora de Gais i Lesbianes difundió, hace unas semanas, un manifiesto titulado La violencia contra gays y lesbianas también es violencia de género. O sea que para que haya violencia de género ¡no hace falta ni ser de distinto género! Tampoco hace falta que el agresor sea o haya sido pareja de la víctima. Entonces, ya está todo claro. Las atrocidades que cometió la soldado England con los prisioneros iraquíes deben de ser también lo que ahora llamaremos "violencia doméstica o por razón de sexo". Arrastrar a un hombre desnudo, atemorizado e indefenso como a un perro o simular que le disparas en los genitales es violencia por razón de sexo. Desde luego, al revés lo sería. Si un hombre hubiese simulado que disparaba en la vagina de una prisionera desnuda, habríamos hablado de violencia contra las mujeres. Y si las atrocidades de la soldado England no son violencia por razón de sexo, las atrocidades contra los gays, las violaciones (fuera de la pareja) o los crímenes que comete un hombre contra sus familiares tampoco lo son. Y eso no los hace menos graves. Yo los llamaría abuso de poder, sadismo o violencia en general, sin distinción de sexo o raza. Richard F. Burton cuenta en su libro Relat personal d'un pelegrinatge a Medina i la Meca qué les ocurre a los musulmanes cuando están cumpliendo el ayuno del Ramadán. Dice que, por el nerviosismo del hambre, los hombres pegan a las mujeres, las mujeres pegan a los niños y los niños pegan a los perros. Si las mujeres no cometemos tantos actos violentos, no creo que sea porque somos mejores, sino porque tenemos menos poder.

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