Carlos Sorín regresa al árido paisaje de la Patagonia con 'Bombón'
El director, al igual que hizo en 'Historias mínimas', renuncia a actores profesionales
Como si fuera otra de sus Historias mínimas, con la que ganó el Goya y el premio especial del jurado en San Sebastián, el director argentino Carlos Sorín, de 60 años, acaba de finalizar el rodaje de Bombón, una "comedia ambigua" que también transcurre durante un viaje en medio del árido paisaje de la meseta patagónica. Uno de los protagonistas es el perro que da nombre a la película, y los personajes son nuevamente actores no profesionales elegidos tras fatigosas pruebas realizadas durante meses en pequeños pueblos de todo el país. Sorín aclara que contrató al único actor profesional porque "se necesitaba un borracho y pendenciero y era demasiado obligar a beber a un no actor".
El director admite que "el éxito condiciona y que será inevitable la comparación con su trabajo anterior. Las películas tienen muchas cosas en común, la mirada es la misma y de alguna manera es otra historia mínima, hay elementos que encarnan simbólicamente conflictos de fondo, pero no están verbalizados. El tema -el paro- derivaba hacia el drama y se trataba de darle un sesgo de comedia ambigua, por la mirada, no por los personajes o las situaciones".
Ésta será la cuarta película de Sorín. Doce años tuvieron que pasar desde el fracaso de la segunda, Eterna sonrisa de New Jersey, en 1989, hasta Historias mínimas. A Sorín todavía le duele recordar aquello: "Cuando tienes un reconocimiento tan grande con tu primer filme, como el que yo tuve con La película del rey (1986), te crees demasiadas cosas, tuve un exceso de confianza. Mi segunda película tenía serios problemas de guión. Me afectó mucho todo aquello. Me ponía a escribir y dejaba todo a la mitad, como si me faltara energía o no creyera en mis propias ideas. Por otra parte, ganaba mucho dinero filmando comerciales. Al fin me decidí a escribir esas Historias mínimas con la idea de filmarla sólo para mí, no pensaba estrenarla siquiera. Ésa era la terapia indicada, hacer otra película y seguir adelante. Por suerte, resultó".
En busca de recuperar el tiempo perdido, Sorín ha terminado ya el guión de La línea de tiza, su quinta película, que comienza a rodar en febrero. Una historia que transcurrirá en Buenos Aires, "en un espacio limitado, porque filmar en la Patagonia agota", y para la que piensa convocar a actores "sólo porque los personajes son actores. Si fueran carniceros, llamaría a carniceros". Para Sorín, ex estudiante de Psicología educado en la Universidad del Cine de la ciudad de La Plata y formado como espectador en los cines de arte durante los años sesenta en Buenos Aires, el antecedente de su método, aunque "inaccesible, inalcanzable, sería Ladrón de bicicletas. Ahora le atrae el cine independiente que se desarrolla entre el documental y la ficción y no requiere de profesionales. Pero, aclara, su decisión de trabajar con los que llama "no actores" no responde a un dogma personal: "Sucede que hasta ahora trabajé con personajes simples; cuando necesite verbalizar o interpretar conflictos más complejos voy a recurrir a actores".
El estreno de Bombón, de la que participa la productora española Wanda Vision, está previsto para septiembre en Buenos Aires. La película será presentada a consideración del comité de selección de San Sebastián y en octubre podría estrenarse en Madrid.
Babelia
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